el momento de su concepcion? ?Una particula de protoplasma podia sentir que el ambiente era hostil y afectar asi toda su vida? ?No era acaso gracias a Leila que ella nunca habia sentido el rechazo paterno? Recordo la descripcion de su madre al llevarla a casa a la salida del hospital: «Leila me la saco de los brazos. Llevo la cuna a su habitacion. Solo tenia once anos pero se convirtio en la madre de esa criatura. Yo queria llamarla Laveme, pero Leila dio una patada en el suelo y dijo que su nombre era Elizabeth.» «Una razon mas para estarle agradecida», penso Elizabeth.

El leve chapoteo que producia su cuerpo en el agua oculto el ruido de los pasos que descendian por el otro sector de la piscina. Habia llegado al extremo norte y comenzaba en direccion al otro lado. Por alguna razon, se puso a nadar con furia, como si presintiera el peligro.

La oscura figura camino a lo largo de la pared. Con frialdad, calculo la velocidad con que avanzaba Elizabeth. El tiempo era esencial. La sorprenderia desde atras cuando pasara, se quedaria encima de ella hasta que dejara de luchar. ?Cuanto tardaria? ?Un minuto? ?Dos? ?Y si no era tan facil de someter? Tenia que parecer ahogada por accidente.

Luego, se le ocurrio una idea y en la oscuridad, sus labios dibujaron una sonrisa. ?Por que no habia pensado antes en el equipo de buceo? Al llevar la botella de oxigeno, le resultaria mas facil mantenerla en el fondo de la piscina hasta que estuviera muerta. El traje mojado, los guantes, la mascara, las gafas protectoras eran el disfraz perfecto si es que alguien llegaba a verlo.

Observo mientras Elizabeth nadaba hacia los escalones. El impulso de librarse de ella era casi irresistible. «Manana a la noche», se prometio. Con cuidado se acerco a ella mientras colocaba el pie sobre el escalon inferior de la escalerilla y comenzaba a subir. Entrecerro los ojos para poder observarla bien mientras se colocaba la bata y emprendia el camino a su bungalow.

Manana por la noche estaria esperandola. Y a la manana siguiente, alguien hallaria su cuerpo en el fondo de la piscina, tal como el portero habia descubierto el cuerpo de Leila en el patio.

Y ya no tendria nada que temer.

Lunes

31 de agosto CITA DEL DIA

«Una mujer ingeniosa es un tesoro; una beldad ingeniosa es una potencia.»

George Meredith

Buenos dias queridos huespedes:

Esperamos que hayan dormido bien. El parte meteorologico nos promete otro hermoso dia en «Cypress Point».

Una llamada de atencion. Algunos de nosotros olvidamos llenar el menu para el almuerzo. Y no queremos que nos hagan esperar despues de todos los vigorosos ejercicios y deliciosas actividades de la manana. Asi que por favor, tomense un momento y marquen con un circulo los platos que elijan antes de abandonar el cuarto.

En un minuto, estaremos saludandolos durante el paseo de la manana. Apresurense y reunanse con nosotros.

Y recuerden, otro dia en «Cypress Point» significa otro dia de chispeantes momentos dedicados a convertirlos en personas mas hermosas, el tipo de persona con quien los demas desean estar, a quien desean tocar y amar.

Baron y baronesa Von Schreiber

1

Elizabeth camino un buen rato antes del amanecer del lunes. Ni siquiera la natacion habia ejercido su magia usual. Durante casi toda la noche se sintio turbada, con suenos incompletos, fragmentos que aparecian y desaparecian en forma intermitente. Todos estaban en los suenos: su madre, Leila, Ted, Craig, Syd, Cheryl, Sammy, Min, Helmut… Hasta los dos maridos de Leila, esos charlatanes transitorios que habian usado el exito de Leila para poder brillar el primero, un actor, el segundo, un supuesto productor y persona de sociedad…

A las seis de la manana se levanto, corrio la persiana y regreso a la cama. Hacia frio, pero le gustaba ver amanecer. Sentia que esa hora temprana de la manana tenia una cierta ensonacion, la tranquilidad humana era tan absoluta Los unicos sonidos que se oian eran las aves de la costa.

A las seis y media sintio que llamaban a la puerta. Era Vicky, la camarera, que le llevaba el zumo de la manana y que hacia anos que trabajaba en «Cypress Point». Era una mujer robusta de sesenta anos que complementaba la pension de su esposo con lo que ella ironicamente denominaba: «Llevar rosas en el desayuno a flores marchitas.» Se saludaron con la alegria de dos viejas amigas.

– Me resulta extrano estar del lado de los huespedes -comento Elizabeth.

– Te has ganado el derecho a estar aqui. Te vi en Hilltop. Eres muy buena actriz.

– Sin embargo, me siento mas segura dando clases de ballet acuatico.

– Y la princesa Diana puede conseguir trabajo como maestra jardinera. Vamos.

Aguardo adrede hasta estar segura de que la procesion diaria llamada «El Paseo Cypress» estaba en marcha. Cuando salio, los caminantes, con Min y el baron a la cabeza, se acercaban al sendero que conducia a la costa. El paseo incluia el terreno de «Cypress Point», la zona boscosa, «Pebble Beach Golf Course», la casa del guarda y regresar. En total, era un ejercicio de treinta y cinco minutos, seguido por el desayuno.

Elizabeth aguardo hasta perderlos de vista y luego se puso a trotar en direccion opuesta. Todavia era temprano y habia poco transito. Hubiera preferido correr por la costa, donde podia tener una vista interminable del oceano, pero se habria arriesgado a que la vieran.

«Si Sammy estuviera aqui -penso mientras aceleraba la marcha-. Podria hablar con ella y tomar un avion esta misma tarde.» Deseaba irse de alli. Si creia lo que Alvirah Mechan le habia contado, Cheryl habia dicho que Leila era una «borracha perdida». Y todos, excepto Ted, su asesino, se habian reido.

Min, Helmut, Syd, Cheryl, Craig, Ted. Las personas mas cercanas a Leila; las mismas que lloraron durante su funeral. «?Oh, Leila!», penso Elizabeth y de repente, acudieron a su mente frases de una cancion que habia aprendido de nina:

A pesar de que todo el mundo te traicione,

un arpa leal cantara tus loas…

«?Yo cantare tus loas, Leila!» Se le llenaron los ojos de lagrimas y se seco con un gesto impaciente. Comenzo a correr mas aprisa, como si quisiera con ello borrar sus pensamientos. La niebla de la manana comenzaba a disiparse bajo el sol; los arbustos que rodeaban las casas a lo largo del camino estaban banados de rocio; las gaviotas sobrevolaban el lugar y luego regresaban a la playa. ?Que precision podia tener Alvirah Meehan como testigo? Esa mujer tenia algo intenso, algo que iba mas alla de su excitacion por estar alli.

Paso por los campos de golf de Pebble Beach donde ya habia algunos jugadores. Habia aprendido a jugar al golf

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