para poder verla.
Ted no abrio los ojos.
– ?Podeis tener la amabilidad de explicarmelo?
Henry Bartlett se sintio irritado.
– Escuchame, Winters. No me contrataron para humillarme. Se trata del resto de tu vida, pero tambien de mi reputacion profesional. Si no puedes o no quieres cooperar en tu propia defensa, tal vez no sea demasiado tarde como para buscar un nuevo abogado. -Arrojo las carpetas encima de la mesa y se desparramaron algunos papeles-. Insististe en venir aqui cuando hubiera sido mejor tener acceso a todo mi personal. Ayer desapareciste para dar una larga caminata cuando se suponia que debiamos trabajar. Tendrias que haber llegado aqui hace una hora y nosotros nos estamos impacientando aguardandote. Rechazaste una linea de defensa que podria servir, y ahora tenemos una buena oportunidad de destruir la credibilidad de Elizabeth como testigo y no estas interesado.
Ted abrio los ojos. Bajo lentamente las manos hasta apoyarlas sobre la mesa.
– Oh, si que me interesa. Cuentamelo todo.
Bartlett opto por ignorar el sarcasmo.
– Escucha, podremos reproducir una copia de las dos cartas que Leila recibio sugiriendo que tenias una relacion con otra mujer. Cheryl puede ser una posibilidad. Sabemos que haria cualquier cosa por ti. Pero hay algo mejor. Tu trataste de coordinar tus programas de viaje con los de Elizabeth…
Ted no lo dejo terminar.
– Eramos muy buenos amigos. Nos llevabamos bien y disfrutabamos de la mutua compania. Si podia elegir estar en Chicago el miercoles y en Dallas el viernes o viceversa, y descubria que una buena amiga con quien podia compartir una cena tardia y pasar un buen rato, estaba en esas mismas ciudades, si, arreglaba mis planes, ?y que?
– Vamos, Ted. Lo hiciste una media docena de veces justo en las mismas semanas en que Leila comenzo a derrumbarse…, cuando comenzo a recibir esas cartas.
Ted se encogio de hombros.
– Ted, Henry esta tratando de planear tu defensa -intervino Craig-. Por lo menos, prestale atencion.
Bartlett continuo.
– Lo que tratamos de mostrarte es lo siguiente: paso uno: Leila recibia cartas que decian que estabas saliendo con otra mujer; paso dos: Craig es testigo del hecho de que tu programabas tus viajes segun los lugares donde estaba Elizabeth; paso tres: de su propio puno y letra, Leila anoto la obvia relacion entre vosotros dos en su agenda; paso cuatro: no tenias razon para matar a Leila si ya no te interesaba; paso cinco: lo que para ti no era mas que una galanteria, fue muy, muy distinto para Elizabeth. Estaba enamorada de ti. -Con aire de triunfo, Henry le arrojo la edicion del
Ted la estudio. Recordo el momento cuando, al finalizar el funeral, algun tonto le pidio al organista que tocara
Ted rompio el diario en dos pedazos.
– Al parecer, me toca hacer el papel de abogado del diablo. Supongamos que la historia es verdad. Elizabeth estaba enamorada de mi. Pero avancemos un poco mas. Supongamos que me habia dado cuenta de que la vida con Leila seria una sucesion de altibajos, de peleas, de una inseguridad que terminaba en celosas acusaciones cada vez que me dirigia con amabilidad a otra mujer. Supongamos que me habia dado cuenta de que para Leila, lo mas importante siempre, era ser actriz y que no queria tener un hijo. Supongamos que me habia dado cuenta de que en Elizabeth habia encontrado lo que estuve buscando toda mi vida.
Ted dio un punetazo sobre la mesa y agrego:
– ?No os dais cuenta de que me acabais de dar la mejor razon como para querer matar a Leila? ?Creeis que Elizabeth se hubiese atrevido a mirarme dos veces mientras su hermana estaba con vida? -Empujo la silla hacia atras con tanta vehemencia que cayo al suelo-. ?Por que no os vais los dos a jugar al golf, al tenis o a cualquier cosa que os haga sentir bien? No perdais el tiempo aqui. Yo no pienso hacerlo.
