Jeremy se quedo mudo durante unos momentos que parecieron eternos.

– Que terrible -acerto a balbucear finalmente-. ?Cuantos anos tenias?

– Dos. Ese dia me habia quedado a dormir en casa de mi abuela, y al dia siguiente, ella se fue al hospital con mi abuelo. Cuando regresaron, me explicaron que a partir de entonces viviria con ellos. Y asi fue. Pero es extrano; quiero decir, sabia lo que habia pasado, pero nunca me llego a parecer particularmente real. No tuve la impresion de que me faltara nada en la infancia. Para mi, mis abuelos eran como los padres de los demas chicos, salvo que yo me dirigia a ellos por el nombre de pila. -Sonrio-. Fue idea de ellos, por si te interesa. Supongo que no querian que a partir de ese momento los viera como mis abuelos, porque tenian que encargarse de criarme, pero tampoco eran mis padres. Cuando termino, lo miro con serenidad, y se fijo en la forma en que sus hombros parecian llenar el jersey por completo, casi de un modo perfecto. Tambien se fijo en el hoyuelo de la barbilla.

– Ahora me toca a mi hacer preguntas -anuncio ella-. Yo ya he hablado demasiado, y estoy segura de que mi vida debe de ser muy aburrida, comparada con la tuya. No me refiero a la tragica historia de mis padres, claro, sino al hecho de vivir aqui.

– Te equivocas. Tu vida no es nada aburrida. Es interesante. Es como cuando lees un libro nuevo, y sientes una agradable sorpresa cuando pasas la pagina y descubres algo inesperado.

– Bonita metafora.

– Pense que sabrias apreciarla.

– ?Y que hay de ti? ?Por que decidiste convertirte en periodista?

Durante los siguientes minutos, Jeremy le relato sus anos escolares, sus planes para convertirse en profesor, y el giro en su vida que le habia llevado hasta ese punto.

– ?Y dices que tienes cinco hermanos?

El asintio.

– Todos mas mayores que yo. Soy el bebe de la familia.

– No se por que, pero me cuesta creer que tengas hermanos.

– ?Ah, si?

– Das la impresion de ser el tipico hijo unico.

Jeremy sacudio la cabeza lentamente.

– Que pena que no hayas heredado los poderes adivinadores del resto de tu familia.

Lexie sonrio antes de volver a desviar la mirada. En la distancia, un grupo de halcones de cola roja planeaba en circulos sobre el pueblo. Lexie apoyo la mano sobre la ventana, sintiendo el cristal frio en su piel.

– Doscientas cuarenta y siete -anuncio ella.

El la miro desconcertado.

– ?Como?

– Es el numero de mujeres que han ido a ver a Doris para averiguar el sexo de sus bebes. Siempre habia alguna embarazada sentada en la cocina de casa, hablando con mi abuela. Y es curioso, incluso ahora puedo recordar que pensaba que todas ellas tenian algo similar: el fulgor en sus ojos, la piel tersa y brillante, y ese nerviosismo genuino. Es verdad lo que cuentan las viejas parteras de que las embarazadas tienen un brillo especial, y recuerdo cuando pensaba que queria parecerme a esas mujeres cuando fuera mayor. Doris se pasaba un buen rato departiendo con ellas para asegurarse de que realmente querian saber el sexo de su bebe; acto seguido, las cogia de la mano y se quedaba totalmente en silencio. Las embarazadas tampoco decian nada, y unos minutos mas tarde, ella proclamaba la noticia. -Solto un suspiro-. Y siempre acertaba. Doscientas cuarenta y siete mujeres fueron a visitarla, y ella acerto doscientas cuarenta y siete veces. Mi abuela tiene los nombres de todas ellas escritos en una libreta, junto con toda clase de detalles, incluidas las fechas de sus visitas. Puedes echarle un vistazo si quieres. Todavia guarda la libreta en la cocina.

Jeremy se limito a mirarla fijamente. Penso que estadisticamente eso era imposible. Alguien que habia forzado los limites de lo que podia ser cierto, y que lo habia conseguido por chiripa. Y esa libreta solo debia de contener los datos de las mujeres con las que habia acertado.

