ejecutar la venganza de Zeus contra la soberbia de los persas!
– ?Tu eres todopoderoso! -exclamo Antigona repitiendo las palabras del oraculo de Delfos-. ?Tu eres topoderoso, Alejandro de Macedonia!
– A cambio -proclamo Alejandro-, dedicare mis propias armas a Atenea. ?Le pediras su bendicion para esta sagrada expedicion!
El entusiasmo de Alejandro era contagioso. Ahora que habian desaparecido los nervios y la desconfianza de atravesar el Helesponto, se mostraba dominado por los suenos de gloria, convencido de que era la reencarnacion de Aquiles, el escogido de los dioses. Volvio a estudiar los mapas, dio instrucciones precisas a cada uno de los comandantes y descarto sin mas tramites cualquier amenaza de la flota persa. Se sirvio el vino y las discusiones se hicieron mas vivas y vocingleras. Alejandro propuso la reconstruccion de Troya para mayor gloria del templo de Atenea. Hizo una pausa para sonreir a Telamon.
– Ya puedes marcharte.
Telamon se levanto. Antigona hizo lo mismo.
– ?Me acompanaras hasta mi tienda? -le pregunto.
Ptolomeo murmuro un comentario salaz. Uno de sus comandantes, Socrates, se echo a reir a carcajadas y Alejandro le hizo callar con una mirada. Telamon no les hizo caso y se dirigio a la salida, con Antigona del brazo.
– Sera agradable volver a casa. Dicen que tendremos buen tiempo. Si Alejandro fuese capaz de librarse de sus supersticiones…
– Esta inquieto -senalo Telamon-. Todos estos asesinatos y las continuas referencias a su padre: tiene los nervios a flor de piel y desconfia de esto y aquello. Alejandro anhela una batalla. Necesita nuevas senales de los dioses. Quiere aplacar todas esas sombras y los fantasmas que pueblan sus suenos. ?Puedo hacerte una pregunta, mi senora? ?Recuerdas que en una ocasion, hablando de las doncellas de Tesalia, te describiste como un puesto de escucha de Macedonia?
– Es verdad. Debian ayudarme.
– ?Tambien Aspasia y Selena?
Antigona se detuvo cerca del camino que llevaba a su tienda.
– ?Tambien! -respondio al tiempo que se acercaba para besar a Telamon en la mejilla-. Ahora, quiza, ya no nos necesitaran.
Telamon le deseo buenas noches y camino sin prisas a traves del recinto real, Casandra se encontraba delante de la tienda, muy entretenida en su conversacion con el centinela. Se detuvo unos momentos para observarlos y entonces escucho gritos, voces de alarma, exclamaciones… Regreso apresuradamente a la tienda de Antigona. La mujer estaba arrodillada en el exterior. Se habia rasgado la tunica y se echaba punados de polvo sobre la cabeza. Telamon la aparto sin miramientos y entro en la tienda. Selena yacia en el suelo, con los ojos abiertos, el rostro palido y un reguero de sangre que caia de la boca abierta. En su costado, clavada hasta la empunadura, habia una daga celta.
CAPITULO X
«Alejandro cruzo el Helesponto y, en Troya, hizo un sacrificio en honor de Atenea y honro la memoria de los heroes enterrados alli, en particular la de Aquiles.»
Plutarco,
?Poseidon, todopoderoso, senor de los mares! ?Amo de la tormenta! ?Jinete de los vientos!» Telamon se sujeto para protegerse del balanceo de la nave de guerra y contemplo los sesenta trirremes que escoltaban la nave capitana de Alejandro,
– Un sacrificio detras de otro, ?eh? -le comento Antigona al oido.
El fisico asintio. Ayer Alejandro habia dejado el cuerpo principal de su ejercito para marchar hacia el sur hasta el promontorio de Elaeum, donde habia ofrecido un sacrificio y rendido homenaje a Protesilao. Despues se habian embarcado. Ahora, con la costa de Asia a la vista, Alejandro estaba decidido, mareado o no, a realizar otro sacrificio a los dioses. Telamon no disimulo su inquietud mientras guiaban al toro blanco como la nieve y muy sedado a traves de la cubierta. Los sacerdotes se adelantaron, echaron el incienso, cortaron el mechon de pelo entre los cuernos del animal y lo echaron al brasero colocado en el altar erigido ante el castillo de proa. El toro se movio un poco. Telamon y los demas, que se encontraban a unos pocos pasos detras de Alejandro, contuvieron el aliento.
– ?Por todos los dioses! -murmuro Ptolomeo-. ?Lo que menos falta nos hace ahora es un toro corriendo por la cubierta!
Los sacerdotes echaron hacia atras la cabeza del animal. Aristandro, armado con un
– ?Hemos realizado el sacrificio y los dioses nos han respondido; la victoria sera nuestra!
Sono una corneta. En las entranas del trirreme, un tambor comenzo a marcar el ritmo. Se bajaron los remos. Izaron el rojo gallardete de Alejandro a lo mas alto del mastil. La flota de trirremes de guerra y las naves auxiliares emprendieron la navegacion hacia la costa asiatica.
– Tendria que haber sido actor -murmuro Casandra-. Es algo que le encanta, ?no te parece?
Los demas comandantes se agrupaban alrededor de Alejandro para expresarle sus felicitaciones. Se cruzaron senales con las otras naves que ahora se acercaban. Los toques de corneta y los redobles de tambores iban en aumento. Se izaron los gallardetes y el entusiasmo era cada vez mayor. Los hombres se apinaban en las bandas y en la proa, todos atentos a la aparicion de la bahia de los aqueos, el lugar donde Agamenon y su ejercito habian desembarcado para saquear e incendiar la fabulosa ciudad de Troya.
Casandra, que se encontraba detras de Telamon, era incorregible.
– Me han contado una bella historia sobre el amante Leandro que cruzaba a nado desde Abidos para ver a su amada, Hero, en Sestos. Ella era una sacerdotisa de Afrodita y lo guiaba con una lampara.
– ?Que paso? -pregunto Telamon sin volverse, observando a Alejandro, que estaba dando instrucciones al capitan.
– Una noche cayo la niebla. La lampara no se veia. Leandro se ahogo y Hero se suicido.
– ?Se puede cruzar a nado el Helesponto? -pregunto Telamon.
– No tiene mas que unos veinte estadios de ancho, y ya se ha hecho. Los marineros lo consideran mas como un rio que como un mar. Dicen que abundan los peces, aunque no creo que Alejandro disponga de mucho tiempo para dedicarse a la pesca. ?Mira alla! -exclamo la muchacha senalando un punto en la bruma matinal que el fisico identifico con un promontorio que se adentraba en el mar.
– Sigeo -le explico ella-. Los acantilados de Troya.
– ?El lugar donde estan enterrados Aquiles y Patroclo?