Bartlett enrojecio de furia.
– Es suficiente -grito-. Escuchame bien, Ted Winters, sabras como dirigir hoteles, pero no sabes nada de lo que pasa en un juicio. Me contratas para no ir a prision, pero no puedo hacerlo solo. Y es mas, no pienso hacerlo. O empiezas a cooperar conmigo o te buscas otro abogado.
– Calmate, Henry -le pidio Craig.
– No, no quiero calmarme. No necesito este caso. Puede ser que lo gane, pero no asi. -Senalo a Ted-. Si estas seguro de que todas las defensas que presento no funcionaran, ?por que no presentas una defensa en descargo? Podria conseguirte un maximo de siete a diez anos. ?Es eso lo que deseas? Si no es asi sentemonos a trabajar.
Ted levanto la silla que habia tirado.
– Pongamonos a trabajar -dijo en tono indiferente-. Creo que te debo una disculpa. Se que eres el mejor en tu oficio, y supongo que sabras lo atrapado que me siento. ?Crees que existe la posibilidad de una absolucion?
– Consegui absoluciones en casos tan dificiles como este -respondio Bartlett-. Lo que pareces no entender - agrego-, es que ser culpable nada tiene que ver con el veredicto.
6
De alguna manera, Min logro pasar el resto de la manana. Estaba demasiado ocupada en responder a las llamadas de la Prensa como para pensar en la escena que se desarrollo en la oficina entre Elizabeth y el abogado de Ted. Todos habian partido inmediatamente despues del estallido Bartlett y Elizabeth, furiosos; Craig, acongojado; Scott, con aire sombrio. Helmut se habia escapado a la clinica. Habia adivinado que queria hablar con el. La habia evitado toda la manana, tal como lo hizo la noche anterior cuando, despues de decirle que habia oido a Ted atacar a Leila, se encerro en su estudio.
?Quien diablos le habia informado a la Prensa que Elizabeth y Ted estaban alli? Respondio a las insistentes preguntas con su respuesta habitual «No proporcionamos los nombres de nuestros huespedes.» Le dijeron que Elizabeth y Ted habian sido vistos en Carmel. «Ningun comentario.»
En cualquier otro momento, le habria encantado la publicidad. ?Pero ahora? Le preguntaron tambien si habia algo insolito en la muerte de su secretaria. «Por supuesto que no.»
Al mediodia, le dijo a la operadora que no le pasara mas llamadas y se dirigio al sector femenino de «Cypress Point». Se sintio aliviada al ver que alli la atmosfera era normal. Parecia que ya no se comentaba la muerte de Sammy. Penso en conversar con los huespedes sentados alrededor de la piscina. Alvirah Meehan estaba entre ellos. Habia visto el coche de Scott y estuvo haciendole preguntas a Min acerca de su presencia.
Cuando Min regreso al edificio principal, se dirigio directamente a su apartamento. Helmut estaba sentado en el sofa, tomando una taza de te. Estaba palido.
– Hola, Minna -dijo intentando sonreir.
Ella no le respondio a la sonrisa.
– Tenemos que hablar -le dijo en forma abrupta-. ?Cual es la verdadera razon por la que fuiste esa noche al apartamento de Leila? ?Mantenias una relacion con ella? ?Dime la verdad!
Hizo ruido con la taza al apoyarla en el plato.
– ?Una relacion! Minna, yo odiaba a esa mujer.
Min observo como se le encendia el rostro y se apretaba las manos.
– ?Crees que me divertia la forma en que me ponia en ridiculo? ?Una relacion con ella? -Dio un punetazo sobre la mesa-. Minna, tu eres la unica mujer de mi vida. Nunca hubo otra desde que te conoci. Te lo juro.
– ?Mentiroso! -Min corrio hasta el, se inclino y lo tomo por la solapa-. Mirame. Te digo que me mires. Deja de lado el dramatismo y el tono aristocratico. Estabas deslumbrado por Leila. ?Que hombre no lo estaba? Cada vez que