– Lo adulterais… ?Y que les pasa a los que fuman el opio?

– Mueren. Pero los que consumen nuestro opio, mueren mas rapido, lo que es una bendicion para ellos. Tu padre fue muy imprudente al decidir intervenir; me dio muchos quebraderos de cabeza. Estaba en Penang como Hendrick van Eeden; tuve que convertirme en Ah Ling y llegar a Singapur antes que tu padre… Sumamente dificil. Pero los dioses me han sido favorables. Todo esta a punto de llegar a su fin.

Cogio el reloj del bolsillo de su chaleco.

– En el momento justo -dijo Van Eeden-. Y bien, senorita Lockhart, ?se ha decidido ya? ?Viene, o se queda?

Sally bajo la mirada y vio, horrorizada, el filo de un cuchillo sobre las piernas del hombre. Brillaba por la tenue luz que procedia del embarcadero que habia detras del muro. Su voz era suave y penetrante, como si hablara a traves de un trozo de fieltro, y la chica noto que empezaba a temblar. «No, no, quieta, para de temblar», se dijo a si misma. Pero esta vez no se trataba de un blanco en la pared, sino de un hombre, y el disparo le mataria…

Hizo retroceder el percutor con el pulgar. Se oyo un suave die imperceptible.

Van Eeden se inclino hacia ella y acaricio su mano brevemente. Ella la aparto, pero el fue mas rapido: le tapo la boca con una mano, mientras con la otra le ponia el cuchillo sobre el pecho. La mano que tenia en la boca, perfumada, le provoco nauseas, empujo el bolso y lo situo entre ellos dos, apuntando a unos pocos centimetros del torax del hombre. Sally oia su respiracion. Estaba mareada del miedo que tenia.

– ?Y bien? -dijo el con suavidad.

Y entonces apreto el gatillo.

La explosion hizo temblar el coche. El impacto separo a Van Eeden de la chica, echandole contra el asiento. El cuchillo cayo de sus manos y se las llevo al pecho. Abrio la boca una o dos veces, como si intentara decir algo. Luego se deslizo hacia el suelo y se quedo inmovil.

Sally abrio la puerta y salio corriendo, sin mirar atras, huyendo de lo que habia hecho. Lloraba, temblaba, estaba muerta de miedo…

No podia ver hacia donde se dirigia. Se oyeron unos pasos que se le acercaban, por detras, corriendo, persiguiendola.

Alguien estaba llamandola por su nombre. Ella grito: «?No! ?No!» y no paro. Se dio cuenta de que aun tenia la pistola en la mano, la lanzo lejos, con expresion de odio. El arma reboto encima de los adoquines mojados y desaparecio por la alcantarilla.

Una mano le cogio el brazo.

– ?Sally! ?Para! ?Sally, no! ?Escucha! ?Mirame, soy yo! Cayo al suelo y dejo salir de golpe todo el aire que se habia acumulado en sus pulmones. Volvio la cabeza, miro hacia arriba y vio a Rosa.

– ?Rosa…, oh, Rosa!, ?que he hecho? Se aferro a ella y se echo a llorar. Rosa la estrecho entre sus brazos con fuerza y la acuno como a un bebe, arrodillandose, sin preocuparse del asqueroso desague.

– Sally, Sally… Oi un disparo y… ?Estas herida? ?Que has hecho?

– Le he ma… ma… matado. Le he matado. He sido yo. Y entonces empezo a llorar con mas intensidad. Rosa la abrazo aun mas fuerte y le acaricio el pelo.

– ?Estas… lo hiciste…, estas segura?-dijo ella, mirandola.

– Le dispare, Rosa -dijo Sally, con la cara apoyada en su cuello.

– Porque el iba a… iba a matarme, y… tenia un cuchillo. Ha matado a tanta gente. Mato a mi… oh, Rosa, ?no le puedo llamar capitan Lockhart! Le queria mucho… Era mi padre, a pesar de todo, mi papa…

La desesperacion de Sally se le contagio y Rosa tambien se puso a llorar. Sally no podia hablar. Pero, al final, Rosa la ayudo a levantarse.

