de Kates. Creo que Goodwin, su secretario particular, estaba presente…

– No -dijo Wolfe secamente.

– El senor Wolfe no quiere decir que yo no estuviese presente -le dije a Smith con un gesto amigable-, sino que yo me he pronunciado ya acerca de este pormenor demasiado concretamente. Tendria usted que haber venido antes, y entonces hubiera celebrado discutir las condiciones con usted. Cuando O’Neill trato de sobornarme, era domingo y yo no acepto sobornos en domingo.

– ?Que es lo que queria O’Neill que hiciese usted?- me dijo Smith mirandome con ojos penetrantes.

Movi negativa y energicamente la cabeza.

– No seria justo decirselo. ?Le gustaria a usted que yo le dijese a el lo que usted quiere de mi?

– Aunque Goodwin no quiera dar testimonio -insistio dirigiendose a Wolfe- quedan aceptables probabilidades.

– No sera por parte del senor Breslow -declaro Wolfe-. Seria un testigo terrible. El senor Winterhoff no lo haria mal. El senor Erskine padre seria admirable. El joven Erskine… no lo se, lo dudo. La senorita Harding seria el mejor de todos. ?Podria usted conseguirlo de ella?

– Vuelve usted a ir demasiado aprisa.

– En absoluto. ?Aprisa? Estos detalles son de la maxima importancia.

– Ya lo se. Despues de haberlos conseguido. ?Acepta usted mi sugestion sobre O’Neill?

– En fin… -dijo Wolfe arrellanandose en la silla, abriendo ligeramente los ojos y cruzando las manos sobre el vientre-. Le dire, senor Smith… La mejor manera de plantear este asunto seria, en mi opinion, un mensaje del senor Erskine. Digale al senor Erskine…

– Yo no represento a Erskine. No he mencionado nombre alguno.

– ?No? Me parecia haberle oido aludir a los senores O’Neill, Dexter y Kates. De todas maneras, la dificultad esta en que la policia o el F.B.I. pueden encontrar en cualquier momento ese decimo cilindro, y con toda probabilidad en tal momento quedaremos como unos cocheros.

– No, si nos…

– Permitame, senor. Ya ha hablado usted antes; dejeme hablar a mi ahora. En cuanto a la hipotesis de que provenga usted del senor Erskine, le encargo transmitirle mi gratitud por haber calculado tan generosamente la suma que yo puedo requerir. Digale tambien que le estoy reconocido por su esfuerzo al pagarme de una manera que me ahorraria satisfacer impuestos por este ingreso, pero que esta forma de trapicheo no me complace. Es cuestion de gustos, y el mio no cuadra con ella. Digale que estoy completamente advertido de la importancia que tiene cada minuto que pasa; Ya se que la muerte, de la senorita Gunther ha agravado la hostilidad general hasta convertirla en un estallido de furia sin precedentes. He leido los periodicos y he oido la radio… Ya se como estan las cosas. Y sobre todo digale lo siguiente: Si continua la contusion reinante en este caso, yo me vere impotente, pero a pesar de ello le pasare igualmente la cuenta y la cobrare. Archie, el senor Smith se va.

En efecto, este se habia puesto en pie, pero no se disponia aun a marcharse. Al contrario, dijo precisamente en el mismo tono que habia empleado en la puerta para decirme que deseaba ver al senor Wolfe:

– Quisiera saber si puedo confiar en que este asunto sea considerado confidencial. Quiero solamente saber a que atenerme.

– Es usted un simple -dijo Wolfe-. ?Que diferencia habra entre que yo diga si o no? Ni siquiera se como se llama usted. ?Acaso no estare libre de hacer lo que me parezca?

– No creo… -empezo a decir Smith, pero dejo sin terminar la frase, porque esta probablemente hubiera denunciado algun indicio de emocion, que no era oportuna en aquellas circunstancias. Por ello permanecio silencioso hasta el momento de salir a la puerta y ni aun me dijo buenas noches.

Cuando volvi al despacho, Wolfe habia llamado pidiendo cerveza. Lo adverti en que Fritz entro casi inmediatamente con la bandeja. Le puse a raya y le dije:

– El senor Wolfe ha cambiado de parecer. Llevesela. Ya son mas de las diez. Ha dormido solo dos horas anoche y ahora se va a la cama. Usted tambien, y yo tambien.

Wolfe no dijo nada ni hizo gesto alguno, por lo cual Fritz se fue con la bandeja.

