– Ni un resquicio de hierba -murmuro mirando a Ranulfo-, ni una hoja. ?Nada! No creo que mataran a estos hombres donde los encontraron.

Ranulfo recogio unas calzas y examino las hebras de lana.

– Mirad, amo. -Senalo unos pequenos guijarros que habian quedado atrapados alli.

– Y aqui tambien. -Corbett senalo otro par de calzas color verde botella desgastado. Luego examino las botas: tampoco encontro barro ni nada que indicara que los mendigos fueron asesinados en un campo o bosque.

– Ponlo todo en su sitio -ordeno Corbett.

Estaba ayudando a Ranulfo en la tarea cuando Bullock salio a su encuentro.

– ?Habeis acabado?

– Si.

El baile metio dentro de nuevo la caja a patadas y cerro la puerta de golpe.

– Bueno, sir Hugo, ?que pensais?

– Sospecho -replico- que esos hombres no fueron asesinados en ningun ritual satanico. Dudo que se encontraran vagabundeando por un paraje o campo solitario: fueron asesinados aqui en Oxford. Quizas en alguna calle o callejuela.

– Pero ?por que? -pregunto Ranulfo.

– Quiza por placer -respondio Corbett-. Alguna alma enferma a la que le gusta ver a un anciano rogar por su vida antes de matarle. Por eso fueron elegidos. ?Quien echaria de menos a un mendigo?

– ?Por pura maldad? -exclamo Bullock-. ?Solo por el gusto de matar?

– Algo asi -concluyo Corbett-. Un alma endiablada. Alguien que se cuela en las calles por la noche, elige a su victima y le da caza como si fuera un conejo o un faisan.

– Sin embargo, nadie ha oido o ha visto nada -apunto Bullock.

– Pensad en la cantidad de sitios que hay desiertos en la ciudad -contesto Corbett-. El viejo cementerio judio, por no mencionar los grandes espacios abiertos de territorios publicos.

– Pero ?que ocurrio con la sangre? -pregunto Ranulfo.

– Hemos tenido tormentas de verano que podrian haber limpiado toda huella -contesto Corbett.

– Pero, en ese caso -intervino Bullock-, ?por que no fueron los cadaveres encontrados donde los mataron? ?Por que se arriesga el asesino a sacarlos fuera de la ciudad y a colgar sus cabezas de las ramas de los arboles?

– No lo se -respondio Corbett-. Pero, sir Walter -extendio la mano-, a partir de ahora, Sparrow Hall debera ser vigilado cada noche hasta que todo este asunto se aclare.

El baile estuvo de acuerdo y Corbett y Ranulfo se marcharon.

– ?Le habeis comunicado a lady Maeve la muerte de Maltote? -pregunto Ranulfo mientras se dirigian a la calle que los llevaria a Broad Street.

– Si -murmuro Corbett. Se detuvo y levanto la vista hacia el cielo azul que entresalia de las casas-. Lo siento, Ranulfo. Siento enormemente que Maltote haya muerto, pero ya tendre tiempo de lamentarme cuando esto se acabe y el asesino sea castigado. -Se froto un lado de la cara-. Su cadaver sera enviado a alguna abadia para que lo embalsamen y luego lo lleven a Leighton. Solo hay un viejo tejo en el cementerio. Lo podemos enterrar debajo. - Corbett prosiguio su camino-. Lo que ahora me tiene desconcertado -continuo- son las muertes de esos mendigos. Siempre pense que Ap Thomas era el responsable.

Ranulfo estaba a punto de responder cuando escucho un ruido a sus espaldas. La calle, una via estrecha, estaba solitaria, y habia escuchado unos pasos de bota. Agarro a Corbett, lo empujo contra la pared y, mientras lo hacia, algo golpeo en la fachada de una casa que sobresalia un poco mas adelante. Ranulfo escudrino en la oscuridad, pero no vio nada a excepcion de un gato al que habian perturbado su reposo que cruzaba la calle. Luego percibio una sombra oscura moviendose en el portal de una casa y un brazo echado hacia atras. Aparto a Corbett hacia otro lado. Otra vez se escucho el golpe de una piedra golpeando una pared mas abajo de la calle.

Ranulfo desenvaino su daga y avanzo, pero, cuando llego al lugar en el que habia entrevisto aquella sombra, no encontro nada. Solo oyo el ruido de unos pasos que se perdian a lo lejos del estrecho arroyuelo que llevaba fuera de la calle. Se agacho y recogio unos guijarros pequenos y finos. Corbett se acerco.

– Una honda -dijo Ranulfo poniendose en pie con un guijarro en la mano. Lanzo el guijarro al aire y lo volvio a coger, permitiendo que se estrellara contra la palma de su mano-. Si uno de esos nos hubiera alcanzado, amo…

– ?Nos podria haber matado? -pregunto Corbett.

– He visto hacerlo otras veces -explico Ranulfo-. ?Habeis olvidado la historia de la Biblia? Asi mato David a Goliat.