– Escucha, Sally -dijo ella-, tenemos que encontrar a un policia. Tenemos que hacerlo… No digas que no…, debemos hacerlo. Ahora todo ha ido demasiado lejos. Y con la senora Holland y todo… No debes preocuparte. Se ha acabado todo. Pero ahora que ha terminado, debemos ir a la policia. Yo se lo que sucedio…, puedo testificar a tu favor. No tendras problemas.

– No sabia que estabas alli -dijo Sally con un hilo de voz, ya en pie, mirando su capa y su falda, que estaban sucias de barro.

– ?Como te hubiera podido dejar sola, asi, sin mas? Me subi a otro taxi y os segui. Gracias a Dios que habia otro en la parada. Y cuando oi el disparo…

Ella movio la cabeza de un lado a otro; y entonces oyeron el sonido del silbato de algun policia.

Sally la miro.

– Procede del carro… -dijo ella-. Han debido de encontrarlo. Vamos…

La torre del reloj

Extranos sucesos en el Muelle de las Indias Orientales

MISTERIOSO TAXI VACIO

UN DISPARO EN LA NOCHE

Un inexplicable y misterioso suceso tuvo lugar cerca del Muelle de las Indias Orientales durante la madrugada del pasado martes.

El agente de policia Jonas Torrance, un experto agente de reputacion intachable, estaba haciendo la ronda en el area del muelle cuando, aproximadamente a las dos y veinte, oyo un disparo.

Se apresuro a hacer un registro de la zona y en cinco minutos encontro un taxi, al parecer abandonado, en East India Dock Wall Road. No habia ningun rastro del caballo o del conductor, pero cuando el agente miro dentro del vehiculo, encontro indicios de una violenta pelea.

El suelo y el asiento estaban inundados de sangre. El agente Torrance estimo que la cantidad de sangre encontrada equivalia a un litro y medio o mas.

En un examen mas minucioso del taxi se encontro un cuchillo, como los que usan los marineros, bajo uno de los asientos. La hoja estaba afiladisima, pero no tenia rastros de sangre.

El agente fue en busca de refuerzos y se realizo una busqueda en las calles adyacentes, pero no se pudo descubrir nada mas. En estos momentos el caso sigue siendo un misterio.

– Intentamos decirselo -dijo Sally-. ?Verdad, Rosa?

– Se lo dijimos hasta cuatro veces y el no nos escuchaba. ?Ni una palabra entraba en su mollera! Al final nos ordeno que nos fueramos y dijo que le estabamos estorbando, que no le dejabamos hacer su trabajo.

– Se nego a creerlo.

– Es un «experto agente de reputacion intachable» -dijo Frederick-. Al menos es lo que dice en el periodico. Creo que tenia todo el derecho del mundo de echaros de alli, no se de que os quejais. ?Verdad, Bedwell?

Estaban sentados alrededor de la mesa, en Burton Street. Habian pasado tres dias; el reverendo Bedwell habia venido de Oxford para saber que habia pasado y habia aceptado quedarse a cenar con ellos. Rosa tambien estaba alli, porque la obra de teatro en la que actuaba se habia cancelado: el productor habia perdido la paciencia antes de recuperar la inversion inicial y entonces la chica se habia quedado sin trabajo. Sally sabia que los ingresos que tenian en Burton Street se resentirian por ello, pero no dijo nada.

El reverendo Bedwell primero penso antes de responder a la pregunta de Frederick:

– Me parece que hiciste bien en ir directamente a la policia -dijo el-. Era lo que debias hacer, sin lugar a dudas. Y se lo intentasteis decir… ?cuantas…? ?Cuatro veces?

Rosa asintio:

– Penso que estabamos locas y que le haciamos perder el tiempo.

– Entonces creo que hicisteis lo que debiais, y su respuesta nos demuestra que la justicia esta ciega. El desenlace es justo; le disparaste en defensa propia, al final y al cabo, y es un derecho que todos tenemos. ?Y no hay rastro del hombre?

– Nada -respondio Frederick-. Quiza haya encontrado el camino hacia el barco, o este muerto, o rumbo a Oriente en este momento.

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