habia llamado para contarle que Jeremy la habia estado buscando, lo cual no la sorprendio en absoluto. Suponia que el se preguntaria que error habia cometido o por que ella se habia marchado de esa manera tan precipitada, pero a la vez pensaba que el se recuperaria del chasco rapidamente. Jeremy era una de esas personas fuertes con suficiente confianza en si mismas que avanzaban por la vida sin arrepentirse de nada de lo que hacian y sin volver la vista atras.
Avery tambien era asi, y aun recordaba el sentimiento de dolor que le provocaba su arrolladora confianza en si mismo y la indiferencia que le demostro cuando ella se sintio herida. Ahora reconocia que deberia haber interpretado esos defectos de su caracter como lo que eran, pero en esos momentos no hizo caso de las senales de alerta: como observaba a las mujeres demasiado rato, o con que efusividad abrazaba a otras mujeres, aunque el le aseguraba que solo se trataba de amigas. Al principio quiso creerlo cuando le dijo que solo habia sido infiel una vez, pero poco a poco fue atando cabos con la ayuda de conversaciones olvidadas que emergieron de nuevo: una vez, una de sus amigas de la universidad le confeso que habia oido rumores acerca de una historia torrida entre Avery y otra estudiante; uno de sus companeros de trabajo menciono unas cuantas ausencias laborales injustificadas de Avery. Odiaba verse en el papel de una pobre inocentona, pero lo cierto era que lo habia sido, y le dolia mas la decepcion que habia sentido consigo misma que la decepcion que sintio con el. Supuso que no tardaria en reponerse, que conoceria a un buen chico…, alguien como el senor sabelotodo, quien le demostro de una vez por todas que no era una buena psicologa a la hora de juzgar a los hombres. Parecia incapaz de mantener una relacion estable.
No era facil admitir esa cuestion, y habia momentos en los que se preguntaba que era lo que habia hecho mal para que sus dos relaciones mas serias hubieran fracasado. Bueno, quiza no podia incluir al senor sabelotodo, ya que lo suyo no llego a ser una relacion seria; pero ?y con Avery? Lo habia amado y habia creido que el la amaba. Era facil afirmar que Avery era un sinverguenza y que todo habia sido culpa suya, pero al mismo tiempo pensaba que probablemente el noto que faltaba algo en esa relacion, que a ella le faltaba algo. Pero ?en que sentido? ?Habia sido demasiado quisquillosa? ?Era aburrida? ?No se sentia satisfecho en la cama? ?Por que despues no fue en su busca, para rogarle que lo perdonara? Nunca encontro una respuesta a tales cuestiones. Sus amigas le aseguraban que ella no tenia la culpa, y Doris le decia lo mismo. Aun asi, no acertaba a comprender lo que habia sucedido. Despues de todo, existian dos versiones de una misma historia, e incluso ahora a veces fantaseaba con la idea de llamarle para preguntarle que era lo que ella tendria que haber hecho de un modo distinto. Tal y como una de sus amigas le indico, el sentimiento de culpa en esos temas era algo muy propio de las mujeres. Los hombres parecian inmunes a esa clase de inseguridades. Aunque no fuera asi, lo cierto era que los hombres habian aprendido a enmascarar sus sentimientos o a enterrarlos en lo mas profundo de su ser para no sentirse coaccionados por ellos. Normalmente Lexie intentaba hacer lo mismo, y normalmente funcionaba. Normalmente.
En la distancia, con el sol hundiendose en las aguas del Pamlico Sound, la ciudad de Buxton, con sus casitas blancas de madera, parecia una postal. Estaba mirando en direccion al faro, y tal y como suponia, vio un pequeno grupo de caballos paciendo en la hierba que se extendia alrededor de la base. Habia mas o menos una docena de ejemplares, con el pelaje pardo y rojizo principalmente. En el centro de la manada distinguio a dos potrillos que meneaban la cola al unisono.
Lexie se detuvo para contemplarlos y metio las manos en los bolsillos de su chaqueta. Ahora que la noche se le echaba encima, empezaba a refrescar, y sintio el frio en las mejillas y en la nariz. El aire era gelido y, aunque le hubiera gustado quedarse mas rato, se sentia cansada. Habia sido un dia muy largo, y en esos momentos incluso le parecia todavia mas largo. A pesar de su agotamiento, se pregunto que debia de estar haciendo Jeremy. ?Se estaba preparando para filmar las luces de nuevo? ?O se disponia a ir a cenar? ?Estaba haciendo la maleta? ?Y por que diantre no conseguia dejar de pensar en el?
