Syd echo una mirada por encima del hombro. Alvirah estaba justo detras de ellos. Syd casi podia sentir su aliento en el cuello.
Le pellizco levemente el brazo a Cheryl para advertirselo.
Cuando llegaron al camino, Min siguio a la cabeza del grupo en direccion al cipres, y Helmut retrocedio para conversar un poco con el grupo.
– Buenos dias… Hermoso dia… Traten de acelerar el paso… Lo estan haciendo muy bien…
Su alegria artificial irritaba a Syd. Leila tenia razon. El baron era un soldadito de juguete. Le daban cuerda y avanzaba hacia delante.
Helmut se detuvo delante de Cheryl.
– Espero que hayais disfrutado de la cena de anoche. -Su sonrisa era amplia y mecanica. Syd ni siquiera recordaba que habia comido.
– Estuvo bien.
– Me alegro. -Helmut retrocedio para unirse a Alvirah y preguntarle como se sentia.
– Perfectamente bien -dijo con tono estridente-. Podria decir que estoy tan contenta como una mariposa flotando en una nube. -Su risa resonante hizo que Syd tuviera un escalofrio.
?Hasta Alvirah Meehan se habria dado cuenta?
Henry Bartlett no estaba muy feliz con su situacion en particular. Cuando le pidieron que tomara el caso de Ted Winters, arreglo de inmediato su agenda. Pocos abogados criminalistas estarian demasiado ocupados como para no representar a un prominente multimillonario. Pero existia un problema entre el y Ted Winters. La definicion seria la palabra «quimica» y la de ellos no combinaba.
Mientras continuaba con esa forzada marcha detras de Min y del baron, Henry tuvo que admitir que ese lugar era lujoso, que los alrededores eran hermosos y que bajo diferentes circunstancias podria apreciar los encantos de la peninsula de Monterrey y el «Cypress Point». Pero ahora estaba en la cuenta regresiva. El juicio del
Min estaba acelerando el paso. Henry hizo lo mismo. No habia pasado por alto las miradas de aprecio de la rubia ceniza de unos cincuenta anos que estaba con la condesa. Bajo otras circunstancias, se le habria acercado. Pero no en ese momento.
Craig lo seguia con paso firme y ritmo estable. Henry aun no habia podido descubrir que era lo que impulsaba a Craig Babcock. Por un lado, habia hablado del almacen de su padre en el Este, y por otro, era el hombre de confianza de Ted Winters. Era una lastima que fuera demasiado tarde como para declarar que Ted estaba hablando por telefono con el cuando la testigo afirmo haberlo visto. Ese pensamiento le recordo a Henry algo que queria preguntarle a Craig.
– ?Que paso con el detective que se ocupaba de Sally Ross?
– Puse a tres detectives para que se ocuparan de ella: dos para que buscaran antecedentes y uno para que la siguiera.
– Tendrian que haberlo hecho hace meses.
– Estoy de acuerdo, pero el primer abogado de Ted no lo creia necesario.
Estaban llegando al camino que conducia al Cipres Solitario.
– ?Como quedo en recibir los informes?
– El que dirige todo quedo en llamarme todas las mananas, a las nueve y media, hora de Nueva York, seis y media de aqui. Acabo de hablar con el. Todavia no tiene nada importante. Todo lo que ya sabemos. Ella se divorcio un par de veces; se pelea con los vecinos, y siempre esta acusando a los demas de que la observan. Y se pasa llamando a la Policia todo el tiempo para informar sobre individuos sospechosos.
– Podria deshacerla y pisotearla en el estrado -dijo Bartlett-. Si no fuera por el testimonio de Elizabeth Lange, el fiscal estaria volando con una sola ala. A proposito, quiero saber como esta de la vista, si usa anteojos que graduacion, cuando fue que los cambio por ultima vez, etcetera… Todo acerca de su vista.
– Bien. Llamare para decirselo.
