– Entiendo -afirmo Corbett sentado en un taburete-. Profesor Alfred Tripham, llamad de nuevo a los criados y llevaos el cuerpo. Los demas, quedaos.

El vicerregente obedecio y salio disparado de la estancia. Volvio con cuatro criados, que llevaban una sabana con la que envolvieron el cadaver. Tripham les ordeno que lo sacaran de alli y lo depositaran en la camara mortuoria al fondo del jardin.

Corbett se sento cabizbajo. ?Como pudo suceder aquello? Cerro los ojos. «?Piensa! ?Piensa! ?Por que tenia Langton una carta dirigida a mi en su zurron? Quiza si no hubiera muerto, me la habria entregado y habria sido capaz de decirme quien la habia escrito. El Campanero se debia de haber arriesgado mucho. ?Que habria pasado si Langton de repente me la hubiera dado en medio de la comida o despues? ?Y como supo el criminal en que copa debia verter el veneno?» Abrio los ojos. Ya se habian llevado el cuerpo de Langton. El resto le miraba con perplejidad.

– Sir Hugo -interrumpio lady Mathilda-. Se esta haciendo de noche y todos estamos muy cansados.

Corbett se puso en pie, intentando disimular su confusion y el miedo que se habia apoderado de el ante las amenazas del Campanero.

– Ahora poco podemos hacer -anadio-. Por hoy ya hemos tenido suficiente.

– Me gustaria tener unas palabras con vos antes de que os marcheis -le dijo lady Mathilda-. Sir Hugo, yo soy, junto con mi hermano, que Dios lo tenga en gloria, la fundadora de esta universidad. -Lanzo una mirada desafiante a Tripham-. Creo que tengo derecho a intercambiar unas palabras con vos.

El vicerregente parecia estar a punto de protestar, pero en cambio, haciendo algunos gestos de desesperacion, abandono la sala. Los demas le siguieron. Lady Mathilda pidio a Ranulfo y a Maltote que esperaran fuera con Moth. Cerro la puerta de la biblioteca con llave y se acerco a Corbett. Se sento en un extremo de la mesa y le hizo senales para que se sentara a su lado.

– Aqui no podran oirnos -le susurro inclinandose hacia el-. Sir Hugo, seguramente os habran dicho que teneis un espia en Sparrow Hall.

Corbett se limito a devolverle la mirada.

– Alguien que informa al rey de todo lo que pasa aqui. -Lady Mathilda se subio las mangas del vestido-. Yo soy la espia. Mi hermano servia al rey en la paz y en la guerra. Esta universidad, este colegio -bajo el tono de voz y un rubor de rabia asomo en sus mejillas-, este lugar se fundo para aprender y ahora se ha convertido en un hazmerreir.

– ?Os pidio el rey que espiarais? -le pregunto.

El rostro sobrio de lady Mathilda se relajo, aunque sus ojos todavia brillaban de indignacion.

– No, yo le ofreci mis servicios, sir Hugo. ?No sabeis mi historia? Siendo damisela, jugue con los caballeros de De Montfort. -Su expresion se suavizo-. Hubo un tiempo en el que era hermosa. Los hombres me suplicaban que les dejara besar esta mano que ahora veis huesuda y llena de arrugas. Los caballeros del rey a menudo llevaban mis colores en las lides y torneos. -Sonrio con malicia-. Incluso Eduardo Longshanks intento colarse en mi lecho. Supongo que me debia al rey en la paz y en la guerra -anadio apenada. Dio una palmada con aquellos dedos ensortijados con todo tipo de joyas-. Supongo que eran tiempos felices, Corbett. Dias de guerra, de ejercitos en marcha y banderas ondulantes, de espionaje y traicion. Si De Montfort hubiera ganado, un nuevo rey se habria sentado en el trono de Westminster y los favores de los que gozabamos mi hermano y yo se habrian ido al traste. ?No conociais la historia?

Corbett sacudio la cabeza, fascinado por la intensidad de aquella vieja pero aun vigorosa mujer.

– En Evesham, en el momento mas algido de la batalla, cinco caballeros de De Montfort se escaparon e intentaron matar al rey. Mataron a su guardia y se colaron en palacio, pero mi hermano Henry estaba alli. -Levanto la cabeza; los ojos le brillaban llenos de lagrimas-. Duro como una piedra, o eso dijo el rey, se planto alli en medio, fuerte como un roble, su espada de guerra de dos manos cortando el aire. En fin, aquellos caballeros no pudieron llegar hasta el rey. Mi hermano los mato. Despues de aquello, aquella noche en su tienda, el rey Eduardo hizo un gran juramento -cerro los ojos, la voz le temblo-: «He hecho un gran juramento y nunca me arrepentire de el», prometio el rey con una mano sobre una reliquia del rey Eduardo el Confesor. «Siempre que Henry Braose o cualquiera de su familia necesite mi ayuda se la ofrecere.» -Lady Mathilda abrio los ojos-. Mi hermano no mato a De Montfort -continuo- para ver como se apoderaban de su gran obra esos estudiantes arrogantes. Y asi es, Corbett, que ofreci voluntariamente mis servicios al rey.

