desaparecen si en lugar de leer las palabras en arabe lo hacemos como si fueran homonimos siriacos. Incluso tiene la osadia de afirmar que, en las magnificas suras «El humo» y «El monte», las palabras que tradicionalmente se han leido como «huries virgenes de grandes ojos oscuros» significan en realidad «pasas blancas» de «claridad cristalina». De manera similar, los donceles inmortales que son comparados con perlas desgranadas, citados en la sura llamada «Hombre», deberian interpretarse como «pasas enfriadas», en referencia a una bebida refrescante hecha de pasas que seria servida con extrema cortesia en el Paraiso, mientras que los condenados beben metal fundido en el Infierno. Me temo que esta particular relectura haria del Paraiso un lugar considerablemente menos atractivo para muchos hombres jovenes. ?Que dices tu al respecto, como bello joven que eres? -Con una vivacidad casi comica, el profesor acentua su inclinacion hacia delante, apoyando los pies en el suelo de modo que sus zapatos negros desaparecen de la vista; queda a la espera, los labios y los parpados abiertos.
– Oh, no. Yo tengo sed de Paraiso -dice, sorprendido, Ahmad, pese a que su abismo interior continua ensanchandose.
– Y no es atractivo sin mas -insiste el sheij Rachid-, un lugar agradable de visitar, como Hawai, sino que es algo que anhelamos, algo por lo que suspiramos ardientemente, ?no es asi?
– Si.
– ?Hasta el punto de ser impacientes con este mundo, sombra remota y tenue del que viene despues?
– Si, exacto.
– E incluso si las huries de ojos negros son simplemente pasas blancas, ?te hace eso perder apetito por el Paraiso?
– Oh, no, senor, que va -responde Ahmad, mientras en su cabeza se arremolinan estas otras imagenes ultramundanas.
Si bien algunos podrian tomar como satiricas estas chanzas provocadoras del sheij Rachid, e incluso como un peligroso flirteo con el fuego eterno, Ahmad siempre las ha entendido en un sentido mayeutico, como el senuelo con que hacer pasar al alumno por algunas oscuridades y complicaciones necesarias para asi enriquecer una fe superficial y completamente inocente. Pero hoy los roces de la ironia mayeutica son mas lacerantes, irritan el estomago del muchacho, que quiere que la leccion termine ya.
– Bien -pronuncia el profesor cerrando sus labios en un terso brote de carne-. Siempre he sido del parecer que las huries son metaforas de una dicha mas alla de la imaginacion, una dicha casta e interminable, y no se refieren a la copulacion literal con mujeres fisicas, con mujeres calidas, rellenas, serviles. Sin duda, la copulacion comun es la misma esencia de lo terrenal pasajero, del goce vano.
– Pero… -balbucea Ahmad, sonrojandose de nuevo.
– ?Pero?
– Pero el Paraiso tiene que existir, ser un lugar de verdad. -Por supuesto, estimado muchacho. ?Que otra cosa iba a ser?
Con todo, para avanzar un poco en este asunto de la perfeccion textual, incluso en las declaraciones mas dociles que se encuentran en las suras atribuidas al gobierno de Medina por parte del Profeta, los estudiosos infieles dicen haber encontrado desaciertos. ?Podrias leerme…? Lo se, las sombras se alargan, el dia de primavera esta muriendo tristemente al otro lado de la ventana. Lee, por favor, la aleya catorce de la sura sesenta y cuatro, «El engano mutuo».
Ahmad hojea su manoseado ejemplar del Coran hasta encontrar la pagina y despacha en voz alta:
–
– Bien. Bastante bien, quiero decir. Tenemos que trabajar mas, por supuesto, en tu acento. ?Podrias decirme, Ahmad, en dos palabras, cual es su significado?
– Pues… dice que en vuestras esposas e hijos teneis un enemigo. Cuidado con ellos. Pero si, esto…, sabeis disculpar y ser tolerantes y perdonar, Dios sera indulgente y misericordioso.
– ?Esposas e hijos! ?Que hay de enemigo en ellos? ?Que causaria su necesidad de perdon?
– Bueno, quizas es porque te pueden distraer de
– ?Perfecto! ?Eres un bellisimo pupilo, Ahmad! Yo no lo podria haber dicho mejor,
– Oh, no, senor. ?Por que iba a darme miedo? Lo deseo, como todos los buenos musulmanes.
– Si, esta claro que lo desean. Lo deseamos. Me llenas de alegria. Para la siguiente sesion, ten la bondad de preparar «El compasivo» y «El acontecimiento». En numeros, son las suras cincuenta y cinco y cincuenta y seis. Convenientemente correlativas. Ah, y Ahmad…
– ?Si?
El dia de primavera, mas alla de las ventanas orientadas hacia arriba, ha dado paso a la noche; en el cielo anil, demasiado cargado por las luces de vapor de mercurio del centro de New Prospect, apenas se ve un punado de estrellas. Ahmad intenta recordar si su madre, tras la jornada en el hospital, estara ya en casa. De lo contrario, quizas haya un yogur en la nevera; y si no, tendra que arriesgarse a la dudosa pureza de los snacks del Shop-a- Sec.
– Confio en que no vuelvas a la iglesia de los
– Pero si el mundo entero -confiesa Ahmad- es una distraccion.
– No tiene por que serlo. El mismo Profeta era un hombre de mundo: mercader, esposo, padre de hijas. Y aun asi se convirtio, cumplidos los cuarenta, en el vehiculo escogido por Dios para comunicar Su palabra ultima y culminante.
De repente suena como una suplica gorjeante, semimusical, el telefono movil que habita en las profundidades de los ropajes superpuestos del sheij, y Ahmad aprovecha el momento para escapar a la noche, salir al mundo con sus rafagas de faros de camino a casa, con sus aceras que emanan fragancias de frituras y de ramas palidas con flores y amentos cargados en lo alto.
Con lo sensibleras que son, y aunque ha participado en ellas multitud de veces, las ceremonias de graduacion en el Central High siguen poniendo a Jack Levy al borde del llanto. Todas empiezan con