Durante unos minutos, siguieron caminando en silencio. Era una manana calida; el sol absorbia el rocio de las hojas y arbustos; el camino estaba tranquilo y solo pasaba algun automovil ocasional; el estrecho puente que conducia al Cipres Solitario estaba vacio.
Bartlett se volvio para mirar atras.
– Hubiera querido ver a Ted de la mano de Cheryl.
– Siempre corre de manana. Tal vez estuvieron de la mano toda la noche.
– Eso espero. Tu amigo Syd no parece muy contento.
– Corre el rumor de que Syd esta quebrado. Estaba bien cuando tenia a Leila de cliente. Habia firmado un contrato para una pelicula con ella y parte del trato era que usarian a un par de sus otros clientes en alguna otra. Asi consiguio que Cheryl siguiera trabajando. Ahora esta sin Leila y sin todo el dinero que perdio con la obra; tiene problemas. Le encantaria poner el brazo alrededor de Ted ahora. Pero no se lo permitire.
– El y Cheryl son los dos testigos mas importantes que tenemos -lo interrumpio Henry-. Tal vez seria mejor que fueras mas generoso. De hecho, se lo sugerire a Ted luego.
Habian pasado por el «Pebble Beach Club» y ahora regresaban a «Cypress Point».
– Nos pondremos a trabajar despues del desayuno -le informo Bartlett-. Tengo que decidir la estrategia a seguir en este caso y si debo poner a Ted en el estrado. Opino que no sera un buen testigo para si mismo; pero no importa lo que el juez le instruya al jurado; hay una gran diferencia psicologica cuando un acusado no se somete al interrogatorio.
Syd camino con Cheryl hasta su bungalow.
– Seamos breves -le dijo ella cuando cerro la puerta tras ellos-. Quiero darme una ducha y ademas invite a Ted a desayunar. -Se quito la camiseta de entrenamiento, los pantalones y se puso una bata-. ?De que se trata?
– Siempre practicando, ?eh, querida? -le dijo Syd-. Ahorralo para los dopados, muneca. Preferiria luchar con un tigre. -Se quedo estudiandola un momento. Se habia oscurecido el cabello para la audicion de Amanda, y el efecto era sorprendente. El color mas suave le habia borrado esa mirada desvergonzada y vulgar que nunca habia podido dominar y acentuado esos ojos maravillosos. Aun en esa bata de toalla tenia clase. Pero Syd sabia que, por dentro, seguia siendo la putita barata con la que habia tratado durante casi dos decadas.
Ella le sonrio complaciente.
– Oh, Syd, no peleemos. ?Que quieres?
– Sere breve. ?Por que sugeriste que Leila pudo haberse suicidado? ?Por que habria creido que Ted salia con otra mujer?
– Tengo pruebas.
– ?Que tipo de pruebas?
– Una carta. -De inmediato, se lo explico todo-. Ayer subi a ver a Min. Tuvieron el atrevimiento de dejarme la cuenta cuando saben muy bien que soy una atraccion para este lugar. Ellos estaban dentro y entonces descubri que sobre el escritorio de Sammy estaban las cartas de los admiradores de Leila. Me puse a mirarlas y descubri esta. Y la cogi.
– ?La cogiste!
– Por supuesto. Te la mostrare. -Corrio al dormitorio, se la trajo, se recosto sobre el hombro de Syd y empezo a leersela:
– ?No te das cuenta? Ted pudo haber tenido una relacion con otra persona. ?Y eso no lo habria alegrado de poder romper con Leila? Y si quiere decir que salia conmigo, esta bien. Lo apoyare.
– Eres una estupida.
Cheryl se enderezo y camino hasta el sofa. Se sento, se inclino hacia delante y le hablo como si se estuviera dirigiendo a un nino muy despierto.
– Pareces no darte cuenta de que esta carta es mi oportunidad para hacer que Ted entienda que estoy de su