Suspiro cuando vio que una de las figuras tomaba la direccion del sendero de su bungalow. Instintivamente supo que se trataba de la senora Meehan.

– Pense que se sentiria sola -le dijo Alvirah y sin que la invitaran se sento en uno de los sillones-. Fue buena la cena, ?verdad? Nadie diria que era baja en calorias. No pesaria ochenta y dos kilos si siempre hubiera comido asi.

Se arreglo la chaqueta que llevaba sobre los hombros.

– Esto siempre se me cae. -Miro alrededor-. Es una hermosa noche, ?no cree? Todas esas estrellas. Apuesto a que aqui no tienen tanta contaminacion como en Queens y el oceano. Me encanta escucharlo. ?Que estaba diciendo? Ah, si, la cena. Casi me desmayo cuando el camarero -?o era el mayordomo?- me puso la fuente frente a mi con la cuchara y el tenedor. En casa nos servimos con los dedos. Quiero decir, para que usar una cuchara y un tenedor para servirse alubias. Pero entonces recorde como Greer Garson se habia servido de una lujosa fuente de plata en Valley of Decision, y pude arreglarmelas. Siempre se puede contar con las peliculas.

Sin quererlo, Elizabeth sonrio Alvirah Meehan tenia una honestidad genuina. Y esa era una rara virtud en «Cypress Point».

– Estoy segura de que lo hizo bien.

Alvirah jugueteo con su broche en forma de sol.

– A decir verdad, no podia apartar los ojos de Ted Winters. Estaba preparada para odiarlo, pero fue tan bueno conmigo Y Dios, quede sorprendida al ver lo arrogante que es esa Cheryl Manning. Ciertamente odiaba a Leila, ?no es asi?

Elizabeth se humedecio los labios.

– Es que en la cena, dije que Leila se convertiria en una leyenda como Marilyn Monroe y ella dijo que si esta de moda considerar a una borracha perdida una leyenda, Leila lo conseguiria. -Alvirah se arrepintio de haberselo contado a la hermana de Leila. Pero tal como habia leido, un buen periodista consigue la historia.

– ?Y los otros que dijeron? -pregunto Elizabeth.

– Todos rieron, excepto Ted Winters. Dijo que era repugnante decir eso.

– No va a decirme que a Min y a Helmut les resulto gracioso.

– Es dificil de saber -respondio Alvirah con severidad-. A veces, la gente se rie cuando esta confundida. Pero hasta el abogado que esta con Ted Winters dijo algo asi como que Leila no ganaria ningun concurso de popularidad aqui.

Elizabeth se puso de pie.

– Fue muy amable al pasar por aqui, senora Meehan. Pero ahora deseo cambiarme de ropa. Me gusta nadar un poco antes de irme a dormir.

– Lo se. Hablaron de eso en la cena. Craig, asi se llama, el ayudante del senor Winters…

– Si.

– Le pregunto a la baronesa cuantos dias pensaba quedarse usted. Ella le dijo que quizas hasta pasado manana porque queria ver a alguien llamado Sammy.

– Asi es.

– Y Syd Melnick dijo que tenia el presentimiento de que trataria de evitar cruzarse con ellos. Entonces la baronesa aclaro que siempre podian encontrarla nadando en la piscina olimpica alrededor de las diez de la noche. Supongo que tenia razon.

– Sabe que me gusta nadar. ?Conoce el camino hasta su cabana, senora Meehan? Si no, puedo acompanarla. Es un poco confuso en la oscuridad.

– No, no se preocupe. Me gusto conversar con usted. -Alvirah se puso de pie y, sin prestarle atencion al camino, comenzo a caminar por el cesped en direccion a su bungalow. Estaba desilusionada de que Elizabeth no hubiera dicho nada util para sus articulos. Pero por otra parte, habia conseguido mucho material durante la cena. ?Podria escribir un jugoso articulo sobre los celos!

?Al publico lector no le interesaria saber que los mejores amigos de Leila LaSalle actuaban como si estuvieran contentos de su muerte?

15

Con cuidado, cerro las celosias y apago las luces. Queria apresurarse. Podria ser demasiado tarde, pero de ninguna manera se hubiera aventurado a salir antes. Cuando abrio la puerta exterior, sintio un escalofrio. Corria un aire fresco y solo llevaba una bata de bano y una camiseta de algodon oscura.

