– Claro que hemos hablado. Como tu misma has dicho, se ha pasado bastante rato en la biblioteca.

Doris espero a que Lexie agregara algo mas, pero al ver que no lo hacia, lanzo un prolongado suspiro.

– Pues a mi me ha parecido encantador -preciso Doris-. Todo un caballero.

– Ya, todo un caballero -reitero Lexie.

– Por el tono en que lo dices, no pareces muy convencida.

– ?Que mas quieres que diga?

– Bueno… ?Lo embaucaste con tu arrolladora personalidad?

– ?Y eso que importa? Solo se quedara en el pueblo un par de dias.

– ?Te he contado alguna vez como conoci a tu abuelo?

– Innumerables veces -contesto Lexie, recordando perfectamente la historia. Se habian conocido en un tren de camino a Baltimore; el era de Grifton, y ese dia iba a una entrevista para un puesto de trabajo, pero nunca llego a hacer esa entrevista, porque prefirio quedarse con ella.

– Entonces ya sabes que hay muchas posibilidades de conocer a alguien cuando uno menos se lo espera.

– Eso es lo que siempre predicas.

Doris le guino el ojo.

– Claro, porque creo que necesitas que alguien te lo repita constantemente.

Lexie llevo la ensaladera a la mesa.

– No te preocupes por mi. Soy feliz. Me encanta mi trabajo, tengo buenos amigos, dispongo de tiempo para leer y salir a correr y hacer las cosas que me gustan.

– Y no olvides la suerte que tienes de tenerme a tu lado.

– Exactamente -afirmo Lexie-. ?Como podria olvidarme de ese detalle tan importante?

Doris solto una carcajada y se concentro nuevamente en la sarten. Por un momento la cocina quedo sumida en un silencio absoluto, y Lexie respiro aliviada. Por lo menos el tema habia quedado zanjado; y gracias a Dios, Doris no habia sido demasiado insistente. Ahora, penso, podrian disfrutar de una cena tranquila.

– Pues yo lo encuentro bastante atractivo -Doris volvio a la carga.

Lexie no dijo nada; en lugar de eso tomo un par de platos y algunos utensilios antes de dirigirse a la mesa. Quizas era mejor si fingia no oirla.

– Y para que te enteres, hay mas cosas de el que no sabes -continuo-. Por ejemplo, que no es como te lo imaginas.

Fue la forma de expresarse lo que provoco que Lexie se detuviera en seco. Habia oido ese mismo tono un par de veces en el pasado: una vez que quiso salir con sus amigos del instituto y Doris la previno para que no lo hiciera, y cuando quiso hacer un viaje a Miami unos anos antes y Doris intento evitarlo. En la primera ocasion, los amigos con los que tenia que salir sufrieron un accidente de trafico, y en la segunda ocasion, la ciudad de Miami se vio sumida en un caos y el hotel donde planeaba alojarse sufrio graves disturbios.

Sabia que a veces Doris podia presentir cosas. No tanto como la propia madre de Doris, pero a pesar de que casi nunca daba demasiadas explicaciones, Lexie tenia la certeza de que su abuela presentia cosas que iban a suceder.

Completamente ajeno al hecho de que las lineas de telefono del pueblo estaban practicamente bloqueadas a causa de la algarabia que habia provocado su presencia en la localidad, Jeremy yacia tumbado en la cama, arrebujado con la colcha, mirando las noticias locales mientras esperaba ver la informacion sobre el tiempo, maldiciendose por no haber seguido su impulso inicial y haberse alojado en otro hotel. De haberlo hecho, ahora no estaria rodeado por las escalofriantes obras de arte de Jed.

Obviamente, ese tipo tenia mucho tiempo libre.

Y muchas balas, o perdigones, o un robusto parachoques en su camioneta, o el cacharro que utilizara para matar a todos esos bichos. En su habitacion habia doce especimenes; con la excepcion de un segundo oso disecado, le estaban haciendo compania los representantes de todas las especies zoologicas de Carolina del Norte. Sin duda, si Jed hubiera contado con otro ejemplar de oso, lo habria incluido en la exposicion.

