la dirigia hacia el telefono de su escritorio.

Cuando Min regreso se la veia que estaba molesta. A pesar de eso, su saludo parecio genuino:

– Elizabeth, al fin un rato para estar juntas. Queria daros a ti y a Sammy una agradable sorpresa. Sammy regreso temprano. No debio de haber visto la nota que le deje y no se ha enterado de que estabas aqui. La invite a nuestra mesa para que cenemos juntos, pero acaba de llamar para disculparse porque no se siente bien. Le he dicho que tu estabas con nosotros e ira a buscarte a tu bungalow despues de la cena.

– ?Esta enferma? -pregunto preocupada Elizabeth.

– Tuvo un largo viaje. De todas formas, tiene que comer. Esperaba que hiciera el esfuerzo. -Era evidente que Min no queria seguir hablando sobre el tema.

Elizabeth observo como vigilaba los alrededores. Les hacia senas a los camareros que no estaban correctamente vestidos, volcaban alguna copa o rozaban la silla de algun huesped. Luego, se le ocurrio que no era propio de Min invitar a Sammy a su mesa. ?Era posible que Min sospechara que existia una razon en especial por la que habia esperado ver a Sammy y queria averiguar cual era?

?Y era Sammy capaz de eludir la trampa?

– Siento llegar tarde. -Alvirah Meehan corrio la silla antes de darle tiempo al camarero para que la ayudara-. La cosmetologa me hizo un maquillaje especial despues de vestirme -comento radiante-. ?Como estoy?

Alvirah llevaba un caftan de cuello alto color beige con una intrincada guarda en marron. Parecia una prenda costosa. Lo compre en la boutique -explico-. Tienen cosas hermosas. Y compre todos los productos que me indico la cosmetologa. Me ayudo mucho.

Cuando Helmut se acerco a la mesa, Elizabeth estudio divertida el rostro de Min. Uno tenia que ser invitado a sentarse a la mesa de Min y Helmut, cosa que la senora Meehan parecia no comprender. Min podia explicarselo y llevarla a otra mesa. Pero, por otra parte, la senora Meehan ocupaba el bungalow mas costoso de todo «Cypress Point»; era obvio que compraba todo lo que veia y ofenderla seria una tonteria. Una sonrisa profesional se dibujo en los labios de Min.

– Esta elegantisima -le dijo a Alvirah-. Manana, la ayudare personalmente a elegir otras cosas.

– Es muy amable. -Alvirah jugo con su broche y se volvio hacia Helmut-. Baron, tengo que decirle que estuve releyendo su publicidad, ya sabe, la que ha puesto en el bungalow.

– ?Si?

Elizabeth se pregunto si seria su imaginacion o Helmut se mostraba precavido.

– Bien, dejeme decirle que todo lo que dice sobre este lugar es verdad. Recuerde: «Despues de una semana aqui, se sentira libre y sin problemas como una mariposa flotando en una nube.»

– Si, el anuncio dice algo parecido.

– Pero fue usted quien lo escribio, ?no?

– Dije que habia participado, pero tenemos una agencia.

– Tonterias, Helmut. La senora Meehan esta obviamente de acuerdo con el texto del anuncio. Si, senora Meehan, mi esposo es muy creativo. El personalmente escribe el saludo de todos los dias, y hace diez anos, cuando convertimos el hotel en lo que es ahora, no aceptaba la copia que nos habian dado de la publicidad y la reescribio por completo. El anuncio gano varios premios, y es por eso que pusimos una copia del mismo en cada habitacion.

– Hizo que personas importantes quisieran venir aqui -dijo Alvirah-. Como me hubiese gustado ser una mosca en la pared para escucharlos a todos… -Miro a Helmut-. «O una mariposa flotando en una nube.»

Estaban comiendo el postre de bajas calorias cuando Elizabeth penso en lo habil que habia sido la senora Meehan para provocar a Helmut y a Min. Le habian relatado historias que Elizabeth jamas habia oido antes: acerca de un millonario excentrico que se presento el dia de la inauguracion en bicicleta arrastrado por su majestuoso «Rolls-Royce», o sobre como habian enviado un avion especialmente de Arabia Saudi para recoger una fortuna enjoyas que una de las cuatro esposas de un jeque habia olvidado detras de una mesa cerca de la piscina…

Cuando estaban por dejar la mesa, Alvirah formulo una ultima pregunta:

– ?Quien fue el huesped mas excitante que han tenido?