Suspiro con resignacion, puesto que sabia perfectamente la respuesta. A pesar de que habia ansiado mucho ver los caballos, la fantastica panoramica que se extendia delante de sus ojos le recordo la pura y dura realidad: estaba sola. Si bien se habia acostumbrado a ser independiente y a intentar contrarrestar los constantes ataques de Doris sobre esa cuestion, no podia evitar no querer estar sola, sin compania. Ni siquiera pensaba en casarse con alguien; a veces lo unico que deseaba era que fuese viernes o sabado por la noche. Anhelaba pasar la manana entera holgazaneando, metida en la cama con un hombre de quien estuviera enamorada, y por mucho que le pareciera imposible la idea, Jeremy era el unico al que se imaginaba a su lado, en la cama.
Lexie sacudio la cabeza, esforzandose por cambiar de pensamiento. Se habia refugiado alli para no pensar en el, pero en esos momentos, de pie cerca del faro, contemplando como pacian los caballos, sintio que el mundo le pesaba demasiado sobre los hombros. Tenia treinta y un anos, estaba sola y vivia en un lugar sin porvenir. Su abuelo y sus padres formaban parte de su memoria, el estado de salud de Doris era una fuente de preocupacion constante para ella, y el unico hombre que le habia parecido minimamente interesante en los ultimos anos habria desaparecido para siempre cuando regresara a Boone Creek.
Entonces empezo a llorar, durante un largo rato, sin poderse contener. Mas justo cuando empezaba a calmarse, fijo la vista en una figura que se acercaba, y todo lo que pudo hacer fue continuar con la vista clavada en esa figura cuando se dio cuenta de quien era.
Capitulo 14
Lexie pestaneo varias veces seguidas para confirmar que no estaba sonando. No, no podia ser el, simplemente porque el no podia estar alli. La idea le parecia tan descabellada, tan inesperada, que se sintio como si estuviera presenciando la escena a traves de los ojos de otra persona.
Jeremy sonrio cuando deposito su bolsa de viaje en el suelo.
– ?Sabes? No deberias mirarme de ese modo tan descarado -dijo el-. A los hombres nos gustan las mujeres que saben comportarse con mas sutileza.
Lexie continuaba mirandolo, estupefacta.
– Eres… tu -acerto a pronunciar.
– Soy yo -asintio Jeremy con un movimiento de la cabeza.
– Estas… aqui.
– Estoy aqui -volvio a asentir.
Ella lo observo fijamente bajo la tenue luz del atardecer, y Jeremy penso que Lexie era incluso mucho mas guapa de como la recordaba.
– ?Que estas…? -Lexie se quedo dubitativa, intentando encontrar el sentido a su repentina aparicion-. Quiero decir, ?como has conseguido…?
– Es una larga historia -admitio el. Ella no hizo ningun gesto para aproximarse a el, y Jeremy senalo con la cabeza hacia el faro-. ?Asi que este es el faro donde se casaron tus padres?
– Vaya, recuerdas ese detalle.
– Lo recuerdo todo -dijo el, dandose un golpecito en la sien-. Es cuestion de activar algunas neuronas aqui arriba y ya esta. ?Donde se casaron exactamente?
Jeremy hablaba con un tono relajado, como si se tratara de la situacion y de la conversacion mas normal del mundo, lo cual solo consiguio incrementar la sensacion de surrealismo que sentia Lexie.
– Ahi -respondio ella, senalando con un dedo-, al lado del oceano, cerca de donde rompen las olas.
– Debio de ser una ceremonia preciosa -comento el, mirando hacia esa direccion-. Todo esto es precioso. Ahora entiendo por que estas enamorada de este lugar.
En lugar de responder, Lexie solto un prolongado suspiro, intentando contener sus emociones turbulentas.
– ?Que haces aqui, Jeremy?
El tardo unos instantes en responder.
– No sabia si regresarias, asi que pense que si queria volver a verte, lo mejor que podia hacer era venir a buscarte.
– Pero ?por que?
Jeremy continuo con la mirada fija en el faro.
– Tenia la impresion de que no me quedaba ninguna otra alternativa.