abrio medio palmo y se detuvo; estaba echada la cadena, como suele ocurrir cuando yo estoy fuera. Oprimi un timbre personal que tengo en el marco para semejantes casos y al instante oi acercarse los pasos de Fritz.

– Archie, es un policia -dijo-. El senor Wolfe no…

– ?Claro que no! Abra y observenos bien. Este policia celoso de su deber podria muy bien perder el equilibrio y caer escaleras abajo y le necesito a usted como testigo de que no le he empujado. Debe doblarme la edad.

– Es usted un miserable -dijo Quayle volviendo a sentarse en el escalon.

Yo entre, cruce el vestibulo, entre en el despacho y vi a Wolfe sentado ante su mesa mas derecho que un huso, con los labios apretados, los ojos muy abiertos, las manos apoyadas en la mesa y los dedos engarabitados como si se dispusiera a estrangular a alguien.

– ?Por que mil demonios se ha retrasado usted tanto? -solto.

– Perdone un momento. He venido todo lo de prisa que me ha permitido el trafico, porque estaba convencido de que le habia dado a usted un ataque.

– ?Quien es el inspector Ash?

– ?Ash? Usted ya le conoce. Era capitan bajo las ordenes de Cramer entre los anos 1938 y 1943. Ahora esta al frente de la Brigada de Homicidios en la comisaria de Queens. Es alto, cara huesuda, ojos frios, incorruptible y sin sentido del humor. ?Que ha hecho?

– ?Esta en buenas condiciones el coche?

– Claro, ?por que?

– Quiero que me lleve usted a la Jefatura de Policia.

– ?Dios santo! -exclame dandome cuenta de que la situacion no solo era seria, sino tragica. ?Wolfe, saliendo de casa, metiendose en el coche, afrontando todos los peligros de la calle, visitando a un policia! Y lo que era mas grave; ?Abandonando a las orquideas! Me derrumbe en una silla, sin habla y le mire atonito.

– Por suerte, cuando ha llegado ese hombre -dijo Wolfe-, la puerta estaba cerrada con la cadena. Le ha dicha a Fritz que venia a buscarme para ir a ver al inspector Ash. Cuando Fritz le ha dado la contestacion adecuada, ha exhibido una requisitoria donde se me considera testigo de la muerte de la senorita Gunther. Paso el documento a traves de la abertura de la puerta. Fritz le echo a la calle y cerro la puerta y por el cristal le vio dirigirse a la esquina, probablemente para telefonear, puesto que ha dejado el coche aqui, en la puerta de mi casa. Llame a la oficina de Cramer y me dijeron que estaba, ocupado. Finalmente consegui ponerme en comunicacion con alguien que me hablo en nombre del inspector Ash y se me dijo que habian recibido un informe telefonico del hombre enviado por ellos y que a menos qua le abriese la puerta y acatase la requisitoria yendo con el, me remitirian en el acto una orden de detencion. Con gran dificultad, hable entonces con el comisario de policia. Trato de entretenerme con evasivas y me hizo lo que el califico de concesion; es decir, manifestarme que podia ir a su oficina en vez de la del inspector Ash. Le dije que solo a rastras conseguirian meterme en un vehiculo que no fuera guiado por usted y el dijo que me esperaria hasta las tres y media, pero no mas. Un ultimatum, con limite de tiempo y todo. Dijo tambien que el caso Boone-Gunther habia sido sustraido a la investigacion de Cramer y que habia sido relevado en el por el inspector Ash. Esta es la situacion. Es inaceptable.

– ?Que le han pegado la patada a Cramer? -pregunte, incredulo.

– Si, esto es lo que me ha dicho el comisario.

– Son las tres y cinco. Aguarde usted un instante y trate de pensar en algo agradable -le dije a Wolfe mientras salia a la puerta.

Mire por el cristal y vi que a Quayle se le habia agregado otro colega. Estaban sentados los dos en el descansillo volviendome la espalda. Abri la puerta y pregunte cordialmente:

– ?Que programa tenemos?

– Contamos con otro papel -dijo Quayle volviendose-. Ya se lo ensenaremos cuando llegue el momento. Se trata de aquel talisman que abre todas las puertas, desde las mas poderosas a las mas humildes.

