– ?Que tal? ?Como va?
Jeremy la miro por encima del hombro y sonrio. Se separo de la mesa y se paso la mano por el pelo.
– Muy bien; estoy aprendiendo bastantes cosas.
– ?Ha dado con la respuesta magica?
– No, pero me estoy acercando; lo presiento.
Ella entro en la estancia.
– Me alegro, pero tal y como le indique antes, suelo cerrar esta seccion a las cinco para poder hacerme cargo del numeroso grupo de personas que viene a la biblioteca despues de la jornada laboral.
Jeremy se levanto de la silla.
– No te preocupes; de todos modos empiezo a sentirme un poco cansado. Ha sido un dia muy largo.
– ?Volvera manana por la manana?
– Si, eso es lo que pensaba hacer. ?Por que?
– Bueno, normalmente coloco todos los libros en las estanterias al final del dia.
– ?Te importaria hacer una excepcion con esta pila de libros por el momento? Seguramente tendre que volver a consultarlos practicamente todos.
Lexie se quedo pensativa unos instantes.
– De acuerdo, supongo que por una vez no pasa nada. Pero que conste que si no aparece manana a primera hora, pensare que es usted un caradura.
Jeremy alzo la cabeza con aire solemne.
– Te prometo que no te fallare. No soy de esa clase de hombres.
Ella esbozo una mueca de fastidio al tiempo que pensaba: «Eso es lo que dicen todos». No obstante, tenia que admitir que el tipo era perseverante.
– Estoy segura de que eso es lo que les cuenta a todas las chicas, senor Marsh.
– No -aclaro el, inclinandose hacia la mesa-. Lo cierto es que soy un hombre muy timido, casi un ermitano, de verdad. Apenas salgo de casa.
Ella se encogio de hombros.
– Si usted lo dice… Como periodista de la gran ciudad, suponia que debia de ser el tipico mujeriego.
– ?Y eso te molesta?
– No.
– Mejor, porque, como ya debes de saber, las apariencias a veces enganan.
– Oh, ya me habia dado cuenta.
– ?Ah, si?
– Si -repuso ella-. Cuando le vi por primera vez en el cementerio, pense que se disponia a asistir a un entierro.
Capitulo 5
Quince minutos mas tarde, despues de conducir por una carretera asfaltada que dio paso a un camino de gravilla -por lo visto, a los del pueblo les encantaban los caminos de gravilla-, Jeremy aparco el coche en medio de una cienaga, justo delante de un cartel pintado a mano que anunciaba los bungalos de alquiler de Greenleaf Cottages. En esos momentos recordo que jamas debia fiarse de las promesas de las Camaras de Comercio locales.
Definitivamente, el lugar no tenia nada de moderno. Quiza se podria haber considerado moderno treinta anos atras. En total diviso seis pequenos bungalos en fila dispuestos a lo largo del margen del rio. Con la pintura ajada, las paredes erigidas con tablones de madera y el techo de hojalata, las casitas estaban conectadas entre si a traves de unos pequenos senderos descuidados que confluian en un camino mas ancho que conducia a un bungalo central, el cual debia de albergar la oficina de recepcion, penso Jeremy. Tenia que admitir que el paisaje era bucolico, pero de rustico solo debia de tener lo referente a los mosquitos y a los caimanes, y ninguno de esos dos bichos despertaba en el tanto interes como para querer pasar unos cuantos dias alli encerrado.
Mientras se preguntaba si valia la pena entrar y confirmar su reserva -habia pasado por delante de una cadena de hoteles en Washington, a unos cuarenta minutos de Boone Creek-, oyo el ruido del motor de un coche que se acercaba por la carretera y vio un Cadillac de color granate que se dirigia hacia el lugar donde estaba el, brincando sobre los numerosos baches. El automovil se detuvo justo detras de su coche, con un frenazo tan brusco que levanto una enorme nube de polvo y de gravilla.
Un tipo orondo y medio calvo salio disparado por la puerta, con semblante nervioso. Iba ataviado con unos pantalones verdes de poliester y un jersey de cuello alto de color azul, por lo que parecia como si hubiera elegido la ropa a ciegas.
– ?Senor Marsh?
Jeremy lo miro sorprendido.
– ?Si?
El individuo bordeo el coche y se le acerco. Todo lo referente a ese sujeto parecia estar en una mocion acelerada.
– ?Que suerte que le haya encontrado! ?Que ganas tenia de verle! ?No se puede ni imaginar lo contentos que estamos con su visita!
Parecia visiblemente alterado. Extendio el brazo y le propino un vigoroso apreton de manos.
– ?Nos conocemos? -inquirio Jeremy.
– No, no, por supuesto que no -dijo riendo el individuo-. Soy Tom Gherkin, el alcalde de Boone Creek. Pero por favor, llameme Tom. -Volvio a reir-. Solo queria darle personalmente la bienvenida a nuestra ilustre localidad. Perdon por mi apariencia, pero es que vengo directamente del campo de golf. Tan pronto como me he enterado de que usted estaba aqui, me he dicho: «Tom, no hay ni un minuto que perder». Aunque de haber sabido que tenia la intencion de pasar por Boone Creek, lo habria organizado todo para recibirlo con todos los honores en mi despacho consistorial.
Jeremy lo observo con detenimiento, todavia aturdido. Por lo menos eso explicaba el modo en que iba vestido.
– ?Usted es el alcalde?
– Si, senor. Desde 1994. Es una tradicion familiar. Mi padre, Owen Gherkin, fue alcalde durante veinticuatro anos. Mi querido padre siempre mostro un interes especial por el pueblo. Lo sabia todo sobre esta localidad. Pero claro, el trabajo de alcalde es solo de media jornada; es mas bien una posicion honoraria. Yo en realidad me dedico mas a mis negocios, si quiere que le diga la verdad. Soy el dueno del bazar y de la emisora de radio del pueblo, ya sabe, con los viejos temas de siempre. ?Le gusta esa clase de musica?
– Si, claro -respondio Jeremy.
– Bien, bien; me lo figuraba. Desde el primer momento en que le he visto, me he dicho: «Aqui tenemos a un hombre que aprecia la buena musica». No soporto ese ruido espantoso al que algunos se empecinan en llamar «musica» estos dias. Me provoca dolor de cabeza. La musica deberia aplacar el alma. ?Verdad que me entiende?
– Si, claro -repitio Jeremy, haciendo un enorme esfuerzo para no perder el hilo.
Gherkin se echo a reir.
– Sabia que me comprenderia. Bueno, como le decia, no se imagina lo contentos que estamos de que haya decidido venir para escribir un articulo sobre nuestro querido pueblo. Eso es precisamente lo que necesitamos. Quiero decir, ?a quien no le gusta una buena historia sobre fantasmas, eh? El tema nos tiene a todos excitadisimos, se lo aseguro. Primero fueron esos muchachos de la Universidad de Duke, luego la prensa local. ?Y ahora un periodista de la gran ciudad! La historia empieza a ser conocida, y eso es bueno. Mire, justo la semana pasada recibimos una llamada de un grupo de Alabama que queria pasar unos dias en el pueblo para realizar la «Visita guiada por las casas historicas» este fin de semana.
Jeremy asintio con la cabeza lentamente al tiempo que pensaba que podia hacer para apaciguar a ese individuo