Capitulo XII
Ranulfo estaba sentado dentro de la iglesia de San Miguel. Se acomodo en la base de un pilar y contemplo el interior del templo, fascinado por los cuadros tan llamativos que habian pintado alli. La iglesia estaba practicamente a oscuras a excepcion de dos velas encendidas, que brillaban como los ojos de alguna bestia atisbando entre las tinieblas. Las velas iluminaban un fresco que representaba a Cristo en el Juicio Final, rodeado de sus angeles y dispuesto a pronunciar su sentencia final: la vida o la condenacion eternas. Esqueletos fantasmagoricos, vestidos con sudarios, levantaban las manos suplicantes hacia los angeles que revoloteaban sobre ellos con las espadas en alto. En la pierna izquierda de Jesucristo, habian pintado unas cabras que montaban unas brujas esqueleticas rodeadas de un enjambre de demonios y que torturaban por ultima vez a las almas antes de que las puertas de la eternidad se cerraran para siempre.
– Recordad que del polvo nacisteis y en polvo os convertireis.
Ranulfo se volvio sobre sus hombros hacia el pequeno resquicio de luz que salia de la ventana de la anacoreta.
– ?La muerte llegara -entono la vieja- y saltara como una trampa sobre cada alma viviente de la tierra!
– ?Volved a vuestras oraciones! -le grito Ranulfo.
– Rezo por vos -replico Magdalena-. Passerel rezo en este lugar, pero murio: el asesino se colo dentro como una vibora, sin hacer ruido. Ni siquiera grito cuando se tropezo con la barra de hierro de la puerta. ?Asi que rezad!
– Me haran falta vuestras oraciones -replico Ranulfo con brusquedad.
Volvio la vista al fondo de la nave de la iglesia, hacia una cruz que colgaba sobre el elevado altar. Estaba pensando en lo que la anacoreta habia dicho cuando un ruido le hizo volverse, pero era solo una rata trepando por un ataud parroquial colocado sobre unos caballetes en el crucero. Ranulfo se paso un dedo por los labios. No podia concentrarse para rezar, solo pensaba en el pobre Maltote. Giro ligeramente hacia la izquierda para ver la estatua de la Virgen y el Nino que se alzaba frente a una lampara de aceite a la izquierda del altar. Ranulfo apenas pudo recitar el ave maria: ?que recuerdos podia tener de su madre, una mujer de temperamento inestable que le abofeteaba cada dos por tres y acabo por echarlo a la calle? Un dia Ranulfo volvio a su casa y se la encontro muerta; habia cogido la peste. Se quedo mirando como los sepultureros la ponian en una carretilla para echarla junto al resto de cadaveres en los grandes fosos de cal a las afueras de Charterhouse.
La puerta de la sacristia se abrio y el padre Vicente salio por ella. Se arrodillo frente a la reja que separaba el coro de la nave y atraveso la iglesia. Ranulfo se puso en pie para recibirlo, sin intenciones de asustar al padre.
– ?Quien es? -pregunto el cura deteniendose, atisbando a traves de la oscuridad.
– Ranulfo-atte-Newgate.
– Ya me parecia haber oido un ruido -anadio el padre Vicente. Hizo sonar el punado de llaves que llevaba en las manos-. Ahora debo cerrar. -Se acerco y vio el libro que tenia Ranulfo-. ?Estabais en vuestras oraciones, senor?
– ?Estaba rezando! -grito Magdalena-. ?Estaba rezando por el juicio de Dios sobre Sparrow Hall!
– Son
El padre cogio el libro y lo sopeso en las manos.
– ?Os ayudara esto a coger a vuestro asesino? -pregunto con calma.
– No he venido para eso, padre. Vine a rezar.
– ?Quereis que escuche vuestras confesiones? -Los ojos cansados y ancianos del cura no se apartaron de los de Ranulfo-. ?Quereis que os de la bendicion, Ranulfo-atte-Newgate?
– He cometido tantos pecados, padre…
– La absolucion los acepta todos -replico el padre.
– He cometido lujuria, he ido de putas, me he entregado a la bebida. -Ranulfo le arrebato el libro de las manos-. Y sobre todo, padre, he matado. He matado a un hombre esta tarde.
El cura retrocedio.
– Fue en defensa propia -explico Ranulfo-. Tuve que matarle, padre.
– Si fue asi -contesto el cura-, no cometisteis ningun pecado.
– Pero tengo intenciones de volver a matar -anadio Ranulfo-. Deseo matar al asesino de mi amigo y llevar a cabo su ejecucion.
– Eso es asunto de la ley -apunto el padre a continuacion.
– Le matare, padre.
El cura se santiguo.
– Entonces no puedo daros la absolucion, hijo mio.
– No, padre, no pensaba que pudierais
Ranulfo se arrodillo y sin volver ni una sola vez la vista atras salio de la iglesia.
Corbett estaba en su escritorio y acerco dos velas de sebo para iluminar con su luz el trozo de pergamino que tenia enfrente. Fuera, en el patio, los perros aullaban a la luna. De vez en cuando se oian ruidos de risas y jaleo procedentes de la planta de abajo. Corbett habia abierto las contraventanas. La brisa de la noche era calida, agradable y entremezclaba la fragancia de las flores del patio con los olores mas placenteros de la cocina y del jardin. Corbett se sentia intranquilo. Bajo la vista hacia el trozo de pergamino en blanco e hizo un esfuerzo por poner en orden sus pensamientos.
– ?Que tenemos aqui? -se pregunto. Hundio la pluma en el bote de tinta.
Asunto 1: El que se hace llamar
Asunto 2: ?Cual de los profesores de Sparrow Hall podria moverse con tanta rapidez por todo Oxford? ?Tripham? ?Appleston? Barnett seguramente no, ya que parece dedicar su vida a expiar todos sus pecados. ?Quiza lady Mathilda, golpeando con su baston el suelo de guijarros? ?O seria el silencioso Moth? Sin embargo, parece no estar muy en sus cabales y no sabe leer.
Asunto 3: Ascham sabia algo. ?Que libro estaria buscando? ?Por que escribio PASSER… con su propia sangre mientras moria? ?Y por que Passerel murio de forma tan silenciosa en la iglesia de San Miguel?
Corbett levanto la pluma. Ranulfo habia ido alli; decia que queria rezar. Espero que se encontrara bien. Sonrio inexorable cuando recordo la frialdad con que Ranulfo se enfrento a Norreys.
Asunto 4: Langton. ?Por que le envenenaron? ?Y por que llevaba una carta de advertencia del Campanero para el?
Asunto 5: Todas las muertes son obra del Campanero, pero ?por que?
Corbett volvio a dejar caer la pluma sobre la mesa y se froto la cara. Miro la vela de las horas, pero estaba tan desgastada que apenas pudo distinguir las marcas que indicaban el paso del tiempo. Se levanto, se quito el junquillo, se santiguo y se tumbo en la cama. Descansaria durante un rato y, cuando regresara Ranulfo, continuaria con su trabajo. Penso en Maeve, Eleanor y el tio Morgan en Leighton. Quiza Maeve estaria en la solana hablando con su tio o tal vez en el dormitorio. Maeve siempre era la ultima en irse a dormir; siempre tenia la mente ocupada en prepararlo todo para el dia siguiente. Corbett cerro los ojos, dispuesto a descansar durante un rato.
Cuando se desperto las contraventanas estaban cerradas y las velas, apagadas. Ranulfo dormia profundamente en la cama de al lado. Corbett oyo ruidos en el patio. Abrio las contraventanas y durante unos segundos el sol le dejo medio ciego.