– Ya lo sabes.
El se inclino y la beso en la mejilla.
Por increible que pareciera, habian sido felices juntos. Ella nunca se atrevio a confesarle lo mucho que lo amaba, por temor a entregarle esa arma, esperando siempre algun signo de inquietud. Pero Helmut ignoraba a las jovenes mujeres que flirteaban con el. Solo Leila habia logrado encandilarlo. Solo Leila, quien la habia hecho sufrir una terrible agonia…
Quiza se habia equivocado. Si alguien podia creerle, a Helmut le disgustaba Leila, incluso la odiaba. Leila casi lo habia despreciado, pero ella despreciaba a casi todos los hombres que conocia bien…
El cuarto estaba oscuro. La brisa proveniente del mar comenzaba a ser fresca. Helmut la tomo del codo.
– Descansa un poco. En menos de una hora tendras que enfrentarte a todos ellos.
Min le tomo la mano con fuerza.
– ?Helmut, como crees que reaccionara ella?
– Muy mal.
– No me digas eso -respondio Min-. Helmut, sabes por que tengo que intentarlo. Es nuestra unica oportunidad.
9
A las siete en punto, un repique de campanas proveniente de la casa principal anuncio la hora del coctel y de inmediato, los pasillos se llenaron de gente: personas solas, en pareja o en grupos de tres o de cuatro. Todos estaban bien vestidos, con ropa poco formal: las mujeres con elegantes tunicas sueltas y los hombres con pantalones, camisas y chaquetas deportivas. Gemas autenticas se mezclaban con alegres fantasias. Famosas se saludaban entre si con afecto o con una distante inclinacion de cabeza. Habia algunas luces encendidas en la galeria, donde los camareros uniformados de azul y marfil, servian delicados canapes y bebidas sin alcohol.
Elizabeth decidio ponerse el traje rosa agrisado con la faja color magenta que Leila le habia regalado en su ultimo cumpleanos. Leila siempre escribia una nota en su papel personal. Elizabeth siempre llevaba la nota que habia acompanado ese traje en el fondo de su cartera, como un talisman de amor. Decia: «Hay un largo, largo camino desde mayo a diciembre. Amor y felicitaciones para mi querida hermana capricorniana, de la muchacha de tauro.»
De alguna manera, ponerse ese traje y volver a leer la nota hizo que fuera mas facil para Elizabeth abandonar su bungalow y dirigirse hacia la casa principal. Mantuvo una sonrisa a medias en el rostro mientras reconocia a algunos de los clientes habituales. La senora Lowell, de Boston, que iba siempre desde que Min habia abierto el lugar; la condesa d’Aronne, la madura belleza que ya tenia mas de setenta anos. La condesa tenia dieciocho anos cuando mataron a su marido, que era mucho mayor que ella. Se habia casado cuatro veces desde entonces, pero despues de cada divorcio, pedia a las cortes francesas que le restituyeran el titulo de condesa.
– Estas esplendida. Yo misma ayude a Leila a elegir ese traje en «Rodeo Drive» -le murmuro Min al oido. El brazo de Min se aferraba con fuerza al de Elizabeth. Elizabeth sintio como si la empujara hacia delante. El olor del oceano se mezclaba con el perfume de las buganvillas. Voces fuertes y risas provenientes de la galeria murmuraban alrededor. La musica de fondo era de Serber que tocaba el
El camarero le ofrecio una bebida: vino sin alcohol o algun refresco. Elizabeth eligio el vino. Leila se habia mostrado bastante cinica con respecto a la firme regla de Min que prohibia el alcohol.
«Tendria que haber ido a East Hampton -penso Elizabeth-. A cualquier lugar menos aqui.» Era como si Leila estuviera alli, tratando de comunicarse con ella…
– Elizabeth. -La voz de Min era aguda. Aguda y tensa-. La condesa te esta hablando.
– Oh, lo siento mucho -se disculpo Elizabeth y tomo la mano aristocratica que le tendia la condesa.
La condesa sonrio afectuosa.
