– Bueno, ahora ya estais sobrio, ?verdad, David ap Thomas? ?Dad un paso al frente!
El gales, todavia vestido con su tunica gris hecha jirones y las manos fuertemente atadas al frente, obedecio. Habia perdido su arrogancia, tenia un corte en un lado de la boca y su ojo izquierdo, medio cerrado, empezaba a ponerse morado. Sin embargo, no dudo en protestar.
– Soy estudiante de Sparrow Hall -declaro-. Tambien soy escribano. Se recitar el salmo; exijo ver al clero. No teneis derecho a juzgarme ante una corte secular.
– ?Callad! -gruno Bullock-. Nadie os esta juzgando. -Levanto un dedo-. Cuando haya acabado con vos, os enviare a la corte de los censores. Tendreis que volver a Gales, chico.
Ap Thomas enrojecio de furia. Corbett chasqueo los dedos y le indico que se acercara.
– Senor Ap Thomas -empezo a decir con calma-, ayer por la noche uno de mis hombres fue asesinado por el Campanero. Eso es traicion y ya sabeis cual es la sentencia para un traidor.
Ap Thomas se humedecio los labios.
– No se nada acerca del Campanero -anadio-. Ponedme bajo juramento si quereis.
– Despues de haberos observado ayer por la noche, ya se que eso no significaria nada para vos -espeto Bullock.
– Tomadme juramento -repitio-. No se nada.
– Pero enviasteis al pobre Passerel a la muerte.
– Eso fue porque pensamos que habia matado a Ascham.
– ?Y por que? ?Por que -pregunto Ranulfo con tono de mofa- deberia David ap Thomas preocuparse por un viejo bibliotecario?
– Ascham era muy bueno con nosotros -replico Ap Thomas.
– Si, ya se -interrumpio Corbett-. Os hablo de las antiguas tradiciones.
– Tambien nos daba dinero -explico Ap Thomas-. Nos daba algunas monedas de plata para nuestras fiestas.
– ?Por que lo hacia? -pregunto Corbett-. Ascham no era un hombre rico.
Ap Thomas se encogio de hombros.
– Tampoco era mucho dinero; aunque despues de su muerte recibi una bolsa con monedas de plata y una nota breve que decia que Ascham queria que fueran para mi.
– ?Donde esta esa nota?
– La rompi. Estaba escrita con unos garabatos.
– Pero ?quien os la entrego?
– En realidad fue el mismo Passerel.
– Entiendo -contesto Corbett-, y supongo que la carta estaba sellada.
– Si. Passerel me la dio con la bolsa de monedas; dijo que la habia hallado entre las pertenencias de Ascham.
– Os dais cuenta, supongo -prosiguio Corbett-, de que el dinero procedia seguramente del Campanero y de que caisteis directamente en la trampa. Vuestro querido Ascham, la fuente de conocimiento de vuestros ritos paganos, habia sido brutalmente asesinado e, incluso despues de muerto, demostro su generosidad con esa donacion de dinero. El Campanero sabia exactamente como reaccionariais: beberiais, llorariais su muerte y luego buscariais un culpable. Passerel no era mas culpable de la muerte de Ascham que yo mismo -continuo Corbett implacable.
– ?Le disteis vos el veneno a Passerel? -pregunto Ranulfo.
– ?Claro que no! La noche que murio estabamos… -La voz se le quebro.
– ?En los bosques? -pregunto Ranulfo.
– Lo siento -fue la respuesta de Ap Thomas.
– Mas lo sentireis -interrumpio Bullock con una sonrisa-. ?Sabeis algo de las muertes de esos pobres mendigos?
Ap Thomas movio sus manos huesudas.
– Nada -protesto-. Brakespeare y Senex se dejaban ver a veces cerca de Sparrow Hall, pero no se nada de sus muertes.
– ?Vamos, llevadles de nuevo al calabozo! -grito Bullock al capitan de su guardia.
– Sir Walter -intervino Corbett-. El senor Ap Thomas ha resultado de gran ayuda. Sus crimenes se deben mas a su locura que a una traicion o a su maldad. Entregadle a el y a sus companeros a los censores de la universidad.
Bullock tomo un sorbo de su copa.
