eliminar la posibilidad de que los faros de los automoviles pudieran ser el origen de los «fantasmas».
El segundo articulo solo era un poco mas informativo. Publicado en 1969 en un numero de
La primera era la descomposicion de la vegetacion, que a veces provoca unas pequenas llamaradas y unos vapores conocidos como gases de las cienagas. En un area costera como esa, Jeremy sabia que no podia descartar esa idea por completo, aunque pensaba que era poco probable, puesto que las luces surgian en noches frias y con niebla. Tambien podian ser «luces de terremotos», es decir, cargas atmosfericas electricas generadas por el movimiento y la friccion de las rocas en las profundidades de la corteza terrestre. Tambien hacia referencia a la teoria de los faros de los coches, igual que a la idea de la refraccion de la luz estelar y la del destello fosforescente emitido por determinados hongos en un bosque en descomposicion. El autor citaba las algas, que tambien podian brillar de forma fosforescente, e incluso mencionaba la posibilidad del efecto de Novaya Zemlya, una isla en la que los rayos de luz se curvan a causa de las capas adyacentes de aire a diferentes temperaturas, por lo que parecen brillar. Y, como posibilidad final, concluia que podia ser el fuego de San Telmo, que son pequenas chispas o descargas electricas que saltan de los objetos punzantes y metalicos cuando se avecinan tormentas.
En resumidas cuentas, el autor decia que podia ser cualquier cosa.
A pesar de que los articulos no ofrecian conclusiones concisas, por lo menos ayudaron a Jeremy a aclarar sus propias ideas. En su opinion, las luces estaban relacionadas con algun fenomeno geografico. La colina de detras del cementerio parecia ser el punto mas elevado en cualquier direccion, y el hundimiento del cementerio hacia que la niebla fuera mas densa en esa area en particular. Todo eso significaba luz refractada o reflejada.
Solo necesitaba concretar el origen, y para ello tenia que averiguar cuando aparecieron las luces por primera vez. Y no de un modo aproximado, sino la fecha exacta, para poder determinar que sucedia en el pueblo en ese momento: si pasaba por una fase de cambios determinantes -un nuevo proyecto de construccion, una nueva fabrica, o algo en esa linea-, entonces posiblemente podria hallar la causa. O si pudiera ver las luces -lo cual de momento descartaba-, su trabajo podria ser aun mas sencillo. Si surgian a media noche, por ejemplo, y en ese momento no pasaba ningun coche, podria inspeccionar la zona, examinando la ubicacion de las casas habitadas que difundian luz por las ventanas, la proximidad de la carretera, o incluso el trafico fluvial. Las barcas constituian una posibilidad, si estas eran lo suficientemente grandes.
Por segunda vez volvio a repasar la pila de libros. Tomo notas adicionales sobre los cambios que el pueblo habia experimentado a lo largo de los anos, poniendo un enfasis especial en los cambios acontecidos a finales de siglo.
Mientras transcurrian las horas, la lista aumentaba. A principios del siglo xx hubo un bum inmobiliario que duro desde 1907 hasta 1914, y durante ese periodo la parte norte del pueblo crecio considerablemente. El pequeno puerto sufrio una ampliacion en 1910, luego otra en 1916, y una ultima en 1922; combinado con las canteras y las minas de fosforo, la excavacion en la zona se hizo extensiva. La linea del ferrocarril se empezo a construir en 1898 y continuo expandiendose por varias areas del condado hasta 1912. En 1904 tendieron un puente de caballetes de madera sobre el rio, y desde 1908 hasta 1915 edificaron tres grandes fabricas: un molino textil, una mina de fosforo y una fabrica de papel. De las tres, solo la fabrica de papel continuaba operativo -el molino textil habia cerrado sus puertas cuatro anos antes, y la mina lo hizo en 1987-, asi que eso parecia eliminar las otras dos fabricas como posibilidades.
