coche a un lado de la pista. Lexie le hizo una senal para que apagara el motor, y los dos salieron del auto.

Lexie cruzo los brazos mientras caminaban. El aire parecia mas fresco alli arriba; la brisa, mas invernal. El cielo tambien parecia estar mas cerca de ellos. Las nubes ya no tenian rasgos monotonos, sino que ahora se retorcian en formas distintivas. Mas abajo se podia ver el pueblo, con sus tejados formando una malla contigua, encumbrados a lo largo de calles rectas, una de las cuales conducia directamente hasta el cementerio de Cedar Creek. Justo en los confines del pueblo, el viejo rio salobre se asemejaba a una sinuosa barra de hierro. Jeremy avisto el puente sobre la carretera y tambien el puente de caballetes por el que pasaba el tren, mientras un halcon de cola roja planeaba en circulos sobre sus cabezas. Fijo la vista con mas atencion en un punto determinado hasta que distinguio la diminuta silueta de la biblioteca, y luego el enclave donde se asentaba Greenleaf, aunque los bungalos se confundian con la vegetacion difuminada.

– Que vista mas espectacular -acerto a decir finalmente.

Lexie senalo hacia uno de los extremos del pueblo.

– ?Ves esa casita de alli, la que esta cerca del estanque? Ahi vivo yo. ?Y esa otra mas alejada? Es la casa de Doris. Alli es donde creci. A veces, cuando era una nina, miraba hacia la colina e imaginaba que me veia a mi misma, contemplandome desde aqui arriba.

Jeremy sonrio. La brisa jugueteaba con el pelo de Lexie mientras ella continuaba exteriorizando sus pensamientos.

– Mis amigos y yo soliamos venir aqui y nos quedabamos mucho rato cuando teniamos quince anos. Durante los meses de verano, el calor hace que las luces de las casas titilen, casi con tanta intensidad como las estrellas. Y las luciernagas… Bueno, en junio hay tantas que practicamente parece que haya otro pueblo en el cielo. Aunque todo el mundo conoce este lugar tan especial, no suele estar muy concurrido. Asi que era el punto de reunion de la pandilla, un lugar que podiamos compartir sin que nadie nos molestara.

De pronto dejo de hablar, manifiestamente incomoda y nerviosa; aunque el motivo de su nerviosismo solo lo supiera ella.

– Recuerdo un dia que se esperaba una fuerte tormenta. Mis amigos y yo convencimos a uno de los muchachos para que nos subiera aqui con su tractor, uno de esos remolcadores de oruga que podria trepar por el Gran Canon si se lo propusiera. Nuestra intencion era presenciar el espectaculo de relampagos desde este sitio privilegiado, sin pararnos a pensar que nos colocabamos en el punto mas alto de la zona. Al principio nos parecio impresionante. El cielo entero se ilumino cuando empezaron a caer los relampagos, a veces con unos destellos sesgados, otras con unas luces destellantes. Animados, nos pusimos a contar en voz alta hasta el estruendo del siguiente trueno, ya sabes, eso que se hace para calcular a que distancia queda la tormenta. Pero en cuestion de segundos, y sin que nos diera tiempo a reaccionar, el aguacero se nos echo encima. El viento empezo a soplar con tanta virulencia que el tractor no paraba de tambalearse, y la cortina de lluvia era tan tupida que no veiamos nada. Entonces los relampagos empezaron a caer con una furia desmedida sobre los arboles cercanos; unas gigantescas descargas provenientes del cielo, tan cerca de nosotros que incluso podiamos notar como temblaba la tierra bajo nuestros pies con cada impacto. Todavia puedo ver la imagen espeluznante de las copas de los pinos estallando, como bolas chispeantes.

Mientras Lexie relataba la historia, Jeremy se dedicaba a observarla. Era la primera vez que explicaba tantas cosas sobre si misma desde que se habian conocido, e intento imaginarsela a los quince anos. ?Como era cuando iba al instituto? ?Una de las animadoras populares? ?O una de esas empollonas que se pasaban todas las horas metidas en la biblioteca? «?Que mas da!», se dijo; al fin y al cabo no era mas que agua pasada. ?A quien le importaba lo que habia sucedido en el instituto? Sin embargo, incluso ahora, cuando Lexie continuaba perdida en sus memorias, a el se le hacia imposible figurarsela a esa temprana edad.

– Supongo que estabas aterrorizada -apunto Jeremy-. Un rayo puede estar a cincuenta mil grados centigrados de temperatura, ?lo sabias? Es decir, diez veces mas candente que la superficie del sol.

Ella sonrio, sorprendida.

– No, no lo sabia. Pero tienes razon. Me parece que jamas he estado tan aterrorizada en toda mi vida.