Sin dudarlo, sin ni siquiera mirarse entre si, ambos respondieron:

– Leila LaSalle.

Por alguna razon, Elizabeth tuvo un escalofrio.

Elizabeth no espero el cafe ni el programa musical. En cuanto llego a su bungalow, llamo a Sammy por telefono. No respondio nadie. Sorprendida, marco el numero de su oficina.

La voz de Sammy tenia un acento de urgencia.

– Elizabeth, casi me desmayo cuando Min me dijo que estabas aqui. No, estoy muy bien. Ire en seguida.

Diez minutos despues, Elizabeth abria la puerta de su cabana para abrazar a la mujer fragil y ferozmente leal que habia compartido con ella los ultimos diez anos de la vida de Leila.

Se sentaron en sillones opuestos y se observaron. Elizabeth quedo anonadada al notar lo mucho que Dora habia cambiado.

– Lo se -comento Dora con una agria sonrisa-. No estoy tan bien.

– No te veo muy bien, Sammy -le dijo Elizabeth-. ?Como te encuentras?

– Todavia me siento tan culpable. Tu no estabas y no podias ver como Leila iba cambiando diariamente. Cuando fue a visitarme al hospital, me di cuenta. Algo estaba destruyendola, pero no quiso hablarme de ello. Deberia haberme puesto en contacto contigo. Siento que la deje caer. Y ahora tengo que descubrir lo que ocurrio. No descansare hasta conseguirlo.

A Elizabeth se le llenaron los ojos de lagrimas.

– No me hagas empezar -le dijo-. Durante el primer ano tuve que usar gafas oscuras. Nunca sabia cuando comenzaria a llorar. Las llamaba mi «equipo para el dolor».

Elizabeth entrelazo las manos.

– Sammy, dime una cosa, ?existe la posibilidad de que este equivocada con respecto a Ted? No me equivoque con la hora y si fue el quien empujo a Elizabeth por la terraza tiene que pagar por ello. ?Pero es posible que haya tratado de sostenerla? ?Por que estaba tan molesta? ?Por que bebia? Tu sabes como le disgustaba la gente que bebia demasiado. Esa noche, minutos antes de su muerte, no me porte bien con ella. Trate de hacer lo que ella le hacia a mi madre: golpearla, tratar de que se diera cuenta de lo que estaba haciendose a si misma. Tal vez, si hubiera mostrado mas compasion… ?Oh, Sammy, si tan solo le hubiese preguntado por que!

Ambas se movieron al unisono en un gesto espontaneo. Los brazos delgados de Dora rodearon el cuerpo esbelto y tembloroso de Elizabeth y recordo lo mucho que habia adorado a su hermana mayor durante su juventud.

– Oh, Sparrow -dijo sin pensar el nombre que Leila solia utilizar para Elizabeth-, ?que pensaria Leila de nosotras si nos viera asi?

– Diria: dejad de lamentaros y haced algo. -Elizabeth se seco los ojos y esbozo una sonrisa.

– Exacto. -Con movimientos rapidos y nerviosos. Dora se arreglo el cabello que le caia del rodete-. Recapitulemos. ?Leila habia comenzado a actuar asi antes de que partieras de gira?

Elizabeth fruncio el entrecejo mientras trataba de recordar.

– El divorcio de Leila llego antes de que yo partiera. Ella habia estado con su administrador. Era la primera vez en anos que la veia preocupada por el dinero. Me dijo algo asi como: «Sparrow, he hecho mucho dinero, pero para ser honesta, ahora estoy en aprietos.»

»Le dije que los dos aprovechados que habia tenido por esposos la habian puesto en esa situacion, y que no consideraba que estuviera en aprietos ya que estaba a punto de casarse con un multimillonario como era Ted. Ella dijo algo asi como: «Ted me ama de verdad, ?no es asi?» Le dije que acabara con eso. Recuerdo que le dije que si seguia poniendolo en duda lo espantaria, y que lo mejor que podia hacer era ir a ganarse los cuatro millones que el habia invertido en su obra.

– ?Y ella que respondio? -quiso saber Dora.

– Se echo a reir… Con esa risa estupenda, profunda, que tenia. «Como siempre, tienes razon, Sparrow», me dijo. Estaba muy excitada con la obra.

– Y luego, cuando tu te fuiste, aprovechando que yo estaba enferma y Ted de viaje, alguien comenzo una campana para destruirla. -Dora busco en el bolsillo de su chaqueta-. Hoy desaparecio de mi escritorio la carta sobre

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