Reviso los datos de nuevo para confirmar que eran correctos, y volvio a apilar los libros para que Lexie pudiera colocarlos en las estanterias pertinentes. Se acomodo en la silla, estiro los brazos y las piernas entumecidas y echo un vistazo al reloj. Ya casi era mediodia. Penso que habia aprovechado bien las horas y miro de soslayo hacia la puerta entreabierta a sus espaldas.
Lexie no habia regresado para ver como le iba. En cierto modo le gustaba el hecho de no saber exactamente a que atenerse con ella, y por un momento deseo que ella viviera en Nueva York o en algun lugar cercano. Habria sido interesante ver por que cauce habrian discurrido sus vidas si se hubieran cruzado en la ciudad. Un momento mas tarde, Lexie aparecio en la puerta.
– Hola, ?que tal va? -saludo ella. Jeremy se dio la vuelta.
– Muy bien, gracias. Ella se puso la chaqueta y dijo:
– Voy a buscar algo para comer, y me preguntaba si querrias que te trajera algo.
– ?Vas al Herbs? -pregunto Jeremy.
– No. Si esta manana has pensado que habia demasiada gente a la hora del desayuno, tendrias que ver como se llena el local al mediodia. Pero puedo comprarte algo en la tienda de comida preparada de vuelta a la biblioteca.
El dudo solo un instante.
– Mira, ?que te parece si voy contigo a comer? Me ira bien estirar las piernas. Me he pasado toda la manana aqui encerrado, asi que me apetece cambiar de aire. Quiza podrias ensenarme un poco el pueblo. -Hizo una pausa-. Si te parece bien, por supuesto.
Lexie estuvo a punto de decir que no, pero entonces se acordo de las palabras de Doris, y sus pensamientos se nublaron.
«Muchas gracias por meter las narices en mi vida, Doris», penso Lexie. A pesar de que su intuicion le hacia decantarse por rechazar la oferta, acabo aceptando.
– De acuerdo. Pero solo dispongo de una hora para comer, asi que dudo que te sirva de mucho.
Jeremy parecio tan sorprendido como ella ante su respuesta positiva. Se puso de pie y la siguio hasta la puerta.
– No te preocupes; con cualquier cosa estare mas que satisfecho -repuso el-. Asi podre empezar a completar los interrogantes que tengo por el momento. Creo que es importante saber lo que sucede en un lugar como este.
– ?Te refieres a nuestro pueblucho?
– Nunca he dicho que sea un pueblucho.
– Ya, pero es lo que piensas. En cambio, yo amo este lugar.
– Lo supongo, ?por que si no vivirias aqui?
– Porque no es Nueva York, por ejemplo.
– ?Has estado alli?
– Vivi en Manhatan, en el 69 West.
Jeremy casi dio un traspie.
– ?Pero si eso esta solo a escasas manzanas de donde yo vivo!
Ella sonrio.
– El mundo es un panuelo, ?eh?
Jeremy camino apresuradamente intentando no perder el paso mientras se aproximaban a las escaleras.
– Me estas tomando el pelo, ?verdad?
– No -contesto ella-. Vivi alli con mi novio durante casi mi ano. El trabajaba en Morgan Stanley, y yo estaba de interina en la biblioteca de la Universidad de Nueva York.
– No puedo creerlo…
– ?El que? ?Que viviera en Nueva York o que me marchara de alli? ?O que viviera cerca de ti? ?O que viviera con mi novio?
– Todo… O nada. No estoy seguro.
Estaba intentando imaginarse a la bibliotecaria de esa pequena localidad viviendo en su barrio. Al darse cuenta de la expresion de su cara, Lexie se echo a reir.
– Igualito a los demas, ?lo sabias? -solto ella.
– ?A quien te refieres?
– A los orgullosos urbanitas de Nueva York. Os pasais la vida creyendo que no existe otro lugar mas especial en el mundo entero, y que ningun otro lugar vale la pena.
– Tienes razon -admitio Jeremy-. Pero eso es porque el resto del mundo no puede hacerle sombra a esa maravilla de ciudad.