Pronuncio esas ultimas palabras muy intensamente, con un nudo en la garganta…
Sally ya estaba fuera y el cerro la puerta. Solo habia estado dentro unos diez minutos y ya se marchaba. Observo la austera pared de la casa, que se estaba cayendo a trozos, y penso si su enemigo la estaria mirando.
Atraveso la maleza, sobrepaso la arboleda obscura y encontro el mismo camino que seguia el curso del rio. La marea estaba subiendo; un flujo lento invadia la orilla fangosa. El fotografo ya no estaba alli, por desgracia. El paisaje era terriblemente desolador.
Se apresuro, muy consciente del paquete que llevaba en el bolso. A medio camino, en la orilla del rio, se detuvo y miro hacia atras. No sabia por que lo habia hecho, pero vislumbro una figura entre los arboles. Una mujer, vestida de negro. Una vieja. Estaba demasiado lejos como para verla claramente, pero parecia que apretaba el paso tras ella. Su pequena silueta negra era lo unico que podia distinguir entre toda aquella espesa y grisacea vegetacion.
Sally tambien acelero su paso aun mas hasta que llego al camino principal, y volvio a mirar hacia atras. Parecia como si la pequena silueta negra fuera subiendo como la marea; ya no estaba muy lejos de ella e incluso daba la sensacion de que la estaba alcanzando. ?Donde se podia esconder Sally?
El camino que llevaba a la ciudad describia una ligera curva, separandose del mar, y penso que si cogia un sendero lateral en ese momento, la mujer la perderia de vista y podria…
Entonces vio algo aun mejor. El fotografo estaba de pie frente al mar, al lado de su laboratorio de campana, manipulando un raro instrumento. Miro hacia atras; la pequena figura negra estaba escondida al final, en una de las terrazas que daban al mar, junto a unas casas. Se dirigio apresuradamente hacia el fotografo, que la miro sorprendido, y luego la chica le dedico una gran sonrisa.
– ?Es usted! -dijo el.
– Por favor -dijo la chica-, ?puede ayudarme?
– Por supuesto. Encantado. ?Que puedo hacer?
– Me estan siguiendo. Esa vieja… me esta siguiendo. Es peligrosa. No se que hacer.
Los ojos del chico brillaron de satisfaccion.
– Entre en la tienda -dijo, mientras le franqueaba la entrada-. No se mueva o tirara todo al suelo. Y no se preocupe por el olor.
Ella siguio sus instrucciones, y el fotografo dejo caer la puerta de su tienda y ato las cuerdas para dejarla bien cerrada. El olor era intenso, bastante parecido al de las sales aromaticas. Sally estaba completamente a obscuras.
– No diga nada -dijo el en voz baja-. Ya le avisare cuando se haya ido. Confie en mi. Ya viene. Esta cruzando la calle. Se esta acercando…
Sally se quedo inmovil, escuchando el grito de las gaviotas, el trote de los caballos y el lento avance de las ruedas de un carro que pasaba por el camino, y luego el sonido agudo del paso apresurado de unas botas con tachuelas. Se detuvo solo a un metro mas o menos de alli.
– Perdone, senor -dijo una voz, una voz cavernosa que pertenecia a una anciana que parecia respirar con cierta dificultad y que hacia chasquidos de una forma extrana.
– ?Eh? ?Como dice? -La voz de Garland era apagada-. Un momento. Estoy componiendo una fotografia. No puedo dejarlo hasta que este del todo lista… -Se alejo-. Si, digame senora.
– ?Ha visto a un chica joven por este camino? Va vestida de negro.
– Si, la he visto. Tenia mucha prisa. Una chica bastante guapa, rubia, ?es esa?
– ?Entiendo que un hombre tan atractivo como usted se haya fijado en ella, senor! Si, esa es, Dios la bendiga. ?Sabe por donde se ha ido?
– De hecho, me pidio que le indicara el camino para ir a Swan. Me comento que queria coger el autobus de Ramsgate. Le dije que tenia diez minutos para cogerlo.
– ?A Swan, dice? ?Por donde queda eso?