– De acuerdo. ?Llevaos a esos bastardos! -exclamo-. Ya estoy harto de ellos.
Los guardias empujaron a Ap Thomas y a sus seguidores a traves de la puerta. El baile se puso en pie y apuro la copa.
– Mantendre a mis guardias por los alrededores de Sparrow Hall esta noche. ?Sir Hugo?
Corbett levanto la mirada.
– Lo siento, senor baile. Tenia la mente en otro sitio. -Se puso en pie-. Estaba pensando… -Corbett se miro las botas-. Es facil determinar por su ropa que Ap Thomas y sus companeros estuvieron en el campo -hizo una pausa-; pero los cadaveres que trajeron, sir Walter, ?os disteis cuenta de si tenian restos de barro, tierra o hierba?
Bullock sacudio la cabeza.
– Dudo que los mendigos -anadio Corbett-, aunque fuesen viejos, se dejaran matar tan facilmente. Ademas, si un hombre es perseguido a traves de un bosque, sus piernas, manos y por descontado su rostro estarian llenos de multiples aranazos de zarzas o de tojos.
– No vi nada de eso -replico Bullock-. Pero, venid, sir Hugo, Ranulfo. Todavia conservo las ropas y pertenencias de esos mendigos. Estan en el almacen, cerca de mi cuarto.
El baile condujo a Corbett fuera del salon y subio por unas escaleras de caracol estrechas construidas de piedra. De vez en cuando Bullock se agarraba a las cuerdas que habia a un lado, deteniendose para recuperar el aliento. Por fin llegaron a un rellano de la escalera y Bullock saco un manojo de llaves de su cinturon y abrio una habitacion que habia a la derecha. Corbett tuvo que hacer un esfuerzo para ocultar su sorpresa al ver la camara privada del baile, espaciosa y limpia. El suelo estaba fregado y cubierto de alfombras. Encima de una ventana con forma de diamante habia un triptico de la pasion de Cristo, con la virgen Maria y san Juan a ambos lados. Una cama con dosel dominaba la habitacion; debajo de la ventana habia un escritorio con una enorme silla cuadrada y unos taburetes al lado de unas arcas cubiertas. Sin embargo, lo que mas le llamo la atencion fueron las estanterias que iban del suelo hasta el techo a ambos lados de la ventana, todas llenas de libros.
– Nunca juzgueis un libro por su cubierta -bromeo Bullock-. Estais ante mi orgullo y mi entretenimiento, sir Hugo. Algunos de los libros los he comprado yo, pero la mayoria son un legado de mi tio, que era prior de la abadia de Hailes.
Se encamino hacia una estanteria y saco un tomo, que mostro a Corbett despues de quitarle el polvo.
El escribano reconocio el titulo:
– Es la joya de mi coleccion -manifesto con orgullo Bullock, acercandose a su lado. Senalo la caligrafia en cursiva y unos hermosos dibujos que marcaban el inicio de cada parrafo-. Estan copiados directamente del original -anadio el baile-. Esos bastardos de Sparrow Hall saben que lo tengo. Tripham me ofrecio dinero por el, pero yo me he negado a venderlo.
Puso el libro de nuevo en la estanteria, cogio una llave de un gancho de la pared y condujo a Corbett al almacen, que era un lugar alargado y estrecho, lleno de arcas y cajas de madera. Bullock agarro una y la saco a la escalera.
– Si no os importa -dijo-, preferiria que estuvieran lejos de mi habitacion. -Removio su contenido levantando una nube de polvo.
El baile regreso a su cuarto mientras Corbett empezo a sacar algunos harapos.
– Ordene que desnudaran los cuerpos -exclamo Bullock-. Esos pobres bastardos no se habrian podido permitir un ataud, pero me asegure de que los enterraran amortajados como Dios manda.
Corbett deposito las diferentes piezas de ropa en el suelo: botas viejas destrozadas, calzas zurcidas y hechas jirones, un junquillo de piel, una chaqueta bastante carcomida por las polillas, pues la piel de los bordes se caia a pedazos, una camisa de lana, llena de agujeros y rota. Corbett intento no prestar atencion al hedor de las prendas mientras examinaba cuidadosamente las botas y las calzas.