a la carrera mientras la caballeria avanzaba por los flancos al trote. Telamon se imagino el terror, el miedo del enemigo enfrentado a un oponente tan formidable. Casandra lo saco de su ensimismamiento.

– Veo como funciona aqui, en las suaves llanuras de Queronea, o frente a Tebas. ?Que pasa si se encuentran a las orillas de un rio o en una zona de colinas boscosas?

– ?Ah! -exclamo Telamon sacudiendo la cabeza-. Alli es donde Filipo y Alejandro sobresalen por su ingenio.

Sus palabras fueron ahogadas por los toques de corneta. Toda la linea de batalla ceso en su avance y se detuvo como un solo hombre. Los oficiales gritaron y se escucho una tremenda ovacion.

– El rey los felicita -explico el fisico-. En respuesta a tu pregunta, te dire que el choque y la sansa son armas muy poderosas. Por ultimo, no olvides la mejor arma de Alejandro: la sorpresa.

Se disponia a continuar cuando escucho unos gritos. Miro por encima del hombro. Aristandro, Antigona y Selena se acercaban apresuradamente, seguidos por el coro, que en una camilla improvisada cargaba un cuerpo cubierto con una manta. Telamon salio a su encuentro. El rostro de Antigona estaba banado en lagrimas y Selena parecia en trance.

– Es Aspasia -explico Aristandro-. La encontraron muerta en el bosque.

CAPITULO IX

«Aristandro… le dijo a Alejandro que no tenia motivos para alarmarse.»

Arriano, La campana de Alejandro, libro 1, capitulo 2

No tardaron en reunirse con ellos los otros dos fisicos, Perdicles y Nikias, que tambien habian estado presenciando las maniobras. Perdicles aparto la manta. Casandra solto una exclamacion. Incluso Telamon, acostumbrado a las mil y una formas de la muerte, sintio una punzada de piedad. La muchacha estaba cubierta de fango de pies a cabeza y el cieno verde del pantano sellaba la boca, la nariz y los ojos. Selena lloraba amargamente abrazada a Antigona. El dolor de la sacerdotisa resultaba todavia mas impresionante debido a su silencio, mientras las lagrimas resbalaban por sus mejillas. El cadaver atrajo la atencion de los demas. Aristandro ordeno al coro que formara un circulo para impedir que nadie se acercara a la camilla.

– Aqui no -dijo Telamon.

– Puedes usar mi tienda -le sugirio Perdicles.

Dejaron el campo de maniobras, donde todavia resonaban los gritos de los oficiales y las sonoras notas de las cornetas. Llegaron al campamento y fueron directamente a la tienda de Perdicles. Los celtas se encargaron de vigilar la entrada. Perdicles acerco unos taburetes para Antigona y Selena, Telamon, Nikias y Aristandro observaron el cadaver. Trajeron jarras de agua y trapos. Desnudaron a la joven muerta. Telamon advirtio que todavia llevaba puestas las joyas alrededor del cuello, en las munecas y en los dedos: las quitaron todas. Con mucho cuidado, le limpiaron la boca, la nariz y los ojos y despues el resto del cuerpo. La piel todavia era suave y los miembros flexibles. De no haber sido por los ojos y la boca entreabiertos, cualquiera hubiese supuesto que dormia.

– Murio hace muy poco -comento Telamon-. ?Tu que opinas, Perdicles?

– No puede llevar muerta mas de tres horas.

– ?Como murio? -pregunto Antigona.

– Mi senora, sin duda, tu sabes mas que nosotros -replico Telamon.

– ?Donde la encontraron? -inquirio Perdicles.

– Salio esta manana -respondio la sacerdotisa, con los ojos hinchados del llanto y la voz apagada-. Se llevo una cesta para recoger flores y hierbas. Fue hasta el bosquecillo que hay a unos veinte estadios del campamento.

– ?Por que no fue nadie con ella? -quiso saber Perdicles.

Antigona sonrio tristemente al escuchar la pregunta.

– Era una doncella de Atenea. Ningun soldado se hubiera atrevido a levantarle la mano. No recibia otra cosa que el respeto de todos.