Le indico el camino, y la vieja mujer le dio las gracias y se fue.
– No se mueva -le dijo en voz baja-. Aun no ha doblado la esquina. Me temo que tendra que aguantar un poquito mas el mal olor.
– Gracias -dijo la chica de modo formal-. Aunque no era necesario que me halagara de esa forma.
– ?Oh, Dios mio! De acuerdo, lo retiro. Es usted casi tan fea como ella. Oiga, ?que esta pasando?
– Pues no lo se. Estoy metida en un buen lio. Es horrible. Pero no puedo explicarselo…
– ?Chist!
Se acercaron unos pasos lentamente, pasaron por delante de la tienda y pronto dejaron de oirse.
– Era un gordo con un perro -dijo el-. Ya se ha ido.
– ?Se ha marchado esa mujer?
– Si, ha desaparecido. Con un poco de suerte se habra ido a Ramsgate.
– ?Puedo salir ya?
El chico desato los nudos de la puerta y la sostuvo para que saliera.
– Gracias -dijo ella-. ?Que le debo por haber utilizado su tienda de campana?
El muchacho la miro muy sorprendido. Por un momento, Sally penso que el chico iba a echarse a reir, pero despues simplemente no acepto que le pagara nada, de una forma muy educada. Sally sintio que estaba empezando a sonrojarse; no le hubiese tenido que ofrecer dinero. Se dio la vuelta rapidamente.
– No se vaya -dijo el-. No me ha dicho ni como se llama. Eso es lo unico que quiero a cambio.
– Sally Lockhart -dijo mirando fijamente el mar-. Lo siento. No pretendia ofenderle. Pero…
– No me siento en absoluto ofendido. Pero, claro, no se puede pensar que se puede pagar todo. ?Adonde se dirige ahora?
Se sintio como una chiquilla. No le gustaba esa sensacion.
– Vuelvo a Londres -dijo ella-. Espero no encontrarme con esa mujer. Adios.
– ?Quiere que la acompane? Ya casi he acabado de todas formas, y si esa comadreja es peligrosa…
– No, gracias. Debo irme.
Sally se fue. Le hubiese encantado la compania del fotografo, pero eso era algo que nunca hubiese admitido. De alguna forma pensaba que eso de fingir que estaba desamparada, que funcionaba tan bien con otros hombres, en el ni por un instante hubiera surtido el mismo efecto. Por eso le habia ofrecido pagarle: no queria deberle nada. Pero tampoco le habia salido bien esta vez. Pensaba que no sabia absolutamente nada y que todo le salia mal. Y lo peor de todo: se sintio muy sola.
El motin
No habia ni rastro de la mujer en la estacion. Los unicos pasajeros del tren eran un sacerdote anglicano y su esposa, tres o cuatro soldados y una senora con dos ninos.
A Sally no le costo demasiado encontrar un compartimiento vacio…
Espero a que el tren saliera de la estacion para abrir el paquete. Los nudos estaban cuidadosamente cubiertos por el lacre y se rompio una una mientras intentaba quitarlo rascandolo.
Finalmente consiguio abrirlo y se encontro con un manuscrito. Parecia un diario. Era bastante grueso y sus paginas estaban completamente llenas. Lo habian envuelto toscamente con una cartulina gris, pero la endeble encuadernacion se estaba desmontando y una parte entera del manuscrito se quedo en su mano. La volvio a poner en su sitio con cuidado y empezo a leer.
La primera pagina empezaba con estas palabras: «Narracion de los sucesos acontecidos en Lucknow y Agrapur, 1856-1857; con el relato de la desaparicion del rubi de Agrapur y el papel desempenado por una nina llamada Sally Lockhart».
Se paro y volvio a leerlo. ?Ella! Y un rubi…
Miles de preguntas se agolparon de repente en su cabeza, como un tropel de moscas acudiendo a un festin, y se sintio totalmente confundida. Cerro los ojos y espero a calmarse; despues los abrio y siguio leyendo:
En 1856, yo, George Arthur Marchbanks, servia en la Infanteria Ligera del Duque de Cornualles, en el batallon