Gherkin esbozo una mueca, haciendose el gracioso.

– Entonces supongo que ya habras conocido a nuestra adorable bibliotecaria, la senorita Lexie.

– Asi es.

– Es realmente encantadora, ?no te parece?

Por el tono, Jeremy interpreto que se referia a otra serie de posibilidades, algo mas en la linea de los tipicos comentarios que los hombres suelen hacer sobre las mujeres en los vestuarios de los gimnasios.

– La verdad es que me ha ayudado muchisimo -se limito a decir Jeremy.

En ese momento Rachel los interrumpio.

– ?Te dejo el desayuno en la mesa, cielo?

Jeremy miro al alcalde, como solicitandole permiso para marcharse.

– Ya hablaremos mas tarde. ?Ah, y que aproveche! -dijo Gherkin al tiempo que lo saludaba con la mano.

Jeremy se dirigio nuevamente a su mesa. Afortunadamente el ayudante del sheriff se habia marchado, y Jeremy se dejo caer en la silla con pesadez. Rachel deposito el plato delante de el.

– Que aproveche. Le he pedido al cocinero que te prepare la tortilla con mucho carino, porque vienes de Nueva York. ?Me encanta ese lugar!

– ?Has estado ahi alguna vez?

– No. Pero siempre he querido ir. Parece tan… glamuroso y excitante.

– Deberias ir. No hay ninguna otra ciudad igual en el mundo.

Ella sonrio, con aire coqueton.

– Pero bueno, senor Marsh… No me digas que me estas invitando.

La mandibula de Jeremy se abrio involuntariamente.

– ?Como?

Sin embargo, Rachel no parecio darse cuenta de su expresion pasmada.

– Bueno, quizas acepte tu oferta -proclamo ella-. Ah, y otra cosa: estare encantada de ensenarte el cementerio la noche que quieras. Normalmente acabo de trabajar a las tres de la tarde.

– Gracias. Lo tendre en cuenta -balbuceo Jeremy.

Durante los siguientes veinte minutos, mientras Jeremy desayunaba, Rachel paso por su mesa al menos una docena de veces, rellenando cada vez su taza con un chorrito de cafe y sonriendole efusivamente.

Jeremy se encamino hacia su coche, recuperandose de lo que se suponia que debia de haber sido un desayuno apacible. El ayudante del sheriff. El alcalde. Tully. Rachel. Jed.

Desde luego, esas pequenas localidades en Estados Unidos podian ofrecer un sinfin de experiencias dificiles de digerir, incluso antes del desayuno.

A la manana siguiente pensaba tomar cafe en cualquier otro sitio menos en el Herbs, aunque la comida fuera de primera. Y, tenia que admitir, era mejor de lo que habia esperado. Tal y como Doris le habia comentado el dia previo, todo parecia fresco, como si los ingredientes procedieran directamente del huerto.

Sin embargo, manana tomaria el cafe en otro sitio. Y tampoco pensaba hacerlo en la gasolinera de Tully, suponiendo que alli sirvieran cafe. No deseaba perder el tiempo en una conversacion de la que no pudiera escapar cuando tenia cosas que hacer.

De repente se detuvo, sorprendido. «?Cielo santo! Pero si estoy empezando a pensar como ellos», se dijo, sacudiendo la cabeza.

Saco las llaves del coche de su bolsillo y reanudo la marcha. Por lo menos habia conseguido acabar de desayunar. Echo un vistazo al reloj; ya casi eran las nueve. Perfecto.

Lexie se sorprendio a si misma mirando por la ventana de su despacho en el momento exacto en que Jeremy Marsh aparcaba el coche delante de la biblioteca.

Jeremy Marsh. No podia dejar de pensar en el, por mas que intentara concentrarse en su trabajo. Y ahi estaba de nuevo, esta vez vestido de un modo mas informal, como si pretendiera pasar mas desapercibido entre los lugarenos, supuso ella. Y de algun modo lo habia conseguido.

Bueno, ya era suficiente. Tenia que trabajar. Su despacho estaba abarrotado de cajas de libros, apiladas unas sobre las otras tanto en posicion vertical como horizontal. Un archivador de acero gris emplazado en una de las esquinas era el unico mobiliario que descollaba en la estancia, aparte de una mesa y de una silla tipicamente funcionales. El despacho carecia de elementos decorativos, simplemente por falta de espacio. Habia montones de papeles apilados por doquier: en los rincones, debajo de la ventana, en una silla apartada en una esquina. Y su mesa tambien estaba sepultada por enormes pilas de papeles, con todo aquello que consideraba urgente.