– Se lo que estas pensando -dijo ella-. Pero puedes contrastar los datos con el hospital, o directamente con las mujeres. Y puedes preguntarle a quien quieras, para ver si se equivoco alguna vez. Y descubriras que jamas se equivoco. Incluso los doctores de la localidad te diran que mi abuela tenia un don especial.

– ?No se te ocurrio pensar que quiza conocia a la persona que realizaba las ecografias?

– Imposible -insistio ella.

– ?Como puedes estar tan segura?

– Porque cuando la tecnologia finalmente llego al pueblo, dejo de hacer esas predicciones. Entonces ya no habia ninguna razon para que la gente continuara consultando esa clase de cuestiones con ella, porque ya podian ver una imagen de su bebe con sus propios ojos. Poco a poco las mujeres dejaron de ir a casa de Doris, hasta que al final las visitas cesaron casi por completo. Ahora quiza solo recibe una o dos visitas al ano, normalmente de campesinas que no tienen ningun seguro medico. Supongo que se podria decir que hoy dia la gente ya no precisa de sus servicios.

– ?Y que me dices del don de averiguar donde hay agua?

– Lo mismo -respondio impasible-. No hay demasiada demanda por aqui para alguien con sus habilidades. La seccion mas meridional del condado se asienta sobre una gran reserva de agua. Pero cuando Doris era una nina, en Cobb County en Georgia, que es donde se crio, muchos granjeros iban a verla para solicitarle ayuda, especialmente durante los meses de sequia. Y aunque no tenia mas de ocho o nueve anos, siempre encontraba agua.

– Vaya, que interesante -dijo Jeremy.

– Me parece que todavia no me crees.

Jeremy cambio de posicion en el asiento.

– Debe de haber una explicacion logica. Siempre la hay.

– ?No crees en ningun tipo de magia?

– No.

– Que pena -repuso ella-. Porque a veces es real como la vida misma.

Jeremy sonrio.

– Quien sabe. Igual descubro algo y cambio de parecer mientras estoy aqui.

Ella tambien sonrio.

– Eso ya ha empezado a pasarte. Lo unico es que eres demasiado cabezota como para aceptarlo.

Despues de dar buena cuenta de toda la comida, Jeremy puso en marcha el motor y descendieron de Riker's Hill a trompicones, con las ruedas delanteras a punto de hundirse en cada bache profundo. La suspension hacia el mismo ruido que un colchon de muelles viejo, y cuando llegaron al pie de la montana, Jeremy exhibia unos nudillos completamente blancos y tensos sobre el volante.

Siguieron la misma carretera del camino de ida. Al pasar por delante del cementerio de Cedar Creek, Jeremy no pudo evitar desviar la vista hacia la cima de Riker's Hill. A pesar de la distancia, pudo distinguir el lugar exacto donde habian aparcado.

– ?Nos queda tiempo para ver un par de sitios mas? Me encantaria dar una vuelta por el puerto, la fabrica de papel, y quizas el puente de caballetes por donde pasa el tren.

– Tenemos tiempo -afirmo ella-. Siempre y cuando no nos demoremos demasiado. Los tres sitios se encuentran en la misma zona.

Diez minutos mas tarde, siguiendo las indicaciones de Lexie, Jeremy aparcaba nuevamente el coche. Se hallaban en uno de los recodos del pueblo, a un par de manzanas del Herbs y cerca del paseo maritimo paralelo al discurrir del rio. El rio Pamlico, de cerca de un kilometro y medio de ancho, fluia enfurecido, con la corriente formando numerosos remolinos de espuma blanca mientras se precipitaba rio abajo. En la otra orilla, cerca del puente de caballetes, la fabrica de papel -una imponente estructura- escupia nubes de humo por sus inhospitas chimeneas.

Jeremy aprovecho para estirar las piernas y los brazos cuando se apeo del coche; en cambio, Lexie se estremecio e intento hacer frente al notable cambio de temperatura cruzando los brazos.

– ?Hace mas frio o es solo mi imaginacion? -pregunto desconcertada, con las mejillas sonrosadas.

– Es cierto; empieza a refrescar -confirmo el-. Parece que hace mas frio aqui que en la cima de la montana, aunque quiza solo sea que notamos mas la diferencia de temperatura porque en el coche habia puesto la calefaccion.

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