todo. Cualquier cosa que toca una herida abierta debe estar bien limpia.

– ?Se morira? -pregunto Alejandro palmeando el hombro del joven oficial, que comenzaba a moverse.

– Es posible -admitio Telamon-. Es muy facil amputar una mano; cualquier carnicero podria hacerlo con una hachuela. Lo que cuenta es contener la hemorragia y el vendaje -advirtio tocando suavemente el rostro del paciente dormido-. Si la hemorragia no lo mata, quiza lo haga la conmocion cuando se despierte. No puedo dar ninguna garantia. ?Estas preparada, Casandra?

Telamon saco unos polvos del maletin y los mezclo en una copa de vino.

– ?Mas polvo de amapola? -pregunto Ptolomeo, que ya no tenia la expresion cinica de antes.

– No, no, es algo mas poderoso. La mandragora blanca; utilizada en las cantidades correctas, es la autentica agua del olvido.

Telamon metio el borde de la copa entre los labios del paciente. Le abrio la boca y le echo la cabeza hacia atras para asegurarse de que el oficial, que ahora comenzaba a despertarse del sueno provocado por la droga, se bebiera la pocima. El fisico se dio por satisfecho cuando el hombre trago la ultima gota, y se aparto.

– Casandra, voy a cortar la mano a la altura de la muneca, pero antes le aplicare unos torniquetes entre la muneca y el codo. Antes de que comience a cortar, deberas apretar los torniquetes todo lo firme que puedas. Entonces cortare. Saldra sangre. Si la fortuna nos favorece, la hemorragia sera pequena. Mientras corto, las venas quedaran a la vista. Confio en ser capaz de atarlas o cerrarlas con las grapas. En cuanto acabe de cortar la mano aplastada, debemos retirar las grapas rapidamente para poder hacer las suturas.

Casandra lo miro con una expresion asustada.

– ?Puedes hacerlo?

– Lo hare -afirmo Telamon-. Tambien usare una lima para alisar los huesos. Hay que lavar el munon. Quiero el vino mas espeso y el vinagre mas fuerte, y la miel que puedas encontrar -advirtio al enfermero-. Tambien intentare cauterizar el munon -anadio sonriendo a Alejandro-. Asi nuestro rey habra aprendido algo mas.

El oficial de caballeria estaba ahora totalmente inconsciente, con la cabeza echada hacia atras, aunque se estremecia de vez en cuando. Ptolomeo se ofrecio a aplicar los torniquetes mientras Alejandro sujetaba los hombros del paciente.

– Hay que mantenerlo quieto -aconsejo Telamon-, porque en ocasiones el dolor hace que el paciente recobre el conocimiento.

Telamon se lavo las manos, cogio la pequena sierra y paso la hoja por las llamas. Cerro los ojos y murmuro una breve plegaria para que los dioses le hicieran recordar todo lo que habia visto y leido. Realizo el primer corte. Ptolomeo y Casandra mantuvieron los torniquetes bien apretados. Telamon trabajaba a toda prisa. No tardo mucho en amputar la mano. Aplico rapidamente las grapas en las venas y utilizo la lima para alisar el maximo posible las puntas de hueso. La hemorragia era insignificante. Telamon comenzo a suturar las venas a un ritmo casi frenetico.

– ?Por que tanta prisa? -susurro Casandra.

– El flujo de sangre no se puede interrumpir por mucho tiempo -le explico el fisico-. Hay que quitar los torniquetes cuanto antes.

Por fin, Telamon se declaro satisfecho. La hemorragia se habia reducido a unas pocas gotas. Las grapas y los puntos de sutura aguantaban y unto generosamente el munon con la mezcla de vino, vinagre y miel. Telamon sacudio la cabeza ante la multitud de preguntas que le formulaba Alejandro.

– Todos estos componentes tienen propiedades que impiden la infeccion -manifesto-. Cuanto mas fuertes sean el vino y el vinagre, mejor.

– Creia que lo correcto era esperar a la aparicion del pus -dijo Ptolomeo.

– Los egipcios no estan de acuerdo -respondio Telamon enjugandose el sudor de las mejillas con el reves de la muneca-. Afirman que la herida no contiene la putrefaccion, sino que esta viene del aire y la suciedad. Cuanto mas limpia esta una herida, mejor.

Cogio un cuchillo del maletin y lo sostuvo sobre las llamas. En cuanto comenzo a ponerse al rojo, lo apoyo cuidadosamente sobre la carne. El oficial se sacudio y murmuro algo, pero siguio durmiendo. Telamon volvio a aplicar el cuchillo, siempre con la precaucion de evitar aquellos puntos donde habia hecho la sutura.

