Bartlett cayo en la trampa.
– ?Que Presidente?
– El de los Estados Unidos, claro. Era uno de mis companeros en el golf.
Bartlett se encogio de hombros y cerro el legajo.
– Es obvio que no sera una buena sesion de trabajo. ?Piensan ir a comer fuera esta noche?
– No voy a quedarme aqui, y ahora pienso irme a dormir una siesta.
Craig y Bartlett salieron juntos.
– Como veras, la situacion se hace imposible -le dijo Bartlett.
A las seis y media, Craig recibio una llamada de la agencia que habia contratado para que investigara a la testigo Sally Ross.
– Hubo un revuelo en el edificio donde vive Ross -le informaron-. La mujer que vive en el piso superior entro justamente cuando trataban de robarle. Atraparon al tipo, un ladron con un largo historial delictivo. Ross no salio para nada.
A las siete, Craig se encontro con Bartlett en el bungalow de Ted. No estaba alli. Se dirigieron entonces hacia el edificio principal.
– Estos dias, eres tan popular para Teddy como yo -comento Bartlett.
Craig se encogio de hombros.
– Escuche, si quiere desquitarse conmigo, no me importa. En cierta forma, es por mi culpa que esta en esta situacion.
– ?Y eso a que viene?
– Yo le presente a Leila. Ella salia conmigo.
Llegaron a la terraza a tiempo para oir la ultima broma: «En “Cypress Point”, por cuatro mil dolares a la semana, se podian utilizar las piscinas que tenian agua.»
No hubo rastros de Elizabeth durante la hora del coctel. Craig espero un rato por si la veia llegar, pero no aparecio. Bartlett se unio al tenista y su novia. Ted estaba conversando con la condesa y su grupo; Cheryl estaba cogida de su brazo. Un Syd malhumorado estaba solo. Craig se le acerco.
– ?Esa prueba de la que hablo Cheryl anoche, estaba ebria o era la estupidez habitual?
Sabia que a Syd no le hubiese molestado dirigir un golpe contra el. Syd lo consideraba, como a todos los parasitos del mundo de Ted, el obstaculo para la generosidad de Ted. Craig se consideraba mas bien un guardameta: habia que pasar a traves de el para hacer un gol.
– Diria, mas bien -respondio Syd-, que Cheryl nos estaba regalando con una de sus habituales y esplendidas actuaciones dramaticas.
Min y Helmut no aparecieron en el comedor hasta que todos los invitados estuvieron sentados. Craig noto lo demacrados que estaban y lo artificial de sus sonrisas mientras iban saludando de mesa en mesa. ?Y por que no? Su negocio consistia en retardar la vejez, la enfermedad y la muerte y esa tarde, Sammy les probo que era un esfuerzo inutil.
Al sentarse, Min se disculpo por llegar tarde. Ted ignoro a Cheryl cuya mano seguia aferrada a el con insistencia.
– ?Como esta Elizabeth?
Fue Helmut quien le respondio.
– No muy bien. Tuve que darle un sedante.
«?Alvirah Mechan no dejara nunca de jugar con ese maldito broche?», se pregunto Craig. Se habia colocado entre el y Ted. Miro alrededor. Min, Helmut, Syd, Cheryl, Bartlett, Ted, la senora Meehan, el mismo. Habia un lugar mas preparado a su lado. Le pregunto a Min para quien era.
– Para el sheriff Alshorne. Acaba de regresar. En estos momentos esta hablando con Elizabeth. Por favor, todos sabemos lo tristes que estamos por haber perdido a Sammy, pero seria mejor que no hablaramos de ello durante la cena.
– ?Por que el sheriff quiere hablar con Elizabeth Lange? -pregunto Alvirah Mechan-. No creera que hay algo raro en que la senorita Samuels haya muerto en la casa de banos, ?no?
Siete pares de ojos petrificados desalentaron nuevas preguntas.
La sopa era de melocoton helado y fresas, una de las especialidades de «Cypress Point». Alvirah tomo la suya con satisfaccion. El
Estaba ansiosa por conocer al sheriff.
11
Elizabeth permanecio de pie junto a la ventana de su bungalow y miro hacia el edificio principal justo a tiempo para ver entrar a los invitados. Insistio en que Nelly se fuera.
– Ha sido un dia largo para ti y me siento muy bien ahora. -Se habia levantado para tomar un te con tostadas, luego se dio una ducha rapida con la esperanza de que el agua fria la despejara un poco. El sedante la habia dejado un poco mareada.
Se puso un sueter blanco y un par de mallas oscuras, su indumentaria favorita. De alguna manera, estar asi vestida y con el cabello recogido con informalidad la hacia sentirse ella misma.
Habian desaparecido todos los invitados, y luego vio a Scott dirigirse hacia su habitacion.
Se sentaron frente a frente, inclinados hacia delante, con ganas de comunicarse y sin saber muy bien por donde comenzar. Al observar la mirada amable e interrogativa de Scott recordo que Leila una vez le dijo: «Es el tipo de hombre que hubiera querido tener como padre.» La noche anterior, Sammy le habia sugerido que le mostrara la carta anonima.
– Lo siento, pero no podia aguardar hasta manana para verte -le dijo Scott-. Hay muchas cosas sobre la muerte de Sammy que me molestan. Por lo que se hasta ahora, Sammy condujo ayer cinco horas desde Napa Valley hasta aqui. Llego a las dos de la tarde y no la esperaban hasta entrada la noche. Debia de estar bastante cansada, pero ni siquiera se detuvo un momento para deshacer su equipaje. Fue directamente a su oficina. Dijo que no se sentia bien y no se presento en el comedor, pero la camarera me informo que habia una bandeja en la oficina y que ella estaba ocupada revisando bolsas de correspondencia. Luego, vino a verte y se fue alrededor de las nueve y media. Debia de estar exhausta para entonces, sin embargo, regreso a la oficina y encendio la fotocopiadora. ?Por que?
Elizabeth se puso de pie y empezo a caminar por el cuarto. Saco de su maleta la carta que Sammy le habia enviado a Nueva York y se la mostro a Scott.
– Cuando me di cuenta de que Ted estaba aqui, quise irme de inmediato, pero tenia que esperar y ver a Sammy para saber de que se trataba todo esto. -Le conto acerca de la carta que habian robado de la oficina de Sammy y le mostro la transcripcion que Sammy habia hecho de memoria-. Es bastante parecido a lo que decia.
Cuando vio la escritura de Sammy, a Elizabeth se le llenaron los ojos de lagrimas.
– Encontro otra de esas cartas anonimas en una de las sacas que revisaba anoche. Iba a hacer una copia para mi, y pensabamos llevarte a ti el original. La he escrito tal como la recuerdo. Esperabamos que se pudiera investigar el original. La letra de las revistas esta codificada, ?no es asi?
– Si. -Scott leyo y releyo las transcripciones de las cartas-. Que sucio.
– Alguien estaba tratando de destruir a Leila -dijo Elizabeth-. Hay alguien que no quiere que esas cartas se encuentren. Alguien saco la carta que estaba en el escritorio de Sammy ayer por la tarde y la otra que Sammy llevaba consigo.
– ?Me estas diciendo que pudieron haber asesinado a Sammy?
Elizabeth vacilo y luego lo miro directamente a los ojos.
– No puedo responder a eso. Pero se que alguien estaba lo suficientemente preocupado por esas cartas como para querer recuperarlas. Se que esas cartas pueden explicar la conducta de Leila de los ultimos dias. Precipitaron