– Tambien mira esto -apunto Casandra apartando la negra cabellera de Aspasia.
Telamon observo el chichon en la frente.
– No es nada importante -manifesto Casandra-. Los rasgunos en los nudillos no son profundos, solo tiene rotas dos unas y el chichon en la frente apenas se nota.
– ?Crees que no fue un golpe lo bastante fuerte como para hacerle perder el conocimiento? -pregunto Aristandro.
– No, solo es un golpe leve, aunque fresco: lo recibio antes de morir.
– ?Que crees que ocurrio? -pregunto Nikias.
El supersticioso fisico se habia mantenido apartado del cadaver. Telamon conocia el motivo. Aspasia habia sido una doncella consagrada a Atenea.
– Lo que sospecho es que Aspasia salio a coger unas cuantas flores y hierbas -respondio Telamon mientras se levantaba con la mirada puesta en el cadaver-. Es cierto que quiza la han asesinado, o que la atacaron, pero no lo creo. Aspasia era una forastera en estos parajes. No recordo las advertencias sobre los pantanos. Vio una flor o una hierba que le interesaba, dejo la cesta en el suelo y, llevada por el entusiasmo, avanzo despreocupadamente. Se metio en una cienaga. No tuvo tiempo de gritar porque cayo de bruces en el fango. Quiza fue entonces cuando se hizo los rasgunos en los nudillos y se golpeo en la frente. La domina el miedo y aspira aire, intenta gritar y, al hacerlo, permite que el fango le entre por la boca y la nariz. La muerte tuvo que ser muy rapida. La pobre muchacha se asfixio -apunto tocando el hombro de Casandra-. Es una sacerdotisa y hay que prepararla para el funeral. Casandra se ocupara de todo lo necesario. Debemos evitar cualquier ofensa. Estoy seguro de que la senora Antigona estara de acuerdo.
Nikias salio disparado. Aristandro manifesto que queria hablar con Perdicles y salieron juntos. Telamon se sento en un taburete cerca de la entrada para aprovechar el frescor de la brisa, que aun traia los sonidos de las cornetas y los gritos del campo de maniobras.
– ?Que debo hacer, Telamon? -pregunto Casandra.
– Banala y limpia su cuerpo. Busca algun posible indicio. Coge una de las mantas de Perdicles y envuelve el cadaver. Cuando hayas terminado, ve a decirselo a Antigona. A ver si puedes descubrir mas detalles de lo que paso esta manana.
Telamon observo el paso de una nube de polvo por delante de la tienda.
– Con este calor habra que incinerar el cadaver cuanto antes; dentro de un par de horas como mucho.
Casandra se puso manos a la obra. Trajeron mas agua y trapos. Telamon fue a su tienda y volvio con unas cuantas especias y un frasco de perfume que contenia mirra e incienso.
– No veo marca alguna -declaro la muchacha mientras peinaba los cabellos de la difunta.
– ?Era una doncella? -pregunto Telamon.
– No era un soldado -se burlo Casandra.
– Pregunto si era virgen -replico Telamon.
– A medias -respondio Casandra mirando al fisico-. Tiene el himen roto, pero es algo que ocurrio hace tiempo. No hay ningun indicio de actividad sexual.
Acaricio suavemente los pies de la muchacha muerta y murmuro unas palabras.
– ?Que has dicho? -quiso saber Telamon.
– El fragante rocio cae sobre las rosas y los campos en mayo estan cubiertos de flores.
– ?Eres una poetisa?
– Ojala lo fuera -contesto Casandra-. Son palabras de Safo, una elegia muy apropiada para esta muchacha - apunto sonriendo al ver la sorpresa en el rostro de Telamon.
– ?Eres una seguidora de Safo?
– ?Tu que crees, amo? -replico mirandole fijamente-. ?Recuerdas aquel famoso pasaje del
Telamon sacudio la cabeza.
Casandra se levanto como una actriz en el escenario, con las manos extendidas. Telamon se echo a reir mientras la pelirroja brincaba por la tienda en una imitacion de las distinguidas damas de la satira de Aristofanes.
– «Lo que tu quieras» -dijo Casandra citando la obra-. «Si tengo que hacerlo, caminare a traves del fuego. Hare lo que sea antes que renunciar a los penes. Lisistrata, carino, no hay nada que se les pueda comparar.»
– Sin embargo, tu no lo crees, ?verdad? -apunto Telamon riendose-. ?No estas de acuerdo con el autor de
– No, no estoy de acuerdo -replico Casandra, que volvio a ocuparse del cadaver-. Es algo que diria cualquier hombre, ?no te parece? ?Tu que crees, amo, o debo decir Telamon? ?Estas de acuerdo con el asesinado Agamenon cuando Ulises fue a visitarle al Hades: «No hay nada mas letal en la tierra que una mujer»?
– Bueno, es algo que diria cualquier hombre, ?no te parece? -contesto Telamon repitiendo las palabras de su ayudante-. ?Despues de todo, fue asesinado por su esposa! -anadio acercandose para arrodillarse junto al cadaver-. Era hermosa -advirtio mirando los grandes pechos, la pequena cintura y las largas y esbeltas piernas-. ?Crees que era una seguidora de Safo? Despues de todo, tenia el himen roto.
– Es posible -respondio Casandra encogiendose de hombros-. ?Que escribio tu famoso Aristoteles en su tratado
– ?Alguna vez te has enamorado, Casandra? ?Te has acostado con un hombre?
La expresion de Casandra se suavizo.
– He conocido personas a las que he amado -respondio enigmaticamente-. Pero ?casarme, parir? ?Nunca! En una ocasion, una compania de actores visito nuestro templo. Interpretaron
– ?Tienes miedo del dolor? -pregunto Telamon, curioso ante el inesperado rumbo que habia tomado la conversacion.
– No -respondio Casandra poniendose de pie; luego echo un poco de agua en un recipiente y se lavo las manos-. ?Por que iba a querer dar a luz a un hijo en este mundo sangriento, poblado por hombres como Alejandro, Filipo y Ptolomeo?
Se seco las manos con un trapo y se acerco al fisico. Telamon no acababa de decidir si ella estaba furiosa o a punto de echarse a llorar.
– He escuchado los rumores, Telamon -susurro-. Dentro de unas pocas semanas, Alejandro estara en Asia. Piensa en la sangre que se derramara. Las personas muertas por la espada, por el fuego… O por estupidos accidentes como este -anadio senalando el cadaver.
Salieron de la tienda. Telamon llamo a dos guardias. Le ordeno a uno que velara el cadaver y al otro que fuera a buscar a Antigona.
– ?Adonde vamos? -pregunto Casandra.
– Me interesa ver el lugar donde murio la muchacha.
Telamon busco a Aristandro. En menos de una hora, un joven oficial de caballeria los guio fuera del campamento. Cruzaron el campo bajo el sol ardiente y llegaron a la fresca sombra del bosque. El oficial les explico brevemente lo que habia sucedido y su relato coincidio casi palabra por palabra con el de Aristandro. Telamon le dio las gracias y el oficial se marcho. El fisico y su companera se sentaron a la sombra de un roble y contemplaron el claro.
– Es facil ver como ocurrio el accidente -manifesto Casandra-. Arbustos, arboles, matorrales… Mira las flores, Telamon: son como faros que te atraen. Pisa alli donde no debes y, si estas desprevenido o no conoces la zona, acabas hundido en el fango hasta la cintura antes de que te des cuenta.
– ?Seguro que no viste ninguna otra marca ni golpes en ella? -pregunto Telamon.
– ?Por que lo preguntas?
Telamon sacudio la cabeza.
– La cesta ha desaparecido.