Maldito sea Corbett cuando caga.

Maldito sea Corbett cuando mea.

Maldito sea Corbett desnudo. Maldito sea Corbett vestido.

Maldito sea Corbett en casa. Maldito sea Corbett en el extranjero.

– Parece que no le caeis muy bien -destaco Ranulfo levantando la vista sobre los hombros de Corbett. Senalo las ultimas lineas:

Cuando el cuervo llega hay que ahuyentarlo a pedradas. Que el cuervo se de por advertido.

Firmado,

El Campanero de Sparrow Hall

Corbett estudio la vitela. La tinta y la caligrafia eran las mismas de la otra vez, con una campana enorme dibujada en la parte superior donde se habia colocado el clavo para colgarlo en la puerta.

– Entonces el Campanero salio ayer por la noche -remarco Corbett lanzando el pergamino sobre la cama-. Por eso murio Maltote. Sir Walter, esta noche, desde el atardecer hasta el alba, necesito a vuestros mejores arqueros para que vigilen todos los movimientos en Sparrow Hall. Os lo ordeno en nombre del rey.

Bullock accedio.

– ?Teneis algo de que informarme? -pregunto Corbett.

– Bueno, nuestros prisioneros en el castillo ya no se muestran tan altivos como ayer por la noche -respondio el baile, haciendo un mohin y sentandose en un taburete-. Pero creo que deberiais interrogarlos.

– ?Y ya habeis comunicado a alguien de Sparrow Hall lo que paso con Ap Thomas? -pregunto Corbett.

– ?Oh, si! Cuando venia de camino. Deje a Tripham mas blanco que un fantasma. -Bullock se dio una palmada en el muslo-. ?Como me estoy divirtiendo! Os llevare de vuelta al castillo, sir Hugo, y en cuanto acabemos saldre disparado como un galgo para presentar una queja formal ante los Censores de la universidad y luego volvere a Sparrow Hall. Voy a hacer que se les caigan sus arrogantes caras de verguenza por su querido colegio.

Bullock empezo a contar con los dedos:

– Primero, alojan a un traidor que ademas es un asesino. Segundo, alguien ha dado muerte a un siervo real. Tercero, un grupo de supuestos estudiantes es culpable de cometer actos lujuriosos y Dios sabe que otras cosas mas. Y, finalmente, de un modo u otro, este maldito lugar esta relacionado con las muertes de los mendigos en las carreteras de las afueras de Oxford.

– No les digais nada del boton -le pidio Corbett-. Aunque he visto tantos botones en las tunicas y ropas de los profesores y estudiantes, que me va a ser imposible seguirle la pista -anadio apenado.

– ?Que les pasara a Ap Thomas y a los otros? -pregunto Ranulfo.

– ?Oh! Compareceran ante los jueces -respondio Bullock-, seran sancionados y quiza se pasen una temporadita en los calabozos. Luego puede que la universidad les ordene que se larguen durante un ano a enfrentarse con la rabia de sus familiares en Gales.

– ?Estais seguro de que son inocentes de las actividades del Campanero o de las muertes de esos mendigos? -pregunto Corbett.

– Si, estoy seguro -replico Bullock-. Como os he dicho, Ap Thomas esta ahora docil como un corderito. Os respondera a cualquier pregunta. -El baile se puso en pie y dio una palmadita en el pecho de Corbett-. Sir Hugo, sois el escribano del rey. Cuando mis guardias vigilan, ni una rata es capaz de tirarse un pedo en Sparrow Hall sin mi permiso. -Senalo el pergamino que yacia sobre la cama-. Pero el Campanero es un bastardo vicioso. Yo de vos me tomaria en serio su advertencia. Ahora os acompanare al castillo.

Corbett accedio. Bullock puso la mano en el picaporte y se volvio.

– Siento lo que le paso al muchacho -dijo con afecto-. Siento que haya muerto. ?Sabeis lo que haria yo? -El baile se pillo los pulgares en su talabarte, hinchando el pecho como un gallito de corral-. Si yo fuera vos, sir Hugo, me subiria a mi caballo e iria a ver al rey a Woodstock. Cerraria este maldito lugar y haria que interrogaran a todos los profesores.

– No os gusta Sparrow Hall, ?verdad? -pregunto Corbett.