A pesar de ese pormenor, la habitacion no estaba tan mal, siempre y cuando no se le ocurriera intentar conectarse a internet con su portatil, calentar la habitacion por otra via que no fuera la chimenea, solicitar el servicio de habitaciones, mirar la tele por cable, o incluso marcar un numero de telefono en un aparato de teclas. ?Cuanto tiempo hacia que no veia un telefono de disco? ?Diez anos? Incluso su madre habia sucumbido al mundo moderno en esa cuestion.

Pero Jed no. Ni hablar. Obviamente, el bueno de Jed tenia sus propias ideas sobre que era importante para hacer la vida mas comoda a sus clientes.

El unico atractivo de la habitacion era un porche acogedor en la parte trasera del bungalo, con una buena panoramica del rio. Habia incluso una mecedora, y Jeremy considero la posibilidad de sentarse un rato fuera hasta que se acordo de las serpientes. Entonces se pregunto que habia querido decir Gherkin cuando comento que todo habia sido por culpa de unos malos entendidos. No le habia gustado nada esa excusa tan escueta. Deberia de haberle pedido mas explicaciones, del mismo modo que tambien deberia de haber preguntado donde podia encontrar lena para la chimenea. La habitacion era un tempano de hielo, pero tenia la desagradable sospecha de que Jed no contestaria al telefono si intentaba contactar con recepcion. Y ademas, Jed le daba miedo.

Justo entonces aparecio el hombre del tiempo en la tele. Armandose de valor, Jeremy se incorporo de un salto de la cama para subir el volumen del aparato. Moviendose con tanta celeridad como pudo y sin dejar de temblar, ajusto el volumen y despues se metio rapidamente otra vez debajo de la colcha.

Los anuncios reemplazaron inmediatamente al meteorologo. ?Como no!

Se estaba preguntando si esa noche debia sacar la nariz por el cementerio, pero queria averiguar si habria niebla. Si no, se dedicaria simplemente a dormir. Habia sido un dia muy largo; lo habia iniciado en el mundo moderno, habia retrocedido cincuenta anos, y ahora estaba durmiendo entre bichos muertos dentro de una nevera. Indudablemente no era algo que le sucediera cada dia.

Y, por supuesto, no podia olvidarse de Lexie. Lexie a secas, ya que no sabia su apellido. Lexie la misteriosa, a la que le gustaba flirtear para luego batirse en retirada, para luego flirtear otra vez. Porque habia flirteado con el, ?no? La forma en que se dirigia a el como «senor Marsh», el comentario mordaz sobre el entierro… Si, definitivamente estaba flirteando con el.

?O no?

El hombre del tiempo volvio a aparecer, con aspecto fresco, como recien salido de la universidad. No podia tener mas de veintitres o veinticuatro anos, y no le cabia la menor duda de que se trataba de su primer trabajo. Exhibia esa mirada de cervatillo deslumbrado por los faros de un coche pero entusiasta a la vez.

Por lo menos parecia competente. No tartamudeaba, y Jeremy supo casi de inmediato que no abandonaria la habitacion. Se esperaban cielos despejados durante toda la noche, y tampoco menciono nada sobre la posibilidad de niebla al dia siguiente.

«?Vaya con mi racha de suerte!», penso.

Capitulo 6

La manana siguiente, despues de ducharse con un chorro de agua tibia, Jeremy se puso un par de vaqueros, un jersey y una americana marron de piel, y se dirigio hacia el Herbs, que parecia ser el lugar mas concurrido a esa temprana hora en el pueblo. Cuando entro, avisto al alcalde Gherkin charlando con un par de individuos trajeados, y a Rachel ocupada sirviendo algunas mesas. Jed estaba sentado en una de las mesas al final de la sala; parecia una mole. Tully ocupaba una de las mesas centrales con otros tres tipos, y como era de esperar, llevaba la voz cantante del grupo. La gente inclino la cabeza cuando Jeremy se abrio paso entre las mesas, y el alcalde levanto la taza de cafe a modo de saludo.

– Vaya, vaya, buenos dias senor Marsh -exclamo Gherkin en voz alta-. ?Ya has considerado que cosas positivas vas a escribir sobre nuestro pueblo?

– Seguro que si -intervino Rachel inesperadamente.

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