Hubo algun bullicio entre ellos al oir estas palabras. Yo les hice una mueca tranquilizadora para dar la impresion que no habia motivo para inquietarse. Sabia que Wolfe estaba exagerando los efectos y ello podia conducir a algun resultado desagradable. Su natural romantico le conducia a veces a semejantes excesos, y el pararle, una vez se habia arrancado, era dificil. Precisamente el detenerle era uno de mis cometidos.

– El senor Wolfe no quiere decir -explique- que tengamos al asesino abajo, metido en el coche. Falta aun una serie de detalles.

Los movimientos de Hombert y de Skinner se habian limitado a cierta agitacion muscular, pero Ash se habia puesto en pie y se habia venido a situar a medio metro de Wolfe, desde donde se puso a contemplarlo fijamente. Permanecia con las manos en la espalda, pero hubiera sido mejor para el recordar que la postura clasica de Napoleon era tener los brazos cruzados.

– Si esto ha sido una bravata, se la tendra usted que tragar -dijo-. Si no lo es, le voy a sacar del cuerpo toda la verdad. Dejeme usted llevarmelo -le dijo a Hombert-. Aqui en su oficina seria violento.

– ?Que imbecil! -murmuro Wolfe-. ?Que absoluto imbecil! -Y poniendose en pie dijo-: He aceptado a reganadientes el discutir larga e inutilmente un problema dificil, pero esto es una farsa. Lleveme a casa, Archie.

– No se ira usted -dijo Ash adelantandose y cogiendo a Wolfe del brazo-. Esta usted detenido, amigo. Esta vez usted…

Ya sabia yo que cuando Wolfe se veia obligado a ello podia moverse con presteza y sabiendo cual era su punto de vista respecto de que la gente le tocase, me habia preparado para que se produjese este movimiento cuando vi a Ash cogerle del brazo. Sin embargo, la velocidad y la precision con que abofeteo a Ash me sorprendieron tanto a mi como al propio Ash. El mismo interesado no se percato de la bofetada hasta que la tuvo encima, con su optimista acompanamiento sonoro. Al mismo tiempo los ojos de Ash relampaguearon y se disparo su puno izquierdo; yo me levante y me interpuse. Lo urgente del caso impedia permitirse fantasias y por ello me contente con colocarme entre ellos dos y el puno de Ash choco con mi hombro derecho. Con gran presencia de animo, ni siquiera doble un codo y me contente con permanecer alli a modo de barrera, pero Wolfe, que pretende odiar las rinas, me dijo entre dientes:

– Dele. Archie. Abatalo.

Mientras tanto, Hombert y Skinner, viendo que se pronunciaban contra la efusion de sangre y no interesandome ser perseguido por agredir a un inspector, me retire. Wolfe me miro y dijo:

– Yo estoy detenido y usted no. Telefonee al senor Parker para que disponga una fian…

– Goodwin se quedara aqui -dijo Ash con una expresion de crueldad que me sorprendio-. O, para mejor decir, los dos vendran conmigo…

– Oiga -dijo Skinner agitando las manos, como un orador que quiere apaciguar una turba-. Esto es ridiculo. Todos queremos…

– ?Estoy detenido?

– Vamos, no piense en esto. Tecnicamente, supongo…

– Asi, pues, lo estoy. ?Vayanse todos al infierno! -dijo Wolfe volviendose a sentar-. El senor Goodwin telefoneara a nuestro abogado. Si quieren ustedes sacarme de aqui, manden a llamar a alguien que me lleve. Si quieren ustedes cambiar impresiones conmigo, cancelen esas ordenes de detencion y quitenme de delante al senor Ash. Me da nauseas.

– Yo me cuidare de el -dijo Ash- Ha golpeado a un policia.

Skinner y Hombert se miraron uno a otro. Luego miraron a Wolfe, luego a mi y luego volvieron a mirarse. Skinner movio negativamente la cabeza. Hombert volvio a mirar a Wolfe y luego a Ash.

– Inspector -dijo-, me parece mejor que deje el asunto en nuestras manos. No ha estado usted al frente de este cargo lo bastante para… bueno, para asimilar la situacion y, aunque he consentido en su propuesta de traer a Wolfe aca, dudo de que este usted suficientemente… bueno, advertido de todos los aspectos. Ya le he descrito a usted el origen de las presiones mas fuertes para que quitasemos al inspector Cramer la direccion de este caso, lo cual suponia relevarle de su mando, y por ello vale la pena pensar en que el cliente de Wolfe es la A.I.N. Este es un detalle que se impone a nuestra reflexion. Mejor sera que vuelva usted a su despacho, estudie mejor los informes y continue las operaciones. En total, hay en la actualidad cerca de cuatrocientos hombres ocupados en este caso. Ya es bastante trabajo para uno solo.