– No, sir Hugo. Nunca me gusto Braose. No me gusta ver como un hombre se aprovecha del dolor y la humillacion de los otros. Tampoco me gusta su maldita hermana, siempre pidiendome que le pregunte al rey si podrian santificar la memoria de su hermano. Braose no era un santo, sino un bastardo que se convirtio y estudio en los ultimos anos de su vida.

Corbett observo fascinado como aquel hombre pequeno y rechoncho sacaba afuera toda su indignacion.

– Y tampoco me gustan los profesores -exclamo-. Ya sean los de aqui o los de cualquier otra parte de la ciudad. Detesto a esos supuestos estudiantes que se pasean por ahi, responsables de mas crimenes que todo un ejercito de villanos.

– Yo tambien fui estudiante.

Bullock se relajo y sonrio.

– Sir Hugo, son los nervios. Por supuesto que hay muchos profesores y estudiantes que son buenos hombres y dedican su vida a estudiar y rezar.

– Es Braose el que no os gustaba, ?verdad? -pregunto Corbett.

Bullock levanto la cabeza; las lagrimas caian de sus ojos.

– Cuando era joven -empezo el baile-, solo un chiquillo, un imberbe, era el escudero de mi padre en el ejercito de De Montfort. ?Conocisteis alguna vez al gran conde?

Corbett sacudio la cabeza.

– Una vez hablo conmigo -dijo Bullock-. Se bajo del caballo y me dio una palmadita en el hombro. Me hizo sentir importante. No le gustaban las ceremonias, pero cuando hablaba era como escuchar musica: el corazon te daba un vuelco y la sangre empezaba a correr por tus venas.

– Y sin embargo, ahora servis al rey -apunto Corbett.

– Parte del sueno murio -explico Bullock-, parte de la vision se perdio, pero el bien de la comunidad del reino todavia es una idea por la que merece la pena luchar. Desde luego, tambien me importa el rey Eduardo, aunque eso tambien forma parte de la tragedia, ?verdad? -continuo Bullock-. En su juventud, el rey era como De Montfort. Pero ya basta, estoy cotilleando como una vieja bruja. Debemos partir.

Corbett y Ranulfo bajaron con Bullock las escaleras y salieron de la residencia. Las calles y los caminos estaban abarrotados, pero el baile caminaba con gran diligencia. La gente se apartaba a su paso como se abren las olas ante la llegada de un gran buque. El no miraba ni a la izquierda ni a la derecha. Corbett se sorprendio de la rapidez con la que los estudiantes, mendigos, incluso los comerciantes mas importantes, procuraban mantenerse bien alejados del camino de aquel baile tan menudo. Se detuvieron en la esquina de Bocardo Lane, donde los soldados estaban arrestando a unas prostitutas. Corbett tiro de la manga de Ranulfo.

– ?Murio Maltote en paz?

– Hice lo que crei necesario, amo. -Miro a los ojos de Corbett-. Y si lo mismo me ocurre a mi, espero que vos hagais otro tanto.

Continuaron, siguiendo a Bullock hacia las afueras de la ciudad, a traves del puente levadizo que llevaba hasta el castillo. Sir Walter los condujo al salon principal y les dijo que se sentaran detras de la mesa sobre el estrado. Mientras, el se dirigio a una esquina donde lleno unas copas de vino blanco.

– Siento todo este desorden. -Se disculpo mientras servia las copas y despejaba la mesa de huesos de pollo y pedazos de pan-. ?Subid a los prisioneros! -ordeno a un soldado que hacia guardia en la puerta-. Y decidles que no quiero ni una sola insolencia. -Se sento entre Corbett y Ranulfo. Cogio una servilleta y se empezo a limpiar los dedos. Observo como Corbett le miraba-. Es grasa -explico senalando el desorden que habia sobre la mesa.

– No, no -rectifico Corbett-. Sir Walter, habeis… -Corbett sacudio la cabeza-. Nada, es solo algo que he visto.

Levanto la vista en el momento en que las puertas se abrian de par en par y dejaban entrar a los soldados de Bullock y a todo el sequito de estudiantes de mirada arrepentida al salon.

– He soltado a las prostitutas -suspiro Bullock-. Les propine una buena azotaina en el trasero y las deje marchar. Estaban causando demasiado alboroto entre mis hombres.

Pusieron en fila a los estudiantes. Sus rostros estaban sucios y algunos tenian moratones y heridas abiertas en las mejillas o alrededor de la boca.

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