– ?Por que me dices todo esto aqui?

– Porque tu sabes cosas de Alejandro que los demas no saben: sus suenos, su mente y los demonios que acosan su alma. Tal como dije, esta confuso por el sacrificio y la constante campana de rumores. Alejandro busca el combate. Una gran victoria sobre Persia significara la vindicacion de los dioses. Ya he hablado suficiente. ?Quedate aqui!

Aristandro se alejo. Dos de sus guardaespaldas se levantaron de un salto y corrieron hacia el campamento. El nigromante llamo a Telamon para que viniera a calentarse junto a la hoguera.

– ?Bueno, bueno! -dijo complacido Aristandro extendiendo las manos y con su rostro cruel alumbrado por las oscilantes llamas-. ?Unos chicos encantadores! -murmuro.

A Telamon le recordaban a una manada de lobos preparados para cazar.

– ?Muy bien, muchachos! -exclamo Aristandro dando unas palmadas-. Repasaremos el discurso de Creon en la obra de Sofocles. Lo diremos juntos, hasta la mitad. Es una pena que mi enano Hercules no este aqui. ?Que le vamos a hacer! Yo llevare la voz cantante -dijo, y comenzo-: «Ninguna herida es mas profunda…».

El resto de los guardaespaldas se unieron:

… que el amor que se ha convertido en odio.

Esta muchacha es una enemiga: ?fuera con ella!

Una vez sorprendida en acto flagrante,

la unica traidora en nuestro Estado,

no puedo convertirme yo tambien en un traidor.

Asi que ella debe morir…

Telamon escucho atentamente mientras los barbaros vociferaban las estrofas, ansiosos por complacer al hombre pequeno sentado a su derecha. Aristandro hizo un gesto para pedir silencio.

– Yo mismo les ensene griego. Estoy muy orgulloso de los muchachos, y tambien lo esta Hercules. ?No quieres un guardaespaldas, Telamon? En un lugar como este, poblado de serpientes, alguien tendria que protegerte la espalda.

– Tengo mi propia opinion al respecto.

– ?Bien!

Aristandro se volvio y comenzo a canturrear casi para si mismo una de las nostalgicas canciones de su guardia celta. Los demas se sumaron y continuaban cantando cuando regresaron los otros dos en compania del fisico Leontes y el joven paje que se habia ofrecido para servir a Telamon. Ambos se veian somnolientos y ansiosos. Aristandro les hizo unirse al circulo. Leontes se sento en cuclillas y miro a Telamon con una expresion de suplica.

– Lamento haber interrumpido vuestros suenos -manifesto Aristandro con voz dulce-. Dime, Leontes, ?te gusta mi amigo Telamon o tienes celos de el?

– Se muy poco de el. ?Que es esto? ?No tienes ningun derecho!

– ?Tengo todo el derecho y mas!

Leontes se rasco la nariz. Parpadeaba sin cesar.

– ?Fuiste tu quien pego fuego a la tienda de Telamon?

– ?Por supuesto que no!

– En cambio, si que has estado en la nueva esta noche, ?verdad?

Leontes levanto las manos como si implorara clemencia.

– ?Verdadero o falso? -trono Aristandro-. Enviaste a mi amigo una jarra de vino. Un buen Chian en una preciosa jarra de ceramica samia roja y negra, con la tapa sellada. ?Siempre eres tan generoso con aquellos que no te agradan?

El corazon de Telamon dio un brinco.

– ?Quieres que vaya a buscar el vino? -prosiguio Aristandro-. ?Quieres que te lo haga beber?

– ?Que es esto, Leontes? -pregunto Telamon.

– Te envio un regalo -le explico Aristandro-. Contiene una pocima: ?belladona, cicuta, veneno de serpiente, beleno negro…?

Leontes se hubiera levantado de un salto, pero uno de los guardaespaldas lo obligaba a quedarse quieto.