– ?Cuando lo exhibiran? ?A las tres y media?

– ?Vayase usted a paseo!

– ?Por que no se lo dices? -respondio el otro.

– Es que se las da de listo -dijo Quayle, y mirandome explico-: A las tres y media pediremos ordenes.

– Asi esta mejor. Y ?que ocurrira si yo salgo con Nero Wolfe, lo meto en mi coche y me lo llevo? ?Exhibiran ustedes su papel y se mezclaran en ello?

– No, le seguiremos si va usted directamente a la policia. Si intenta desviarse, sera diferente.

– Conforme, acepto su palabra de honor. Si se olvida usted de ella y trata de apoderarse de el, me quejare a la Oficina de Sanidad. Esta enfermo.

– ?Que le aqueja?

– Asientomania cronica. No querran ustedes atropellar una vida humana, ?verdad?

– Si, queremos.

Satisfecho, cerre la puerta, volvi al despacho y le dije a Wolfe:

– Todo listo. A pesar de que nos seguiran, estoy dispuesto a llevarle a la policia o a una excursion al Canada, como usted guste. Ya me lo dira usted cuando estemos en el coche.

Empezo a ponerse en pie, con los labios mas apretados que nunca.

Capitulo XXIX

– Usted no es abogado -le dijo el inspector Ash a Wolfe en tono insultante, aunque la afirmacion no tuviera nada de ofensivo en si-. Lo que se le haya dicho o escrito carece de cualquier clase de privilegio ante mi.

Ademas de Wolfe y yo, las otras personas presentes eran Ash, el comisario de policia Hombert y el fiscal del distrito, Skinner, lo cual dejaba la espaciosa oficina de Hombert casi vacia, aun considerando que Wolfe valia por tres.

– Lo malo de usted, Wolfe -dijo Ash, con frios ojos, donde se reflejaba la luz que entraba por las ventanas-, es que mi predecesor, el inspector Cramer, le ha mimado demasiado. No sabia como conducirse con usted; le tenia usted hipnotizado, Al estar yo al frente del caso, ya advertira usted la diferencia. Ya me conoce usted; ya recordara usted de lo poco que adelanto en el caso Boeddiker, de Queens.

– No lo empece siquiera. Lo deje. Y su abominable enfoque del caso le proporciono al fiscal pruebas tan insuficientes que no pudo hacer condenar a un asesino cuya culpa era manifiesta. Senor Ash, es usted un incompetente.

– No se por que…

– ?Basta ya! -interrumpio el comisario.

– Si, senor -dijo Ash respetuosamente-. Solo queria… deseaba…

– Me importa un pito lo que queria usted. Estamos en una situacion apuradisima, que es lo unico que toe interesa. Si quiere usted interrogar a Wolfe acerca de este caso, llegue tan lejos como quiera, pero aplace los demas temas. Usted sugirio que Wolfe ocultaba algo y que era ya hora de llamarle a capitulo. Hagalo. Estoy pendiente de usted.

– Si, senor -dijo Ash-. Yo solo se que en todos los casos donde ha intervenido Wolfe al olor del dinero, se las ha arreglado siempre para hacerse con algun detalle que no tiene nadie mas, y que siempre se ha aferrado a el hasta que le ha convenido soltarlo.

– Dice usted bien, inspector -dijo secamente el fiscal Skinner-. Y deberia usted anadir que, cuando lo suelta, el resultado suele ser desastroso para el delincuente.

– ?Ah, si? -pregunto Ash-. ?Y por esta razon hemos de dejarle dar la pauta a la policia y a la oficina de usted?

– Quisiera preguntar -tercio Wolfe- si se me ha arrastrado aqui para escuchar una discusion de mi carrera y personalidad.

– Se le ha arrastrado a usted aqui -dijo Ash fuera de si- para que nos diga lo que sepa, sin ocultar nada, de estos crimenes. Usted sostiene que soy un incompetente. Yo no creo lo mismo que usted. Muy al contrario, estoy persuadido de que usted sabe algo que le proporciona una idea clara de quien mato a Cheney Boone y a la Gunther.

– ?Claro que la tengo! Y usted tambien.

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