Y a la seis en punto, cuando ya iban a cerrar el embarcadero y lo encontraron aun sentado alli, esperando, por fin Berry se dio cuenta de que algo andaba mal.

– ?Maldito pedazo de merluzo! -grito la senora Holland, y entonces empezo a insultarle, llevo a cabo un largo y completo analisis de su caracter, recordo a sus antepasados y le pronostico el futuro.

– ?Pero me dijo que le aguardara alli! -protesto Berry.

– No te das cuenta de lo que pasa, ?verdad? No te das cuenta de lo que has hecho, ?verdad? ?Pedazo de zoquete!

– Solo porque usted no me habia dicho nada -murmuro el gigante, pero no se atrevio a decirlo en alto.

La obsesion de la senora Holland por el rubi era tan grande que parecia que para ella no existiera nada mas en el mundo. Su interes por Selby solo habia sido pasajero, prometedor por unos momentos, pero nada que ver con la increible fascinacion que sentia por el rubi. Expulso a los pocos inquilinos que tenia en la pension para vaciar la casa, y colgo un cartel que decia: «COMPLETO» en la puerta principal; envio espias por todos los rincones de Londres para buscar a Sally y Adelaide y, por si acaso, tambien al fotografo rubio.

Ponia a Berry en un estado de agudo nerviosismo: el minimo gesto de la mujer lo enfurecia; con solo una palabra lo asustaba, y su repentina aparicion en una habitacion lo hacia saltar como un nino que se siente culpable.

La senora Holland andaba por la casa murmurando y maldiciendo; merodeaba por los limites de su territorio, desde la Escalera Vieja de Wapping hasta la Cuenca de Shadwell; desde el Muelle del Ahorcado hasta la estacion de Blackwell, fijando sus brillantes y atentos ojos en cada una de las chicas que veia pasar. No dormia mucho; se sentaba en la cocina a tomar te hasta que se adormecia un rato. Berry andaba de puntillas y le hablaba con mucha educacion.

En cuanto a Sally, se sentia perdida.

Se habia comprado un arma, pero no sabia quien era su enemigo. Y se habia enterado de como habia muerto su padre, pero no podia entender el porque.

Y los dias pasaban… Era consciente que esa primera visita a Cheapside habia puesto en movimiento algo que ahora estaba fuera de control. Las cosas giraban a su alrededor de una forma confusa, como si estuviera andando a ciegas entre grandes y peligrosas maquinas, en una fabrica a obscuras… Sabia que la unica forma de averiguar mas cosas era arriesgarse a entrar en la Pesadilla de nuevo. Y no podia hacerlo; aun no.

La situacion era de lo mas ironica, porque eso le sucedia justamente cuando por primera vez tenia amigos, una casa llena de gente y un objetivo claro en la vida. Cada dia que pasaba llevaba los negocios con mayor seguridad y se le ocurrian mil ideas distintas para prosperar. Desgraciadamente, la mayoria de ellas costaban dinero y no habia capital disponible para ponerlas en practica. Sally no podia utilizar el que le habia dejado su padre, porque lo tenia que pedir a traves del senor Temple; ademas, acudir a el podria significar perder la libertad inmediatamente.

Era mas facil pensar en Frederick. ?Ese chico era una mezcla de frivolidad por pereza e ira apasionada, de despreocupacion bohemia y perfeccionismo profesional! Frederick era un caso que podria fascinar a cualquier psicologo. Sally penso: «Debo pedirle que me ensene fotografia. Pero aun no; primero debo resolver el misterio».

Le costo concentrarse de nuevo. Volvio a pensar en la obscuridad de la Pesadilla, en la senora Holland. Tanto la vieja como Sally pensaban constantemente la una en la otra; y cuando eso sucede, tarde o temprano, la gente acaba por encontrarse.

El sabado por la manana temprano, un hombre y un chico, que estaban en una barca cargada de estiercol, divisaron un cuerpo en el agua, en el tramo del rio conocido como Erith Reach. Con la ayuda de un gancho lo subieron a la barca y lo colocaron con cuidado encima de su estiercol flotante. Era el primer cadaver que veia el chico y estaba muy contento. Hubiese querido quedarselo durante un buen rato, para exhibirlo mientras navegaban y causar la admiracion del resto de las embarcaciones que pasaran por su lado. Pero su padre atraco el bote en Purfleet y entrego el cuerpo a las autoridades. La barca con los excrementos de caballo continuo su camino hacia las granjas de Essex.