– Si no me lo dices -susurro Aristandro-, acabare por enfadarme.

– No era mas que zumo de sena.

– ?Ah! ?Para vaciarle los intestinos? ?Para hacer que mi amigo Telamon se pasara todo el dia en la letrina? ?Por que lo has hecho, Leontes? Los cocineros del ejercito -anadio con un tono burlon- lo hacen mucho mejor. ?Que mas?

Telamon no podia dar credito a lo que escuchaba.

– ?Tienes cicuta entre tus polvos?

– Tengo un poco.

– ?Le diste un poco a aquella muchacha? ?La que encontraron perdida en los alrededores de Troya?

– ?No! ?No! ?Jamas toque la copa!

– Cierto, cierto -admitio Aristandro-. Al menos, no me parece que tu lo hicieras.

Leontes se veia cada vez mas palido y desesperado.

– Senti celos de Telamon. Pense que podia gastarle una broma.

– ?Cuanta sena? -pregunto Telamon-. ?Eres un maldito imbecil, Leontes! Sabes que puede causar lesiones muy graves.

– No hay nada como presenciar un debate entre fisicos -dijo Aristandro, en una repeticion del comentario que habia hecho Alejandro-. Pero cada vez es mas tarde y yo estoy mas cansado. Pasemos a otros asuntos, Leontes. ?Quien te dio las daraicas de oro que guardas en la bolsa oculta en un agujero cavado en el suelo debajo de tu cama? Le diste una a este paje.

El joven, que hasta entonces habia permanecido inmovil como una estatua, dio un respingo, asustado.

– He cruzado el Helesponto -tartamudeo Leontes-. Lo que tengo, me lo he ganado honradamente.

– ?Haciendo que? -replico Aristandro-. ?Como fisico o espia? ?Conoces a Lisias?

– ?Quien?

– ?Conoces a Memnon el rodio? ?El traidor griego a sueldo de Persia?

– Me lo presentaron.

– ?Y no te presentaron a Lisias? ?Sabias que Lisias queria encontrarse con Alejandro en Troya?

– Yo…, eh…, todos lo saben.

– ?No todos lo saben! Dime una cosa, Leontes -dijo Aristandro poniendose de pie y estirando los brazos-. ?Conoces a Arsites el satrapa? Dentro de muy poco arrasaremos sus territorios -Aristandro senalo hacia alli-. Sus tierras se encuentran precisamente al otro lado del Helesponto.

– Si, me he cruzado con el en varias ocasiones, pero siempre desde lejos.

– Vaya -respondio Aristandro agachandose-. Creo que estas mintiendo, Leontes. ?Por que te uniste al ejercito? Escribiste al rey para ofrecerle tus servicios.

– Conoci a su padre.

– ?No habra sido por el hombre que mataste en Atenas? ?El rico y poderoso comerciante de trigo? Confundiste una vulgar fiebre con algo mas grave y tus pocimas lo mataron.

– Fue un error. Tuve que huir.

– ?Conoces a alguien llamado Naihpat?

– No, no. ?De que estas hablando? -pregunto Leontes ensenando las palmas de las manos-. Admito que le gaste una broma a Telamon. Una estupidez por mi parte.

– Si, y sobornaste a un paje real para que te ayudara. ?Sabes que Alejandro recibio una advertencia secreta donde se citaba tu nombre, Leontes?

El fisico solto un gemido y se llevo la mano a la boca.

– «Recela de Leontes»; eso es todo lo que decia la nota. Por lo tanto, veamos, ?que tenemos aqui? -Aristandro comenzo a llevar la cuenta con los dedos-. Quemaron la tienda de Telamon, y creo que fue obra tuya. La muchacha a quien Alejandro deseaba interrogar muere a consecuencia de beber la cicuta anadida misteriosamente en su copa de vino. No nos dijiste que tenias cicuta en tu botiquin. Pareces haber conocido a Memnon y Arsites. Tienes

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