– Esto me recuerda -dije yo- aquel viejo cuadro que representa a unos tipos que van en un trineo y echan al nino a los lobos que les vienen persiguiendo. Esta comparacion no se puede aplicar estrictamente a Dexter o a Kates, pero si a O’Neill. ?Vaya espiritu de cuerpo! Y eso que era presidente del comite de la cena. ?Que le parece a usted?

– Estan aterrados -dijo Wolfe poniendose en pie y tirandose de la chaqueta. Cuando llego junto a la puerta, se volvio y anadio-: Estan desesperados. Y yo tambien, por cierto.

Capitulo XXVI

Al dia siguiente, miercoles, llegaron los sobres de Bascom. Vinieron cuatro en el correo matutino, tres en el de la una y a ultima hora de la tarde llegaron a mano, nueve. Mientras tanto yo no tenia la menor idea de la posicion que ocupaba el batallon de Bascom sobre el campo de batalla, ni tampoco sabia en que se ocupaban Saul Panzer y Bill Gore (puesto que sus informes telefonicos eran recibidos directamente por Wolfe, con instrucciones de que yo desconectase mi aparato). Como mi jefe habia ordenado, se le entregaron los sobres de Bascom sin abrir.

Solo se me confiaban los encargos menores, como, por ejemplo, telefonear a la Compania del «Stenophone» para pedirles que nos proporcionasen un aparato a base de un alquiler diario. El aparato tendria que estar equipado con un altavoz, como aquel que el director nos habia traido el domingo y recogido el lunes. No se mostraron muy efusivos a este proposito y me vi en el caso de derrochar persuasion para que prometiesen mandarnoslo. Cumpli el encargo satisfactoriamente, aun cuando se me ocultaba que era lo que teniamos que pasar en el. Una hora despues llego el aparato y lo coloque en un rincon.

El otro quehacer que se presento en la manana del miercoles y en que participe fue una llamada telefonica de Frank Thomas Erskine. Se me dijo que le atendiese y asi lo hice, informando a Erskine de que los gastos se elevaban vertiginosamente y que nos hacia falta un cheque por valor de otros veinte mil dolares cuando a el le viniera bien. El no concedio a esta peticion mas importancia que a un detalle rutinario y me pidio una cita con Wolfe a las once, que quedo convenida.

Lo mas notable del caso fue que cuando llegaron a las once en punto (Breslow, Winterhoff, Hattie Harding y los dos Erskine) traian consigo a Don O’Neill. Ello indicaba claramente que no venian a reanudar la gestion en el punto en que Smith la habia dejado, puesto que la idea central de este habia sido achacar a O’Neill un doble asesinato. A menos que viniesen preparados a suavizar la idea ofreciendo una confesion firmada por O’Neill en triplicado ejemplar.

Erskine trajo consigo el cheque. Se quedaron mas de una hora y me costo concretar que les habia impulsado a venir, a menos que fuese el deseo de manifestarnos personalmente lo agitados que estaban. No formulo nadie ningun comentario ni remotamente alusivo a la embajada de John Smith, ni siquiera Wolfe. La mitad del tiempo la invirtieron en tratar de conseguir de Wolfe una especie de parte de los adelantos realizados, lo cual fue perderlo, y la otra mitad lo ocuparon en intentar sonsacar un pronostico. ?Tardaria veinticuatro horas? ?Cuarenta y ocho? ?Tres dias? ?Cuando, Dios mio, cuando? Erskine manifesto categoricamente que cada dia de retraso significaba un incalculable perjuicio a los intereses mas vitales de la nacion y del pueblo norteamericanos.

– Me estas desgarrando el corazon, papa -dijo sarcasticamente Erskine hijo.

– ?Callate! -le ladro su padre.

Me quede mirando a aquel frente de la A.I.N., desunido ya, y llegue a la conclusion de que cualquiera de ellos estaria dispuesto a prestar testimonio contra cualquiera de los demas en cuanto a la colocacion de la bufanda en el bolsillo del gaban de Kates, con la unica posible excepcion de Erskine contra Erskine, y aun esto no era inconcebible. Su unica aportacion constructiva fue anunciar que al dia siguiente, jueves, saldria un anuncio a toda pagina en doscientos periodicos de la manana y de la tarde de cien poblaciones diversas, ofreciendo una recompensa de cien mil dolares a cualquiera que proporcionase noticias conducentes a la detencion y procesamiento del asesino de Cheney Boone, o de Phoebe Gunther, o de ambos.

– Esto producira una reaccion favorable, ?verdad? -pregunto Erskine.

Me perdi la contestacion de Wolfe y el resto de la conversacion, porque en aquel punto subi a peinarme y lavarme las manos. Apenas me quedaba tiempo de sacar el coche y situarme en la puerta del Hotel Waldorf a la

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