Bienvenidos a otro dia de lujo en «Cypress Point».

Ademas del programa personalizado de cada uno, nos complace comunicarles que habra clases especiales de maquillaje en el sector femenino entre las diez y las dieciseis. ?Por que no ocupar una de sus horas libres aprendiendo los encantadores secretos de las mujeres mas bellas del mundo, ensenados por Madame Renford, de Beverly Hills?

El experto invitado para el sector masculino es el famoso levantador de pesas Jack Richard, quien compartira su programa de trabajo con ustedes a las dieciseis horas.

El programa musical para despues de la cena es muy especial. La violoncelista Fione Navaralla, una de las nuevas artistas mas aclamadas de Inglaterra, ejecutara selecciones de Ludwig van Beethoven.

Esperamos que nuestros huespedes disfruten de un dia placentero. Recuerden que para estar realmente hermosos debemos mantener nuestras mentes en paz y libres de pensamientos perturbadores.

Baron y baronesa Von Schreiber

1

Jason, el chofer que trabajaba para Min desde hacia mucho tiempo, estaba aguardandola en la salida de pasajeros con su impecable uniforme gris. Era un hombre pequeno y bien formado, que en su juventud se habia desempenado como jockey. Un accidente habia puesto fin a su carrera y tuvo que trabajar en los establos hasta que Min lo contrato. Elizabeth sabia que al igual que todos los empleados de Min, era muy leal a ella. En su rostro acartonado se dibujo una sonrisa cuando la vio llegar.

– Senorita Lange, es un placer volver a tenerla con nosotros -le dijo. Elizabeth se pregunto si el tambien estaria recordando que la ultima vez que estuvo alli habia ido con Leila.

Se inclino para darle un beso en la mejilla.

– ?Jason, puedes olvidar eso de «senorita»? Me haces parecer una dienta cualquiera o algo asi. -Ella noto la tarjeta que tenia en la mano donde estaba escrito el nombre de Alvirah Meehan-. ?Tienes que recoger a alguien mas?

– Solo a una persona. Pense que ya habria salido. Los pasajeros de primera siempre salen antes.

Elizabeth reflexiono sobre las pocas personas que ahorraban en el pasaje aereo cuando podian pagar un minimo de tres mil dolares por semana en «Cypress Point». Se puso a estudiar con Jason a los pasajeros que desembarcaban. Jason mantenia la tarjeta en alto mientras varias mujeres elegantes pasaban junto a el, ignorandolo.

– Espero que no haya perdido el vuelo -murmuro en el momento en que aparecia una ultima pasajera. Era una mujer robusta de unos cincuenta y cinco anos, de facciones bien marcadas y fino cabello rojizo. Se notaba que el vestido color purpura y rosa era costoso, pero no el apropiado para ella. Le abultaba en la cintura y en las caderas y se le levantaba a la altura de la rodilla. Intuitivamente, Elizabeth sintio que esa senora era Alvirah Meehan.

Ella vio su nombre en la tarjeta y se les acerco con una sonrisa complacida y aliviada. Estrecho la mano de Jason con bastante vigor:

– Bien, aqui estoy -anuncio-. Y me alegro de verlo, hombre. Temia alguna confusion y que nadie viniera a buscarme.

– Oh, nunca dejamos de recoger a un huesped.

Elizabeth sintio que se le torcian los labios al ver la expresion de asombro de Jason. Era obvio que la senora Meehan no era del tipo de huesped habitual en «Cypress Point».

– ?Me permitiria los resguardos del equipaje, por favor?

– ?Oh, que bien! Odio tener que esperar el equipaje. Es una gran molestia al finalizar un viaje. Claro que Willy y yo solemos ir a Greyhound y nuestras maletas estan alli, pero asi y todo… No tengo muchas cosas. Pensaba comprar algunas, pero mi amiga May me dijo: «Alvirah, espera a ver que usan los demas. Todos estos lugares elegantes tienen tiendas… Pagaras de mas, pero al menos podras comprarte lo justo, sabes a lo que me refiero.» Le entrego luego a Jason el sobre con su pasaje donde estaban tambien los recibos y despues se volvio hacia Elizabeth. -Mi nombre es Alvirah Meehan. ?Tu tambien iras «Cypress Point»? No pareces necesitarlo, querida.

