– ?Y que te ha parecido?
Rodney se puso tenso en la silla.
– Bueno, tampoco es que hayamos hablado tanto rato…
– Oh, pues deberias hacerlo. Es un tipo muy interesante, muy listo. Y ese pelo… ?Dijo algo sobre su pelo?
– No -respondio Rodney. Tomo otro sorbo de cafe, intentando ordenar las ideas para comprender lo que sucedia. ?De veras ese tipo habia invitado a Rachel a ir a Nueva York? ?O Rachel se habia autoinvitado? No estaba del todo seguro. No podia creer que el urbanita la encontrara atractiva, y sin lugar a duda ese tipo era la clase de hombre que volvia locas a mujeres como Rachel, pero… Rachel solia exagerar y Lexie y el urbanita estaban por ahi solos, en algun lugar desconocido. Algo no acababa de cuadrar en toda esa historia.
Rodney hizo ademan de levantarse de la silla.
– Bueno, si ves a Lexie, dile que he pasado a saludarla, ?vale?
– No te preocupes. ?Quieres que te ponga el resto del cafe en un vaso termico para que te lo puedas llevar?
– No, gracias. Me parece que ya he tomado suficiente cafe para el resto del dia. Tengo el estomago un poco irritado.
– Oh, pobrecito. Creo que tenemos Pepto-Bismol en la cocina. ?Quieres un par de pastillas?
– Te lo agradezco, Rach -respondio, intentando henchir el pecho para parecer de nuevo un oficial de policia-. Pero no creo que eso me ayude.
Al otro lado del pueblo, en la puerta de la oficina del contable, Gherkin apreto el paso para atrapar a Doris.
– ?Justo la mujer que queria ver! -exclamo.
Doris se dio media vuelta y observo al alcalde mientras este le acercaba. Gherkin lucia una americana roja y unos pantalones a cuadros, y Doris no pudo evitar preguntarse si era daltonico. La mayoria de las veces exhibia unos trajes absolutamente ridiculos.
– ?Que puedo hacer por ti, Tom?
– Como seguramente ya habras oido, o quiza no, estamos preparando una cena especial para nuestro ilustre visitante, el senor Jeremy Marsh. Esta escribiendo una historia sobre el pueblo que puede ser una verdadera bomba, y…
Doris termino la historia mentalmente, repitiendo las palabras al mismo tiempo que el alcalde.
– … ya sabes lo importante que eso podria ser para el pueblo.
– Si, eso he oido -asevero ella-. Y seguramente sera especialmente productivo para tu negocio.
– En esta ocasion pienso en toda la comunidad -proclamo el, ignorando el comentario mordaz-. Me he pasado la manana intentando organizarlo todo para que no haya ni un solo fallo. Y pensaba que igual te gustaria colaborar; por ejemplo, podrias preparar algo para comer.
– ?Quieres que me encargue de la cena?
– No gratuitamente, por supuesto. El Consistorio estara mas que encantado de pagar los gastos. Hemos pensado en organizar una fiestecita en la plantacion del viejo Lawson, en las afueras del pueblo. Ya he hablado con los encargados de la plantacion, y me han confirmado que estaran mas que encantados de prestarnos las instalaciones. Podriamos usar el evento como el pistoletazo de salida de la «Visita guiada por las casas historicas». Tambien he hablado con los del periodico, y uno de los reporteros piensa dejarse caer por alli para…
– ?Y cuando planeas ofrecer esa fiestecita? -pregunto ella, interrumpiendolo bruscamente.
El alcalde parecio un poco contrariado ante la abrupta interrupcion.
– Esta noche. Pero como iba diciendo…
– ?Esta noche? -volvio a interrumpirlo-. ?Quieres que prepare la cena para esta noche?
– Es para una buena causa, Doris. Se que demuestro una enorme desconsideracion pidiendote un favor asi, pero te aseguro que esta oportunidad puede reportar unos enormes beneficios para el pueblo, por lo que no podemos perder el tiempo si queremos sacar una buena tajada. Los dos sabemos que tu eres la unica persona capaz de organizar una cosa de tal envergadura. Tampoco es que te pida nada especial… Mas bien estaba pensando en tu pollo con pesto, pero preparado no como un bocadillo sino…
– ?Jeremy Marsh sabe lo de la fiestecita?
– Claro que si. Se lo comente esta manana, y parecio muy contento.