Habia que presentar el presupuesto a final de mes, y tenia que repasar un monton de catalogos de diversos editores para realizar el pedido semanal. Ademas, todavia debia encontrar al ponente para la cena que organizaba la asociacion de los Amigos de la Biblioteca en abril, asi como planear todo lo referente a la «Visita guiada por las casas historicas» -en la que la biblioteca intervenia por ser uno de los edificios mas emblematicos del pueblo-, y apenas le quedaba tiempo para hacerlo todo. Contaba con dos empleados a jornada completa, pero habia aprendido que era mejor no delegar temas importantes. Los empleados sabian recomendar los titulos mas recientes y ayudaban a los estudiantes a encontrar lo que necesitaban, pero la ultima vez que permitio que uno de ellos decidiera que libros debian solicitar, acabo con seis titulos diferentes sobre orquideas, ya que, por lo que averiguo mas tarde, esa era la flor favorita del empleado que realizo el pedido. Previamente, antes de sentarse delante del ordenador, habia intentado planificar sus tareas para ese dia, pero no lo habia conseguido. No importaba lo mucho que intentara concentrarse, sus pensamientos se desviaban hacia Jeremy Marsh. No queria pensar en el, pero Doris habia dicho lo suficiente como para despertar su curiosidad.

«No es como te lo imaginas.»

?Que significaba eso? La noche anterior, cuando habia intentado que Doris fuera mas especifica, su abuela se habia cerrado en banda, como si no hubiera dicho nada. No volvio a mencionar la vida amorosa de Lexie durante el resto de la noche, ni tampoco a Jeremy Marsh. Las dos evitaron el tema: hablaron sobre el trabajo, sobre personas conocidas, sobre como se perfilaba la «Visita guiada por las casas historicas» para el siguiente fin de semana. Doris presidia la Sociedad Historica local, y la visita era uno de los grandes eventos del ano, aunque no precisara de una gran planificacion. Practicamente se trataba de mostrar la misma docena de casas que elegian cada ano, ademas de cuatro iglesias y de la biblioteca. Mientras su abuela se afanaba por hablar sobre esas cuestiones, Lexie no podia dejar de pensar en su misteriosa declaracion.

«No es como te lo imaginas.»

?A que se referia? ?Al tipico urbanita? ?A su faceta mujeriega? ?A alguien que solo buscaba echar una cana al aire? ?Alguien que se mofaria del pueblo tan pronto como se marchara de alli? ?Alguien en busca de una historia sensacionalista, dispuesto a cualquier cosa por conseguirla, aunque ello supusiera hacer dano a alguien durante el proceso?

?Y por que demonios le preocupaba eso? Solo se quedaria unos pocos dias, y luego desapareceria y todo volveria a su cauce, afortunadamente.

Ya se habia enterado de los cotilleos que circulaban por el pueblo. Y en la panaderia donde se detenia cada manana a comprar un mollete habia oido a un par de mujeres hablar sobre el. Decian que gracias a ese periodista el pueblo se haria famoso, que las cosas mejorarian considerablemente, sobre todo para los comerciantes. Cuando la vieron, la avasallaron con mil y una preguntas acerca de el y emitieron sus propias opiniones sobre si finalmente descubriria el motivo de las misteriosas luces.

Algunos creian realmente que las luces eran producto de los fantasmas, pero otros no. El alcalde, por ejemplo, Gherkin enfocaba el tema desde un angulo diferente; veia la investigacion de Jeremy como una especie de apuesta. Si Jeremy Marsh no encontraba la causa, seria bueno para la economia del pueblo, y esa parecia la opcion por la que apostaba el alcalde. Despues de todo, Gherkin sabia algo que solo unos pocos conocian.

Ademas de los estudiantes de la Universidad de Duke y del historiador local -quien parecia haber encontrado una explicacion plausible, segun la opinion de Lexie-, por lo menos otros dos individuos o grupos de personas no vinculadas con el pueblo habian investigado el misterio sin exito. Gherkin habia invitado a los estudiantes de la Universidad de Duke para que realizaran una visita al cementerio, con la esperanza de que tampoco encontraran una respuesta logica. Y no se podia negar que desde entonces se habia incrementado el numero de visitantes a la localidad.

Lexie considero que igual deberia haber mencionado esa cuestion al senor Marsh. Pero puesto que el no habia

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