– Como usted quiera -dijo penosamente Ash-, Pero si quieren, ustedes que Wolfe se salga con la suya, dejando que califique de imbecil a uno de sus subordinados y permitiendo que le atropello fisicamente en su oficina…

– No me importa un pito que se salga con la suya- dijo Hombert-. Lo unico que me interesa es que se resuelva este caso, y si no ocurre pronto tal cosa, bien podra ocurrir que deje de tener subordinados. Vuelva a su trabajo y telefoneeme si hay novedad.

– Si, senor -dijo Ash, y al pasar por delante de Wolfe anadio dirigiendose a este-: Algun dia le ayudare a usted a perder algunos kilos.

Volvi a mi silla. Skinner se habia vuelto a sentar y Hombert miraba a la puerta que se habia cerrado tras el inspector; se paso luego los dedos por los cabellos, se instalo en su silla, detras de la mesa y cogio un telefono:

– ?Balley? Coja la orden de detencion de Nero Wolfe como testigo y anulela. Ahora mismo. Si, anulela y mandemela.

– Y la orden de registro -apunte yo.

– Si, tambien la orden de registro de su casa. Anulela tambien y mandemelas ambas. Ya esta usted complacido -le dijo a Wolfe-. Diga ahora, ?que sabe usted?

Wolfe suspiro profundamente. Una mirada superficial podia dar la impresion de que habia recobrado la calma, pero mi ojo experto, al verle golpetear el brazo de la silla, se persuadio de que estaba aun lleno de agitacion.

– Primero -murmuro- quisiera saber una noticia. ?Por que fue relevado y cayo en desgracia el senor Cramer?

– No lo ha sido.

– ?Como lo llaman ustedes a esto, pues?

– Oficialmente, cambio de decoracion, porque perdio la cabeza sin considerar la calidad de la gente complicada y echo sobre si una carga superior a la que puede soportar el departamento. Tanto si se quiere como si no, se impone siempre el sentido de las proporciones. No se puede tratar a ciertas personas como si fuesen pilletes de ribera.

– ?De donde procede la presion para tal caso?

– De todas partes. Jamas vi cosa parecida. No doy nombres. Pero de todas maneras, no fue este el unico motivo. Es que Cramer no daba una. Por vez primera desde que le conozco, estaba desconcertado. En una conferencia, que sostuvimos ayer por la manana, no pudo ni enfocar el problema inteligentemente. Tiene la mente absorta en un solo aspecto de el y no sabe ni pensar ni hablar de otra cosa: este famoso cilindro desaparecido, que pudo estar o no en la caja de cuero que Boone le dio a la senorita Gunther antes de ser asesinado.

– ?El senor Cramer estaba concentrado en esto?

– Si, tenia a cincuenta hombres buscandolo y queria dedicar a ello otros cincuenta.

– Y ?este fue uno de los motivos de su destitucion?

– Si, de hecho la razon principal.

– ?Vaya, entonces usted tambien es un imbecil! No sabia yo que el senor Cramer hubiese pensado en esto, y ello hace redoblarse la admiracion y el respeto que le profeso. El encontrar ese cilindro no sera quiza nuestra unica esperanza, pero es la mejor que podemos acariciar. Si no aparece, hay muchas probabilidades de que no detengamos nunca al asesino.

– ?Ahora si que dice usted la verdad, Wolfe! -gruno Skinner-. Ya sospechaba que todo eran fuegos de artificio. Dijo usted que le tenia ya.

– No dije tal cosa.

– Dijo que sabia quien era.

– No; dije que sabia algo que me daba una clara idea de la identidad del asesino y dije que ustedes lo sabian tambien, ustedes saben muchas cosas que yo no conozco. No intenten dar a entender que han echado al senor Ash y me han libertado a mi para que yo nombre al criminal y proporcione la prueba. No puedo hacerlo.

Hombert y Skinner se miraron. Se produjo un instante de silencio.

– Entonces -dijo Hombert molesto-, ?por que dice usted que no tiene nada que decirnos, que no sabe usted que

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