– El munon esta nivelado y limpio.

Aplico un poco mas de la mezcla de vino, vinagre y miel y, a continuacion, vendo el munon con las vendas de lino.

– ?No tendrian que estar mas apretadas? -pregunto Alejandro.

– Lo que yo hago no es algo que haga la mayoria -contesto el fisico-. En Siracusa, un medico me dijo que a la herida, ademas de protegerla, habia que dejarla respirar. Los sanadores de Egipto comparten esta teoria.

Despues de acabar con el vendaje, Telamon explico al enfermero como debia controlar la evolucion de la herida a la manana, el mediodia y la noche, lavarla con la mezcla y cambiar las vendas. Debia quemar todas las vendas usadas. Telamon apoyo un dedo en el cuello del oficial para controlarle el pulso.

– ?Bien! -exclamo-. El pulso es fuerte y regular.

– ?Hay que darle mas mandragora? -pregunto el enfermero.

– No es necesario. Solo vino con polvo de amapola -respondio senalando los restos que habia alrededor de la mesa-. Que trasladen al paciente a un lugar limpio. Todo esto hay que lavarlo a fondo con agua, sal y vinagre. Mi senor, he acabado -advirtio a Alejandro-. He hecho todo lo posible.

El fisico salio de la tienda. Alejandro lo siguio.

– Me han dicho que fuiste a ver las maniobras. ?El ejercito esta preparado! -exclamo dando un puntapie en la tierra.

En algun lugar al otro extremo del campamento se escucho una gran ovacion.

– Acaban de ver la flota -comento Alejandro-. Ciento sesenta trirremes. Parmenio se encargara de dirigir a las tropas por el paso del estrecho.

– ?Y nosotros? -pregunto Telamon.

– Haremos nuestra propia travesia -Alejandro sonrio-. Una peregrinacion, un poco mas al sur; luego cruzaremos hacia Troya -apunto antes de volver a patear el suelo y mirar hacia el cielo-. Tengo entendido que se ha producido otra muerte, Telamon. Puede que hayas salvado al oficial, pero el espia parece hacer lo que le viene en gana en mi campamento.

– No tenemos ninguna prueba de que se trate de un asesinato. Es posible que fuera el resultado de un accidente.

Alejandro se volvio para mirar directamente a la cara del fisico, con una mirada cinica en los ojos.

– Confio en ti, Telamon -murmuro-, pero no confio en todos -anadio dando una palmada para llamar a sus guardaespaldas-. Ve a limpiarte, fisico. Lo has hecho muy bien -observo golpeando carinosamente el pecho de Telamon-. Aristoteles estaria orgulloso de ti. ?Confiemos en que tu rey tambien lo este!

Alejandro giro sobre los talones y se alejo con un brazo alrededor de la cintura de Hefestion y el otro apoyado en el hombro de Ptolomeo.

– ?Chiquillos! -opino Casandra por lo bajo-. Son como crios con un juguete nuevo.

– No son unos chiquillos -replico Telamon-. Son guerreros sedientos de sangre, dispuestos a marchar hasta el fin del mundo para obtener la gloria. Todo esto lo ven como una especie de juego mortal. Quiza se acaben los crimenes -anadio, al tiempo que cogia el brazo de Casandra- cuando crucemos el Helesponto.

– Un tipo de crimenes -le corrigio la pelirroja.

– Si, tienes razon. Cuando crucemos, comenzara la verdadera matanza.

– ?Donde vamos ahora? -pregunto la muchacha.

– Quiero visitar a Antigona, presentarle mis condolencias.

La sacerdotisa se encontraba en su tienda. Selena dormia en uno de los catres. Antigona estaba preparando su equipaje. Continuaba con el rostro palido y los ojos enrojecidos de tanto llorar. Vestia una sencilla tunica campesina y la sedosa cabellera le caia sobre los hombros. Sonrio a Casandra, pero su mirada se hizo hosca al ver a Telamon.

– Os doy las gracias por lo que habeis hecho por Aspasia -manifesto senalando hacia la salida de la tienda-. Aqui dentro hay demasiada humedad como para tener el cadaver. El rey ha sido muy generoso -observo con sarcasmo-. Se ha encargado de disponer la incineracion. La pira funeraria sera encendida manana por la manana antes de que salgamos.

– ?Manana por la manana?

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