– ?Y que habeis descubierto?

– No es una cuestion de descubrir -replico ella-. Sir Hugo, he vivido en este lugar durante muchos anos; he visto a muchos profesores ir y venir, pero este grupo… -Suspiro-. El viejo Copsale era un verdadero erudito, pero el resto deja mucho que desear. Passerel era un gloton; solo vivia para alimentar a su estomago. Langton era como un fantasma al que no se echara en falta despues de muerto por el mismo motivo por el que no se le echaba en falta en vida. Barnett es un borracho al que le gustan las prostitutas hermosas. Churchley es demasiado estrecho de miras: no creo ni que sepa que hay un mundo fuera de Oxford.

– ?Y Tripham, vuestro vicerregente?

– El profesor Tripham es una vibora -replico-. Una serpiente que parece inofensiva pero que se enrosca en Sparrow Hall para hacerse con todo. Quiere convertirse en regente. No llorara las muertes de Passerel o de Langton. Ya se encargara de asegurar que sus amiguetes ocupen las plazas vacantes. ?Es un advenedizo! -espeto-. Un ladron y un chantajista que pisotea la memoria de mi hermano…

– ?Por que un ladron? -le interrumpio Corbett.

– Tambien es el tesorero -explico lady Mathilda-. Y la residencia recibe dinero de muchas fuentes: un campo aqui, un caseron alla, feudos en Essex, derechos de pesca en Harwich y Walton-on-Naze… El dinero va llegando con cuentagotas. Estoy segura de que parte de el se queda en las manos del profesor Tripham.

– ?Y por que un chantajista? -insistio Corbett..

– Conoce todos los pecadillos de sus companeros -respondio lady Mathilda-. Todo el mundo sabe que Barnett va de putas. A Churchley le van los jovencitos, en especial los galeses. Ya habeis conocido al bocazas de David ap Thomas. He visto a Churchley propinarle alguna que otra palmadita en el trasero. Es un seductor holgazan de tomo y lomo.

– ?Y que me decis de Appleston?

La mirada de Lady Mathilda se dulcifico.

– Leonard Appleston es un buen profesor, un erudito educado, bien formado en logica y en argumentacion. Los estudiantes llenan sus clases de bote en bote.

– ?Pero…?

– Pero tiene secretos del pasado. El profesor Tripham intenta que el confie en mi. -Suspiro-. De todos modos, Appleston no es su verdadero apellido. -Torcio la boca-. Su verdadero apellido es De Montfort-. ?Oh, no, no! -Nego con la mano ante la cara de sorpresa de Corbett-. Nacio por otro lado de la rama: es un hijo bastardo.

– ?Lo sabe el rey?

– Si.

– ?Y que paso?

Mathilda se encogio de hombros.

– Appleston no puede ser arrestado simplemente por ser un desliz de un conde traicionero.

– ?Y cuales son sus tendencias?

– Se las guarda para si mismo. Una vez le pille en la biblioteca ojeando entre los papeles de mi hermano, donde se guardan algunas proclamas de De Montfort. Me acerque a el antes de que pudiera devolver el libro, y pude ver el titulo. Cuando Appleston levanto la vista, estaba llorando.

– ?Entonces podria ser el Campanero?

– Cualquiera podria serlo -replico lady Mathilda-, excepto Moth.

– Se desliza como un fantasma por toda la residencia.

Lady Mathilda se dio una palmadita en la cabeza.

– Moth no esta loco, sir Hugo, pero le resulta muy dificil concentrarse o recordar algo. No olvideis que no puede oir ni hablar, ni leer ni escribir. -Lady Mathilda se puso en pie y ladeo la cabeza, aguzando el oido como si hubiera escuchado algo-. No se quien es el Campanero, Corbett. ?Conoceis a Bullock, el baile?

Corbett asintio.

– Pues bien -declaro-, ahi teneis a un hombre que nos odia. Y por supuesto, tambien estan los estudiantes; no penseis que son tan pobres como parecen. Muchos de ellos proceden de familias muy bien aposentadas de Gales.

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