– ?No tendria que haber ido!

Todos se volvieron. Selena, con el rostro transido de dolor, se habia cortado la mejilla con sus afiladas unas; la sangre que manaba de los cortes manchaba su tunica de lana blanca.

– ?No tendria que haber ido! -repitio mientras miraba a los demas con una expresion de furia-. ?Era mi amiga!

Selena se levanto tambaleante, con el cuerpo estremecido por la colera. Descargo un puntapie contra el suelo, con los ojos resplandecientes, y abriendo y cerrando la boca varias veces, pero en su histeria solo consiguio que de sus labios escapara un gemido ahogado.

– Yo me ocupare de ella -aviso Antigona acercandose y rodeando los hombros de la muchacha con el brazo al tiempo que le murmuraba algo en una lengua desconocida para Telamon-. Es frigio, la vieja lengua de Troad, la zona alrededor de Troya -preciso mirando al fisico y sonriendole debilmente.

Las dos mujeres salieron de la tienda. Telamon continuo con el examen.

– ?Como ocurrio? -pregunto.

– Por lo que he podido colegir -respondio Aristandro desde donde estaba pasando las hojas de un manuscrito que estaba encima de un pequeno cofre junto a la cama de Perdicles-, la muchacha salio a buscar flores y hierbas. Se dirigio al bosque con una cesta. Tu eres el experto, Telamon: ese es el mejor lugar para recolectar hierbas, ?no es asi?

– Es verdad -asintio el fisico distraido-. Un prado umbrio o un huerto fertil. Conozco esos lugares. Alli las plantas tienen agua en abundancia, crecen mas fuertes y son mas variadas.

– ?Quiza vio algo? -prosiguio Aristandro-. Alguna hierba o flor que deseaba. Debio tropezar y caer en el pantano -sugirio apuntando las prendas cubiertas de fango apiladas en el suelo junto al cadaver-. Quiza las prendas se le enrollaron alrededor de la cabeza y las piernas. No resulta dificil imaginar como fue: cuanto mas se debatia, mas indefensa se encontraba.

– ?El cuerpo no tendria que haberse hundido hasta el fondo?

– No -manifesto el custodio de los secretos del rey-. Pesaba poco y no iba cargada con piedras ni llevaba armadura como un soldado.

– ?Como la encontraron? -pregunto Casandra.

El nigromante la miro con curiosidad, porque no esperaba que una mujer le interrogara. Telamon le repitio la pregunta.

– ?Como la encontraron, Aristandro?

– Desde ayer, he tomado mas precauciones en lo que se refiera a la seguridad del rey. He enviado a escuadrones de caballeria ligera a explorar los alrededores. Alejandro quiere sacrificar otro toro joven. Quiero tener la absoluta seguridad de que no habra mas sorpresas al acecho en los matorrales. Aun tengo la esperanza de encontrar a Hercules -confeso enjugandose una lagrima-. La cuestion es que un oficial de caballeria con muy buena vista vio una nota de color en el bosque. Sus companeros y el desmontaron para avanzar entre los arboles. Vieron una cesta tumbada y el cuerpo de Aspasia, que flotaba en el pantano.

– ?Es posible que alguien le tendiera una emboscada? -pregunto Perdicles.

Telamon senalo el cadaver.

– Lo dudo. No se aprecia ninguna marca ni golpes en el cuerpo -afirmo.

– No deja de ser extrano -apunto Aristandro-. La caballeria ya habia recorrido aquella zona. Es cierto que no se aventuraron muy adentro debido a los pantanos y las cienagas ocultas entre la vegetacion; sin embargo, dijeron que nadie mas habia ido por alli. Otra patrulla vio a la muchacha cuando cruzaba el prado en direccion al bosque. Estaban descansando los caballos. La saludaron y ella les respondio. Nadie la siguio cuando se adentro en el bosque.

Telamon examino las manos de la muchacha.

– Estaria de acuerdo con lo que dices, si no fuera por esto -advirtio senalando los nudillos de la mano derecha de Aspasia, que presentaban unos rasgunos, y las unas rotas en dos de los dedos.

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