– ?Y que sucedio?

– Bueno, llego un momento en que la tormenta toco a su fin, como sucede siempre. Y cuando nos hubimos recuperado de la gran impresion, regresamos al pueblo. Pero recuerdo que Rachel me agarro de la mano con tanta fuerza que me dejo las unas marcadas.

– ?Rachel? ?No te referiras a la camarera del Herbs?

– Si, la misma. -Se cruzo nuevamente de brazos y lo miro con curiosidad-. ?Por que? ?Ha intentado ligar contigo a la hora del desayuno?

Jeremy empezo a balancearse, apoyando todo el peso de su cuerpo de un pie a otro alternativamente.

– Hombre, tampoco lo definiria de ese modo. Digamos que… me ha parecido una chica bastante lanzada.

Lexie se echo a reir.

– No me sorprende. Rachel es… Bueno, Rachel es asi. Es una de mis mejores amigas desde la infancia, y sigo considerandola como una hermana. Supongo que siempre sentire el mismo aprecio por ella. Pero despues de marcharme a la universidad y luego a Nueva York… No se como explicarlo… Cuando regrese, ya nada volvio a ser igual. Algo habia cambiado. No me malinterpretes; es una chica formidable y divertidisima, y no tiene ni un pelo de tonta, pero…

Se detuvo unos instantes, como buscando las palabras adecuadas. Jeremy la observo con atencion.

– ?Veis la vida de una manera distinta, quiza? -sugirio el.

Ella suspiro.

– Si, supongo que si.

– Me parece que eso nos pasa a todos cuando nos hacemos mayores -respondio Jeremy-. Descubrimos nuestra propia identidad y lo que queremos, y entonces nos damos cuenta de que la gente que conocemos desde la infancia no interpreta las cosas del mismo modo. Y por eso, aunque recordemos los viejos tiempos con nostalgia, nuestras vidas toman sendas muy diferentes. Es perfectamente normal.

– Lo se. Pero en un pueblo de pequenas dimensiones, estas cosas se notan mucho mas. Queda tan poca gente de treinta anos, e incluso menos que este soltera… Realmente es como un mundo reducido.

El asintio antes de esbozar una sonrisa.

– Asi que tienes treinta anos…

De repente Lexie se acordo de que el habia intentado averiguar su edad el dia anterior.

– Si -confirmo sintiendose abrumada-. Supongo que me hago mayor.

– O que todavia eres joven, segun como se mire -argumento el-. Mira, cuando me deprimo al pensar en la edad, me pongo mis pantalones mas bajos de tiro, me subo los calzoncillos basta el ombligo para que se vean, me coloco la gorra de beisbol con la visera echada hacia atras, y salgo a pasear por algunas galerias comerciales mientras escucho musica rap.

Lexie solto una risita al imaginarselo con esa pinta. A pesar de que el aire era cada vez mas fresco, se sintio arropada, como tonificada; aunque pareciera extrano, tuvo que admitir que se sentia a gusto con el. Todavia no estaba segura de si le gustaba -mas bien tenia la impresion de que no- y por un momento intento hacer un esfuerzo por reconciliar los dos sentimientos, lo que obviamente queria decir que era mejor evitar esa cuestion por completo. Puso un dedo sobre la barbilla.

– Ya me lo imagino, vaya pinta. Me parece que le das mucha importancia al estilo personal.

– Asi es. Pero ayer me fije en que nadie se mostro impresionado por mi atuendo, incluida tu.

Ella se echo a reir y, en el silencio reconfortante, lo observo tranquilamente.

– Supongo que tendras que viajar mucho por tu trabajo, ?no?

– Unas cuatro o cinco veces al ano, y cada viaje dura un par de semanas.

– ?Habias estado antes en un pueblo tan pequeno como este?

– No -respondio el-. Cada lugar tiene su propio encanto, pero puedo decir con toda franqueza que jamas habia visitado un lugar como este. ?Y tu? ?Has estado en algun otro sitio, ademas de en Nueva York?

– Estudie en la Universidad de Carolina del Norte, en Chapel Hill, y pase bastante tiempo en Raleigh. Tambien estuve en Charlotte un dia, cuando estudiaba en el instituto. El equipo de futbol local se convirtio en el campeon del estado cuando yo estudiaba el ultimo ano, asi que nadie en el pueblo quiso perderse la final. Montamos una larguisima caravana de hasta casi cuatro millas. ?Ah! ?Y se me olvidaba! En Washington DC, en una excursion cuando era pequena. Pero jamas he salido de Estados Unidos.

Mientras hablaba, era plenamente consciente de lo aburrida que debia de parecerle su vida a Jeremy, pero

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