– Vi tu ultima pelicula. Te estas convirtiendo en una excelente actriz,
Fue muy tipico de la condesa d’Aronne darse cuenta de que no queria hablar de Leila.
– Era un buen papel. Tuve suerte. -Y luego, Elizabeth sintio que se le agrandaban los ojos-. Min, los que vienen por el pasillo, ?no son Syd y Cheryl?
– Si, me llamaron esta manana. Olvide decirtelo. Espero que no te moleste que esten aqui…
– Claro que no. Es solo que… -No termino la oracion. Se sentia avergonzada por la forma en que Leila habia humillado a Syd aquella noche en «Elaine’s». Syd habia convertido a Leila en una estrella. No importaba cuantos errores habia cometido durante todos esos anos, no tenian valor si se los comparaba con las veces que habia conseguido los papeles que Leila queria…
?Y Cheryl? Bajo un velo de amistad, ella y Leila habian mantenido una intensa rivalidad tanto personal como profesional. Leila le habia quitado a Ted. Y Cheryl casi arruino su carrera al reemplazar a Leila en su papel…
Inconscientemente, Elizabeth se puso tensa. Por otra parte, Syd habia hecho una fortuna gracias a las ganancias de Leila. Cheryl habia intentado todos los trucos posibles para recuperar a Ted. «Si lo hubiera conseguido, Leila seguiria con vida…», penso Elizabeth.
La habian visto. Ambos parecieron tan sorprendidos como ella. La condesa murmuro:
– No, esa desagradable buscona, Cheryl Manning…
Subian en su direccion. Elizabeth estudio a Cheryl con objetividad. Una masa de cabello le rodeaba el rostro. Lo tenia mas oscuro que la ultima vez que la habia visto y le quedaba bien. ?La ultima vez? Eso fue en el funeral de Leila.
Elizabeth tuvo que aceptar que Cheryl nunca habia lucido mejor. Su sonrisa era deslumbrante; los famosos ojos color ambar asumieron una expresion tierna. Su saludo hubiera enganado a cualquiera que no la conociera.
– ?Elizabeth, querida, nunca imagine encontrarte aqui, me parece maravilloso! ?Como estas?
Luego, fue el turno de Syd. Syd, pon su mirada cinica y expresion sombria. Sabia que habia invertido un millon de dolares de su propio dinero en la obra de Leila, dinero que probablemente habia pedido prestado. Leila lo habia bautizado:
Elizabeth sintio un escalofrio cuando Syd le dio un indiferente beso de compromiso.
– Estas bien. Tal vez tenga que robarte a tu agente. No esperaba verte hasta la semana proxima.
La semana proxima. Por supuesto. La defensa sin duda usaria a Cheryl y a Syd para testimoniar el estado emocional de Leila aquella noche en «Elaine’s».
– ?Te has apuntado con alguno de los instructores? -pregunto Cheryl.
– Elizabeth esta aqui porque yo la invite -respondio Min.
Elizabeth se pregunto por que Min parecia tan nerviosa. Min observaba ansiosa a la gente y seguia aferrada al brazo de Elizabeth como si temiera perderla.
Les ofrecieron bebidas. Algunos amigos de la condesa se acercaron al grupo. Un famoso publicista se acerco a saludar a Syd:
– La proxima vez que quieras que contratemos a uno de tus clientes, asegurate de que este sobrio.
– Ese nunca esta sobrio.
Luego, sintio una voz familiar que provenia de atras, una voz sorprendida.
– ?Elizabeth, que estas haciendo aqui?
Se volvio y sintio que la rodeaban los brazos de Craig… Los brazos solidos y de confianza del hombre que habia corrido hacia ella cuando se entero de la noticia, que se quedo con ella en el apartamento de Leila escuchando como descargaba su dolor, que la habia ayudado a responder a las preguntas de la Policia y que por fin habia localizado a Ted…
Habia visto a Craig unas tres o cuatro veces el ano anterior. La ultima vez mientras rodaba. «No puedo estar en