Los fines de semana, Jim pasaba mucho tiempo en Burton Street. Se habia enamorado de Rosa, que enseguida le habia ofrecido unos cuantos papeles en las historias de la Compania Estereografica. Jim representaba el papel de Oliver Twist; el de un chico en la cubierta de un barco en llamas; el de Puck; el de un principe en la torre, al lado de Frederick, que, de forma poco convincente, hacia el papel del tio malvado. Pero la verdad es que no importaba demasiado como estaba caracterizado Jim o si hacia un papel de bueno o de malo, porque sus rasgos eran tan pronunciados y definidos que la unica expresion que la camara podia captar era la del tipico pillo con un rostro malicioso pero simpatico.

Lo probaron una vez con la obra ?Cuando viste por ultima vez a tu padre?, y Frederick, mirando la escena a traves del objetivo, dijo:

– Parece como si estuviera a punto de convencer a los parlamentarios de que compren genero robado.

Aquel sabado, Jim habia exclamado al entrar en la tienda:

– ?Eeehhh! ?Escuchadme todos! ?Selby ha desaparecido! Esta manana no ha venido al trabajo. Me apuesto lo que sea a que se lo han cargado. Me apuesto a que ese tipo del Hotel Warwick le ha cortado el pescuezo.

– No te muevas -dijo Rosa, con la boca llena de agujas.

El estudio se habia convertido en Palestina, mediante unas cortinas negras decoradas.

Rosa estaba intentando vestir a Jim para que se pareciera al rey David, para unas series sobre la Biblia que Trembler estaba convencido de que se venderian muy bien a las misiones.

– ?Cuando fue la ultima vez que te lavaste las rodillas, Jim? -le pregunto Rosa.

– Apuesto a que el rey David tampoco se lavaba nunca sus malditas rodillas. Ademas, ?quien va a mirar esa fotografia, de todas formas?

– Los canibales -contesto Sally.

– Bueno, la rona ya me saltara cuando este en la olla, ?no? No parece que te importe mucho Selby. ?Que te apuestas a que esta muerto!

– Es posible -dijo Rosa-. ?Podrias parar de moverte un rato, por favor? Tenemos mucho trabajo…

Un cliente entro en la tienda y Sally salio a atenderle; cuando volvio, sonreia de oreja a oreja.

– ?Escuchad! -dijo ella-. ?Escuchad, es maravilloso! Ese hombre venia de parte de Chainey, los impresores. Quieren imprimir muchas de nuestras fotografias para ponerlas a la venta por todo Londres. ?Esto funciona! ?No os parece magnifico?

– ?Excelente! -dijo Frederick-. ?Y cuales quieren?

– ?Cuanto nos van a pagar? -pregunto Rosa.

– Le dije que volviera el lunes, porque hoy estabamos demasiado ocupados para hablarlo ahora, y que teniamos que valorar unas cuantas ofertas de otras empresas. Cuando vuelvan…

– ?No me lo puedo creer! -exclamo Rosa-. ?Pero no es verdad que hayamos recibido otras ofertas!

– Bueno, a lo mejor aun no. Pero muy pronto sera asi. Solo me estoy anticipando un poco para poder subir el precio. Cuando vuelvan deberas ser tu, Frederick, el que negocie con ellos. No te preocupes, te explicare lo que debes decirles.

– Espero que lo hagas, porque no tengo ni la mas minima idea de que lo que deberia decirles… ?Por cierto! Casi me olvidaba… ?Has visto esto? Queria ensenartelo antes.

Y cogio un ejemplar de The Times.

– ?Por el amor de Dios! -dijo Rosa, enfadada-. ?Pero vamos a hacer algunas fotografias hoy o no?

– Pues claro que si -dijo el-, pero esto podria ser importante. Escuchad: «Srta. Sally Lockhart. Si la senorita Sally Lockhart, hija del difunto Matthew Lockhart, senor de Londres y Singapur, pregunta por el senor Reynolds en el Hotel Warwick, en Cavendish Place, se enterara de algo que le puede interesar». ?Que os parece?

Jim silbo.

– Es el -dijo Jim-. Ese es el tipo que mato a Selby.

– Es una trampa -dijo Sally-. No ire.

– ?Y si voy yo y finjo ser tu? -se ofrecio Rosa.

– No vayas -dijo Jim-. Te cortara el cuello, como hizo con Selby.

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