Ascham, lo unto en su propia sangre y grabo esas letras para incriminar a Passerel?

Corbett se volvio a sentar a la mesa y se quito de encima las moscas que se habian arremolinado sobre las manchas de la madera.

– No habia pensado en eso, Ranulfo -declaro-. Es posible, pero continuemos. Passerel es sospechoso de la muerte de Ascham y el, a su vez, huye del colegio solo para que el asesino le pueda dar caza mas facilmente en la iglesia de San Miguel. Pero ?por que mataron a Passerel? -pregunto-, ?por que no le dejaron como sospechoso del asesinato? A menos, claro esta -concluyo Corbett-, que Passerel pudiera reflexionar sobre lo que le dijo su buen amigo Ascham. -Hizo una pausa y levanto la cabeza-. ?Sabes que, Ranulfo? Cuando regresemos a Sparrow Hall debo hacer dos cosas: la primera, echar una ojeada a las pertenencias de Passerel y Ascham, sobre todo a sus papeles. -Corbett empezo a escribir.

– ?Y la segunda?

– Preguntarle a nuestro buen medico, el profesor Aylric Churchley, si guarda algun tipo de veneno. Copsale fue probablemente envenenado y ya sabemos que Passerel y Langton tambien. Los venenos suelen ser bastante caros y, ademas, no creo que el asesino se arriesgara a comprarlos y que luego algun boticario o medico le pudiera reconocer.

– Pero ?Churchley tendra algun veneno? -pregunto Ranulfo.

– Si, y mucho me temo que los venenos que utilizaron eran suyos. De todos modos, como conclusion -suspiro Corbett-, sabemos que el Campanero se encuentra en Sparrow Hall o en la residencia. No estamos muy seguros de sus motivos, excepto de su odio profundo por el rey y la universidad. Sabemos que el Campanero es un escribano bien formado, capaz de moverse por todo Oxford en la oscuridad de la noche. Un asesino cruel, que ya ha matado a cuatro hombres con el fin de ocultar su identidad…

– Amo.

Corbett miro a Ranulfo.

– Si, como deciais, el Campanero odia al rey y a Sparrow Hall, eso nos coloca, sobre todo a vos, en una situacion muy peligrosa. ?Habeis pensado que pasaria si sir Hugo Corbett, el principal escribano del rey, su amigo y companero, fuera hallado envenenado o degollado en alguna callejuela de Oxford, con una proclama del Campanero colgando de su cadaver?

Corbett no se inmuto pero Ranulfo vio como su rostro palidecia.

– Lo siento, amo, pero si vamos a hacer hipotesis, entonces voy a estudiar la mia muy de cerca. Si sir Hugo Corbett fuera herido o asesinado, la ira del rey no conoceria limites. Ese malhumorado bastardo del castillo pronto se encontraria con el rey agarrandole por el cuello mientras los justicias reales llegan a Sparrow Hall mas rapidos que un rayo, expulsan a la comunidad, cierran todos los aposentos y confiscan todas sus posesiones.

Corbett sonrio ligeramente.

– Habeis puesto un precio muy alto a mi cabeza, Ranulfo.

– No, amo. Lo que pasa es que yo tambien he sido un canalla, un luchador de calles nato y, sea quien sea, el Campanero no es distinto: llegara a las mismas conclusiones que yo, si es que todavia no lo ha hecho.

– Entonces debemos tener cuidado.

– Si, amo, asi es. No comeremos ni beberemos mas en Sparrow Hall. Se acabaron los paseos por la ciudad de noche.

– Eso resultara muy dificil.

Corbett volvio a sus escritos, apuntando con rapidez todas las conclusiones a las que habia llegado. Su pluma volaba sobre el papel de vitela que habia sacado de su bolsa de cancilleria. Dejo la pluma sobre la mesa.

– Y ahora centremonos en nuestro principal problema -declaro-. Cada dos por tres aparece el cadaver decapitado de un mendigo en los campos de las afueras de Oxford, con la cabeza colgada de su cabellera en las ramas de un arbol cercano. Sabemos que eligen a los mendigos como victimas porque estan solos y son vulnerables. En cierto modo, nadie los echara de menos. Sin embargo -Corbett empezo a contar con los dedos-, primero, ?por que no se encuentran los cadaveres dentro de las murallas de la ciudad? Segundo, segun Bullock casi no hay signos de violencia en los alrededores donde son encontradas las victimas. Tercero, ?por que siempre los encuentran cerca de un camino? Y finalmente, ?por que nunca aparecen en el mismo sendero, sino en diferentes sitios de los alrededores de la ciudad?

