que ha pasado. Despiertame cuando doblen las campanas para visperas.
Corbett subio a su cuarto. Un sirviente iba delante de el llevando las sabanas limpias y las almohadas que Ranulfo habia ordenado. El cuarto era austero, tenia las paredes blanqueadas y estaba amueblado con una mesa tambaleante y dos taburetes, pero las camas eran comodas y estaban limpias. Una vez que el mozo cambio las sabanas, Corbett cerro la puerta con pestillo, se echo en la cama tapandose con las mantas y se quedo profundamente dormido.
Durmio alrededor de una hora. Cuando se desperto llevo la mano a la daga, que estaba en el suelo, hasta que recordo donde se encontraba. Se quito las mantas de encima, se levanto y se aseo. Se sintio mejor, y cuando bajo al bodegon se encontro a Ranulfo entretenido en un juego de azar. Su sirviente le guino un ojo complice, recogio sus ganancias y siguio a Corbett hacia el jardincito que habia detras de la taberna.
– ?Os encontrais mejor?
– Si. -Corbett se desperezo-. Ha sido todo tan rapido, Ranulfo. Estas cazando a un asesino y antes de que te des cuenta el malnacido te atrapa a ti. ?Se lo habeis contado a Tripham?
– Sparrow Hall es un caos -replico Ranulfo.
– ?Caos?
– Bullock ha sacado el cadaver de Norreys y lo ha llevado al mercado de Broad Street. Lo han colgado de una horca como advertencia a otros asesinos.
– ?Y que hacen los demas?
– Son prisioneros de su propia universidad. Son como gorriones atrapados en una jaula.
Corbett sonrio ante el juego de palabras.
– Si pudiera… -se escucho la voz de Bullock, que entraba por el jardin.
– Le dije que estabamos aqui… -susurro Ranulfo.
– Si pudiera -repitio el baile subiendose el cinturon de piel por encima del voluminoso estomago-, arrestaria a todos esos bastardos y los meteria en las mazmorras -miro a Corbett-. Hicisteis una tonteria, sir Hugo. Podriais haber acabado hecho picadillo dentro de un barril.
– Necesitaba pruebas y sospeche que Norreys me seguiria. -Corbett se encogio de hombros-. Pero ahora ya ha pasado y debemos concentrarnos en Sparrow Hall.
– Una vez que suene el toque de queda -replico Bullock- habra mas soldados en Sparrow Hall y en la residencia que moscas alrededor de una boniga. Tambien he dejado algunos hombres vigilando en la calle de fuera; pense que deberia deciroslo. -El baile giro sobre sus talones y se marcho.
– Y ahora, ?que, amo?
– No lo se, Ranulfo.
Corbett levanto la vista hacia el cielo, que todavia estaba tenido de rojo por la puesta de sol. Aparto con la mano a los mosquitos que habian empezado a merodear a pesar de las escudillas de vinagre que habian colocado a lo largo del camino del jardin.
– El Campanero no volvera a atacar, por lo menos, no a nosotros. Ya no decapitaran a mas mendigos en las bodegas de la residencia. -Oyo una risa, seguida de la voz de un joven que entonaba un villancico en una de las camaras del piso de arriba-. ?Estabais probando suerte?
Ranulfo se paso el dado de una mano a otra.
– Si, y no estaba haciendo trampas.
Corbett coloco una mano sobre el hombro de Ranulfo.
– Te debo la vida.
Su sirviente aparto la mirada.
– ?Que pensais de
– Son dificiles de entender, pero constituyen un reto.
– Bueno, parece que tendremos a un nuevo Ranulfo, ?eh? -Corbett siguio su mirada hacia la puerta de la taberna-. Se acabaron los lios de faldas. A partir de ahora los viejos herreros de Londres dormiran mucho mas tranquilos por la noche, ?eh?
Entraron en el bodegon y Corbett pidio algo de vino. Ranulfo penso que Corbett subiria directamente a su camara, pero, sorprendentemente, el escribano se unio a un grupo de estudiantes que estaban sentados al fondo en una esquina. Uno de ellos tenia un tejon domesticado y estaba ocupado dandole gotitas de aguamiel que el animal engullia con avidez.