– ?De veras? -apunto ella, apoyandose en la pared y con cara de incredula.
– Y tambien habia pensado en invitar a Lexie. Ya sabes lo importante que es tu nieta para todos los muchachos del pueblo.
– No creo que acepte. Odia ir a esa clase de eventos; solo asiste cuando es absolutamente necesario, y no me parece que este sea absolutamente necesario.
– Quiza tengas razon. De todos modos, como iba diciendo, me gustaria aprovechar esta noche para inaugurar el programa del fin de semana.
– Creo que olvidas que estoy en contra de la idea de usar el cementerio como una atraccion turistica.
– Lo se -asevero el-. Recuerdo tus palabras exactamente. Pero tu quieres hacer oir tu voz, ?no es cierto? Si no te dejas ver, no habra nadie que represente tu punto de vista.
Doris se quedo mirando al alcalde fijamente durante un buen rato. Sin lugar a dudas, ese hombre sabia perfectamente que tecla habia que pulsar en cada momento. Ademas, tenia razon. Podia imaginar lo que Jeremy acabaria escribiendo si ella no asistia a la cena y el solo recibia informacion por parte del alcalde. Tom tenia razon: ella era la unica que podia organizar una cena en tan poco tiempo.
Al alcalde no se le escapaba que Doris se habia estado preparando para el duro fin de semana que se avecinaba, y que en la cocina del Herbs tenia comida de sobras para abastecer a todo un regimiento.
– De acuerdo -capitulo Doris-. Me encargare de la cena, pero ni por un segundo creas que me pondre a servir a toda esa gente. Sera un bufe libre, y yo me sentare en una de las mesas, como el resto de los invitados.
Gherkin sonrio.
– Es que no lo aceptaria de otro modo, Doris.
Rodney Hopper, el ayudante del sheriff, estaba sentado en su coche, aparcado justo enfrente de la biblioteca, preguntandose si debia entrar o no a hablar con Lexie. Podia ver el auto del urbanita en el aparcamiento, lo cual significaba que ya habian regresado de quien sabia donde, y podia ver luz en el despacho de Lexie a traves de la ventana.
Se imagino a Lexie sentada delante de la mesa, leyendo, con las rodillas dobladas y los pies sobre la silla, jugueteando con un mechon de pelo con una mano mientras que con la otra pasaba las paginas de un libro. Deseaba verla, pero el problema era que sabia que no tenia ninguna excusa para hacerlo. Jamas se dejaba caer por la biblioteca para charlar con ella porque era consciente de que tal vez Lexie no queria que lo hiciera. Ella nunca le habia sugerido que fuera a verla, y si alguna vez el intentaba encauzar la conversacion en esa direccion, Lexie cambiaba de tema. En cierto modo tenia sentido, porque ella tenia que trabajar, pero al mismo tiempo, Rodney pensaba que si la convencia para que le permitiera visitarla de vez en cuando, eso supondria otro pequeno paso adelante en su relacion.
Vio pasar una figura cerca de la ventana y se pregunto si el urbanita estaba en el despacho con ella.
Subitamente se puso tenso. Eso seria terrible. Primero una cita para comer -algo que el y Lexie jamas habian hecho-, y ahora una visita de confianza en el trabajo. Apreto los dientes con rabia ante tal pensamiento. En menos de un dia ese tipo habia logrado abrir una brecha e instalarse placidamente en la vida de Lexie. Bueno, quiza tendria que intercambiar unas cuantas palabras con el y dejarle las cosas claras, para que comprendiera exactamente la situacion.
Por supuesto, con esa actitud constataria que la relacion entre Lexie y el iba en serio, algo de lo que no estaba tan seguro. Hasta el dia anterior se habia mostrado satisfecho con el estado de su relacion; bueno, si era franco consigo mismo, quiza no del todo satisfecho. Habria preferido que las cosas avanzaran con un poco mas de rapidez, pero eso era otra cuestion. El asunto ahora era que hasta el dia anterior estaba convencido de no tener ningun adversario, y en cambio, hoy, ese par estaba sentado ahi arriba, ?los dos juntos! Probablemente reian y bromeaban, disfrutando como enanos, mientras el estaba sentado en el coche, con el motor parado, espiandolos desde la calle.
Pero claro, quiza Lexie y el urbanita no estaban juntos en el despacho. Quiza Lexie estaba haciendo…, bueno,