Los jardines estaban tranquilos, iluminados apenas por la tenue luz de los faroles a lo largo de los senderos y en los arboles. Era facil mantenerse oculto entre las sombras y corrio hasta la piscina olimpica. ?Ella seguiria alli?

El cambio de viento habia cubierto el ambiente con una niebla marina. En minutos, las estrellas habian quedado ocultas tras las nubes y la luna habia desaparecido. Aun si habia alguien asomado a una ventana, no podria verlo.

Elizabeth pensaba quedarse en «Cypress Point» hasta que viera a Sammy a la noche siguiente. Eso le dejaba solo un dia y medio, hasta el martes a la manana, para arreglar su muerte.

Se detuvo junto a los arbustos que rodeaban el patio junto a la piscina olimpica. En la oscuridad, apenas podia ver la figura de Elizabeth deslizandose con brazadas seguras de un extremo a otro de la piscina. Con cuidado, calculo sus probabilidades de exito. Se le habia ocurrido la idea cuando Min dijo que Elizabeth siempre nadaba a las diez de la noche. Hasta los buenos nadadores sufren accidentes. Un calambre repentino, nadie alrededor para oir sus gritos de auxilio, ninguna marca, ningun signo de lucha… Suplan era deslizarse dentro de la piscina cuando Elizabeth estuviera en el extremo opuesto, aguardar y abalanzarse sobre ella cuando pasara a su lado. Luego, la mantendria bajo el agua hasta que dejara de luchar. Salio de su escondite. La oscuridad le permitia estudiar el lugar mas de cerca.

Habia olvidado lo rapido que nadaba. A pesar de ser delgada, los musculos de sus brazos eran como el acero. ?Y si lograba luchar y aguantar lo suficiente como para llamar la atencion de alguien? Seguramente llevaba uno de esos malditos silbatos que Min insistia que usaran todos los nadadores solitarios…

Entrecerro los ojos con furia y frustracion al agacharse junto al borde de la piscina, sin estar seguro de si era el momento adecuado. En el agua, ella podria aventajarlo…

No podia permitirse un segundo error.

In aqua sanitas. Los romanos habian tallado ese lema en las paredes de sus casas de banos. «Si creyera en la reencarnacion, pensaria que he vivido en aquellos tiempos», se dijo Elizabeth mientras se deslizaba en la oscuridad de la piscina. Cuando comenzo a nadar, no solo podia ver el perimetro de la piscina sino tambien los alrededores; con las hamacas, las mesas con sus sombrillas y los setos con flores. Ahora, solo eran oscuras siluetas.

La jaqueca que habia tenido toda la noche comenzo a disiparse, asi como tambien la sensacion de encierro; una vez mas comenzaba a sentir la tranquilidad que le proporcionaba el agua. «?Crees que comenzo en el vientre materno? -le habia preguntado una vez a Leila-. Me refiero a esta sensacion de libertad que siento cuando estoy en el agua.»

La respuesta de Leila la habia sorprendido: «Tal vez, mama era feliz cuando te tenia en el vientre, Sparrow. Siempre pense que tu padre era el senador Lange. El y mama tuvieron una seria relacion despues de que mi querido papa abandono el escenario. Supongo que cuando yo estaba en su vientre me llamaban: “la equivocacion”.»

Fue Leila quien le sugirio que utilizara el nombre artistico Lange. «Tal vez sea tu verdadero nombre, Sparrow -le habia dicho-. ?Por que no?»

En cuanto Leila comenzo a ganar dinero, le envio un cheque a su madre cada mes. Un dia, el ultimo de sus novios le devolvio el cheque sin cobrar. Ella habia muerto por alcoholismo agudo.

Elizabeth toco el extremo de la piscina, alzo las rodillas contra el pecho y cambio del estilo espalda al estilo braza, en un solo movimiento. ?Era posible que el temor de Leila a las relaciones personales hubiera comenzado en

Вы читаете No Llores Mas, My Lady
Добавить отзыв
ВСЕ ОТЗЫВЫ О КНИГЕ В ИЗБРАННОЕ

0

Вы можете отметить интересные вам фрагменты текста, которые будут доступны по уникальной ссылке в адресной строке браузера.

Отметить Добавить цитату