– ?Hace mucho que lo teneis? -pregunto Corbett.
El estudiante levanto la mirada.
– Desde que era un cachorro. Lo encontre merodeando en los pantanos de Christ Church. Dicen que traen suerte.
– ?Y ha sido asi? -pregunto Corbett sentandose a su lado.
– Bueno, de momento se esta bebiendo mi aguamiel. -El estudiante lanzo una mirada de envidia a la copa de Corbett, por lo que el escribano llamo a un mozo.
– Lo mismo para mis companeros -pidio.
– Pero vos no estais interesado en los tejones, ?verdad? -le pregunto el joven timidamente.
– No, teneis razon -replico Corbett-. Decidme, ?habeis oido hablar del Campanero y de sus proclamas?
– He oido muchas cosas, senor, de las muertes en Sparrow Hall y en la residencia.
– ?Habeis leido las proclamas? -pregunto Ranulfo.
– Les he echado un vistazo. -El estudiante senalo al resto de sus acompanantes-. Todos lo hemos hecho.
– ?Y? -pregunto Corbett.
El joven cogio a su tejon entre los brazos y empezo a acariciarlo con ternura.
– Mucho ruido y pocas nueces, senor. ?Que nos importa De Montfort? Es obra de algun chiflado. No conseguira que los estudiantes cojan las armas y marchen hacia Woodstock.
– ?Y cual es el sentimiento general?
– Yo solo lei las proclamas porque las colgaron en la puerta de Wyvern Hall -explico el estudiante-. Pero, para seros francos, senor, me trae sin cuidado si el Campanero esta vivo o muerto.
Corbett le dio las gracias, dejo una moneda sobre la mesa para que comprase mas aguamiel para el tejon y, seguido por un Ranulfo que le miraba lleno de curiosidad, regreso a su cuarto.
– ?Que ha sido todo eso? -pregunto Ranulfo cerrando la puerta.
– Algo que habiamos pasado por alto -replico Corbett-. Volvamos al primer dia en el feudo de Leighton. El rey Eduardo llega subiendose por las paredes por el hecho de que De Montfort parece haber vuelto de entre los muertos. Al rey le importa y por eso tambien a nosotros; despues de todo, somos sus sirvientes mas fieles, sus escribanos reales. Venimos a Oxford y cometemos el error de entrar en el mundo del Campanero. Sin embargo, mientras estaba fuera, en el jardin, contemplando el cielo, recorde algo que me dijiste en la residencia. ?A quien le importa realmente? Y los estudiantes de abajo, el joven con el tejon, son la prueba mas evidente. -Vio la confusion en los ojos de Ranulfo-. Lee a tu querido san Agustin: la realidad es solo lo que percibimos. San Agustin percibio a Dios, y de pronto toda su antigua realidad, la lujuria, las juergas, la bebida y las mujeres desaparecieron. -Corbett se reclino en la cama-. ?Quien sabe si lo mismo le pasara a Ranulfo-atte-Newgate? Y otro tanto podemos decir del rey: De Montfort es un demonio que persigue su alma; para el, el Campanero supone una terrible amenaza a la Corona y a su ley.
– Pero ?en realidad?
– La realidad -continuo Corbett- es que a la gente le trae sin cuidado. De Montfort murio hace casi cuarenta anos: el Campanero esta apuntando directamente al rey. Cuestionemonos la pregunta de Ciceron:
– ?Marcarse puntos? -sugirio Ranulfo.
– Pero ?por que? ?Por que ahora? ?Que sentido tienen los asesinatos? ?Por que me atacaron? ?Y por que el caos en Sparrow Hall? -Corbett tiro de una hebra suelta de la manta-. Bueno, esa debe de ser su advertencia - anadio por lo bajo.
– ?Que advertencia, amo?
– El caos -contesto Corbett-. Al Campanero parece que le encanta crear confusion, y si ese es el caso, creeme, Ranulfo, antes de que seamos mucho mas viejos habra otro asesinato en Sparrow Hall.