Corbett bajo la mano.

– Lo que significa, mi querido Ranulfo, que deben de ser asesinados en la misma ciudad de Oxford y luego transportados a diferentes caminos donde finalmente los colocan adecuadamente. Sin embargo, si los asesinatos ocurren en la ciudad, alguien deberia de haber visto algo. La unica conclusion que podemos sacar es que, quiza, son asesinados fuera de la ciudad en un lugar determinado, pero los restos son transportados deliberadamente a otro sitio. ?Y que mas?

– Estoy pensando en Maltote. No tendriamos que haberle dejado solo tanto tiempo.

Corbett sacudio la cabeza.

– No le pasara nada, si tu tienes razon. El Campanero ira detras del perro o el cuervo del rey. Maltote no corre peligro, a no ser que Ap Thomas y el resto quieran hacerle la puneta. -Recogio su pluma-. Concentremonos en el problema. ?Que otras preguntas podemos plantearnos sobre los asesinatos de esos pobres mendigos?

– ?Por que? -sugirio Ranulfo-, ?por que los matan de ese modo tan salvaje?

Corbett contemplo una mancha de vino que habia al fondo de la pared.

– Godric debe de haber visto algo en los bosques de los alrededores de la ciudad: las practicas de un aquelarre o un grupo de brujos, y ese grupo debe de tener su base en Oxford. Sabemos que tienen cierto vinculo con Sparrow Hall, por el boton que encontramos en el ultimo cadaver. Ahora bien, no me imagino a ninguno de los profesores encomendados a tan viles acciones. Sin embargo, los estudiantes, bajo el liderazgo de David ap Thomas, podrian tener algo que decir al respecto.

– ?Pensais que David ap Thomas podria ser el Campanero? -pregunto Ranulfo-. Despues de todo, los estudiantes pueden moverse por todo Oxford por la noche. Ap Thomas es un rebelde por naturaleza: le encantaria enfrentarse al rey. -Hizo una pausa-. ?Habeis olvidado a Alice-atte-Bowe y a su aquelarre?

Corbett cerro los ojos. «Hace tantos anos», penso. Fue la primera mision que le encargaron. Fue el canciller Burnell, se trataba de exterminar de raiz un aquelarre de brujas y traidores de los alrededores de Santa Maria Le Bow en Londres. Recordo el hermoso rostro de la oscura Alice. Abrio los ojos.

– Nunca lo olvidare -contesto-. A veces me parece que lo he logrado, pero luego solo hace falta un sonido, un olor determinado para que los recuerdos vuelvan a mi cabeza. -Aparto sus utensilios de escribir-. Nos queda la biblioteca -anadio-. Todavia tenemos que buscar lo que estaba estudiando Ascham, aunque eso podria resultar imposible: hay tantos libros y manuscritos… Ni siquiera sabemos si el libro todavia estara alli. Podriamos pasarnos dias enteros, incluso semanas, jugando a la gallinita ciega. -Corbett se puso en pie-. Es hora de ir a Sparrow Hall.

Salieron del cuarto y bajaron las escaleras. El propietario los esperaba con un fardo de piel ajada.

– ?Sir Hugo Corbett? -pregunto.

– Si.

El propietario deposito la carga en las manos de Corbett.

– Vino un nino -senalo hacia la puerta-, acompanado de un hombre con capucha y cogulla que permanecio detras de el. El nino me dio esto para vos.

Corbett arrugo la nariz ante el hedor que desprendia el trozo de pergamino grasiento que iba a su nombre, atado con una cuerda alrededor del paquete envuelto en piel. Salio a la calle, se paro en la boca de una callejuela y corto la cuerda. Se agacho y vacio con cautela el contenido sobre el suelo mohoso. Se le hizo un nudo en el estomago y se quedo en silencio al contemplar los restos malolientes y despedazados de un cuervo, con el cuerpo rajado de arriba abajo y todas las tripas fuera. Corbett solto una maldicion, lo aparto de una patada y se adentro de nuevo en la calle.

Ranulfo se quedo detras. Examino el cuervo con detenimiento y luego la bolsa de piel hecha jirones.

– Dejalo, Ranulfo -le ordeno Corbett.

– ?Una amenaza, amo?

– Si -suspiro-, una amenaza.

Miro al otro lado de Broad Street. La multitud habia desaparecido; era bien pasado el mediodia. La campana del angelus ya habia tocado y las tiendas de comida y tabernas estaban a rebosar. Los vendedores disfrutaban de un pequeno respiro despues de un dia de actividad frenetica. Corbett y Ranulfo caminaron de vuelta a Sparrow Hall. De

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