Quince minutos despues, estaban sentadas en la elegante limusina plateada y fuera del aeropuerto. Alvirah se arrellano en el asiento y exhalo un gran suspiro.

– Ah, que bien… -dijo.

Elizabeth estudio las manos de la otra mujer. Eran las de una persona trabajadora, con gruesos nudillos y callosidades. Las unas, a pesar del esmalte fuerte, eran cortas, aun cuando tenian el aspecto de un trabajo costoso. Su curiosidad sobre Alvirah Meehan fue un bienvenido descanso para su mente siempre ocupada en Leila. La mujer le caia bien, tenia algo de candido y atractivo, ?pero quien era ella? ?Que la habia traido a «Cypress Point»?

– Todavia no logro acostumbrarme -continuo Alvirah en tono alegre-. Quiero decir que en un momento, estoy sentada en mi casa con los pies en remojo. Puedo decirle que limpiar cinco casas por semana no es broma, y la del viernes fue la peor: tienen seis hijos y todos son desordenados, y la madre es peor que ellos. Luego, sacaron los numeros ganadores de la loteria y los teniamos todos. ?Willy y yo no podiamos creerlo! «Willy -le dije-, ahora somos ricos». «Ya lo creo», me dijo. Tiene que haberlo leido el mes pasado. Cuarenta millones de dolares, y un minuto antes no teniamos ni siquiera dos monedas juntas.

– ?Gano cuarenta millones de dolares en la loteria?

– Me sorprende que no lo haya leido. Somos los ganadores mas grandes de la historia de la loteria del estado de Nueva York. ?Que le parece?

– ?Creo que es maravilloso! -exclamo Elizabeth con sinceridad.

– Bueno, en seguida supe que era lo que queria y era venir a «Cypress Point». Hace diez anos que leo acerca de este lugar. Me gustaba sonar sobre como seria pasar unos dias en el y conversar con las celebridades. Por lo general, hay que esperar varios meses para una reserva, pero yo consegui una asi -dijo mientras chasqueaba los dedos.

«Porque Min, sin duda, habia reconocido el valor publicitario de que Alvirah Meehan le dijera al mundo que la ambicion de toda su vida habia sido ir a “Cypress Point” -penso Elizabeth-. A Min nunca se le escapa nada.»

Tomaron la Coastal Highway.

– Se supone que este camino tenia que ser maravilloso -comento Alvirah-, pero no me parece nada extraordinario.

– Un poco mas adelante, es algo que corta e) aliento -murmuro Elizabeth.

Alvirah se enderezo en el asiento y miro a Elizabeth.

– A proposito, estuve hablando tanto que he olvidado su nombre.

– Elizabeth Lange.

Los grandes ojos marrones, agrandados por los lentes de aumento, se abrieron de par en par.

– Se quien es usted. Usted es la hermana de Leila LaSalle. Era mi actriz favorita. Se todo acerca de Leila y de usted. La historia de ustedes dos cuando vinieron a Nueva York siendo usted muy pequena es tan hermosa. Dos noches antes de que muriera, vi un preestreno de su ultima obra. Oh, lo siento… No queria molestarla…

– Oh, esta bien. Es que tengo un fuerte dolor de cabeza. Sera mejor que descanse un rato…

Elizabeth se volvio hacia la ventanilla y se retoco los ojos. Para entender a Leila habia que haber vivido esa ninez, ese viaje a Nueva York, el temor y las desilusiones… Y habia que saber que por muy bonita que sonara la historia en la revista People, no era en absoluto una historia agradable.

El viaje en autobus desde Lexington a Nueva York duro catorce horas. Elizabeth durmio acurrucada en el asiento y con la cabeza apoyada en el regazo de Leila. Estaba un poco asustada y la entristecia pensar que cuando su madre regresara a casa descubriria que se habian ido, pero sabia que Matt la invitaria a beber y que luego la llevaria al dormitorio, y en poco tiempo estarian riendo y gritando y los muelles del colchon empezarian a sonar…

Leila le nombro los estados por los que pasaban: Maryland, Delaware, Nueva Jersey. Luego, los campos fueron reemplazados por unas horribles cisternas y las calles cada vez mas atestadas. En el tunel Lincoln, el autobus se detenia y volvia a arrancar a cada momento y Elizabeth comenzo a sentir un cosquilleo en el estomago. Leila se dio cuenta y le dijo: «Vamos, Sparrow rao te descompongas ahora.

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