– No, no lo he olvidado -contesto Corbett cogiendo el guijarro de la mano de Ranulfo-. Yo tambien he visto hacerlo a los muchachos en la epoca de siembra, que detras de sus padres y armados con una honda van espantando a los cuervos merodeadores. -Miro hacia el estrecho y oscuro arroyuelo-. Y asi es como me ve el Campanero -continuo-. Como un cuervo molesto que se mete en todo y al que deberia exterminar.

Prosiguieron su camino. Corbett se detuvo ante una casa abandonada para examinar la fachada que habia detenido el primer guijarro: vio como la piedra habia penetrado profundamente en el yeso.

– No hay otro remedio -declaro-. A menos que sea necesario, Ranulfo, es mejor que no salgamos.

– Pudo ser Bullock -senalo Ranulfo-. Sabia que habiamos salido del castillo.

– Si -contesto Corbett-, o el Campanero. O, de nuevo, uno de los amigos de Ap Thomas.

Corbett se alegro de llegar a Carfax; atraveso las calles bulliciosas, se abrio paso entre la multitud, con una mano en el zurron y la otra en la daga, consciente de la cantidad de ladronzuelos que habria camuflados. Ranulfo le seguia de cerca. De vez en cuando daba media vuelta y se ponia de puntillas para mirar por encima del gentio, pero no creyo ver a nadie que los siguiera. Cuando llegaron a la residencia entraron por la puerta trasera, porque la entrada principal estaba abarrotada de estudiantes y Corbett quiso evitar un nuevo enfrentamiento con Ap Thomas. Norreys estaba en el patio, cerca del pozo, limpiando algunos barriles.

– ?Ah, sir Hugo! -se acerco a ellos sonriendo, aunque su mirada parecia nerviosa y tenia el rostro palido y unas ojeras pronunciadas-. Las noticias del arresto de Ap Thomas estan en boca de todo Oxford -balbuceo-. El profesor Tripham y sus colegas quieren veros en la biblioteca. -Se limpio las manos en su propio delantal de piel-. Me preguntaron si seriais tan amable de acudir inmediatamente.

– Hemos visto a los estudiantes en la calle -remarco Corbett-, por eso decidimos entrar por detras.

– ?Oh! No armaran ningun jaleo -explico Norreys-. Ap Thomas y sus amigos no parecen estar muy bien. Ahora son mas un hazmerreir que otra cosa. -Volvio al barril que estaba limpiando y coloco firmemente la anilla clavando las estaquillas de madera. Se quito el delantal-. Ire a buscar mi capa y os acompanare.

Corbett atraveso la calle de camino a la universidad. Esta vez encontro el ambiente mas calmado y a los estudiantes mas respetuosos. Incluso se echaron a un lado para dejarles pasar. En la universidad los esperaba un sirviente que los condujo apresuradamente a la biblioteca. Al cabo de un rato llegaron Tripham, el profesor Barnett, Churchley y Appleston. Lady Mathilda llego la ultima, golpeando el suelo con su baston negro labrado y con la cabeza en alto arrogante, como una reina. Ranulfo observo como Moth la ayudaba a sentarse en una silla de respaldo alto, en un extremo de la mesa de la biblioteca; luego miro con curiosidad a Corbett, que parecia perdido en sus pensamientos. Norreys se acerco, resoplando y grunendo por lo bajo. Luego se limpio las manos en su tunica. Tripham les pidio que se sentaran.

– Os ofreceria un poco de vino, sir Hugo -anadio con sarcasmo-, pero el profesor Churchley me ha dicho que teneis cierta reticencia a comer o beber algo de aqui.

– Y creo que vos deberiais hacer otro tanto -contesto Corbett-. Los asesinatos de Ascham y Passerel fueron cometidos sin orden ni concierto. Lo mismo puede decirse del de mi buen siervo Maltote. El Campanero ataca cuando lo desea, no para salvaguardar su identidad sino para acumular mas dolor y ofensas. ?Queriais verme?

– Me… -balbuceo Tripham-. Nos gustaria presentarles nuestras quejas; el baile nos ha informado de que Sparrow Hall va a estar acordonado desde el anochecer hasta el amanecer. ?Es realmente necesario?

Corbett se encogio de hombros.

– Este es un asunto que os concierne a vos y a la universidad -contesto-, pero Maltote era un siervo del rey y fue asesinado brutalmente. Ademas, un buen numero de vuestros estudiantes, profesor Tripham, va a enfrentarse a serios cargos de lujuria y quiza de practicas de magia negra.

– No somos responsables de la vida privada de todos los estudiantes -protesto Tripham.

– Y yo tampoco de la de cada sirviente de la Corona -respondio-. Ademas -Corbett subio el tono de voz-, cuando venia hacia aqui han vuelto a atacarme. Un guijarro lanzado con honda casi me alcanza la cabeza.

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