publicidad de gran renombre en Nueva York- habia sobrevivido a la tormenta de criticas tras la aparicion de Jeremy en Primetime, y ahora estaba en negociaciones con una cadena televisiva para montar su propio espectaculo. A Jeremy no se le escapo la ironia de la situacion, y se paso el resto del dia lamentando la fe ciega de los seguidores incondicionales.

Poco a poco iba retornando a sus habitos. O, por lo menos, eso creia. A pesar de que todavia pensaba en Lexie con frecuencia, preguntandose si debia de estar muy ocupada con los preparativos de su boda con Rodney, puso todo su empeno en apartar esos pensamientos de su mente. Le resultaban demasiado dolorosos. Entonces adopto la prudente determinacion de intentar reanudar su vida, tal y como la habia vivido antes de conocer a Lexie. Un viernes por la noche decidio ir a una discoteca. La experiencia no fue muy alentadora. En lugar de disfrutar con la ensordecedora barahunda y tratar de captar la atencion de las mujeres que estaban cerca de el, se sento en la barra del local y se paso casi todo el rato meciendo una unica jarra de cerveza; ademas, se marcho muy pronto. Al dia siguiente visito a su familia en Queens, pero la imagen de sus hermanos y esposas jugando con sus hijos solo consiguio incrementar su tristeza al desear lo imposible.

El lunes al mediodia, mientras otra tormenta invernal amenazaba con descargar sobre la ciudad, se convencio a si mismo de que todo habia acabado. Lexie no habia llamado, y el tampoco lo habia hecho. A veces, esos exiguos dias con Lexie le parecian un mero espejismo de la historia que habia estado investigando. No podia haber sido real, se decia; pero sentado delante de la mesa de su despacho, se sorprendio de nuevo ojeando las postales, y finalmente separo una y la colgo en la pared situada detras de la mesa. Era la postal con la foto de la biblioteca.

Por tercera vez en esa semana, llamo por telefono al restaurante chino de la esquina y encargo la comida, despues se acomodo en la silla, pensando en la seleccion de platos que acababa de solicitar. Por un instante se pregunto si Lexie estaria comiendo a esa misma hora, mas sus pensamientos se vieron truncados por el ruido del timbre del interfono.

Agarro el billetero y se dirigio a la puerta. Una voz femenina sono a traves del interfono.

– Esta abierto. Sube.

Busco entre los billetes, saco uno de veinte dolares, y llego a la puerta justo en el momento en que sonaba el timbre.

– ?Que rapido! -exclamo-. Normalmente tardais…

Su voz se quebro cuando abrio la puerta y vio a la persona que estaba de pie, delante de el. En medio del silencio, miro boquiabierto a su visitante, antes de que Doris finalmente sonriera.

– Sorpresa -lo saludo ella. Jeremy parpadeo varias veces seguidas.

– ?Doris?

Ella se sacudio la nieve de los zapatos.

– Vaya tormenta, ?eh? Esta todo tan helado que por un momento pense que no conseguiria llegar a tu casa. El taxi ha patinado varias veces en la carretera.

Jeremy continuo mirandola pasmado, intentando comprender que hacia ella alli, en su puerta.

Doris apreto las asas de su bolso y lo miro fijamente.

– ?Piensas tenerme aqui plantada en el pasillo mucho rato, o vas a invitarme a pasar?

– ?Ay! Perdona. Entra, por favor.

Doris paso delante de el y deposito el bolso sobre la consola del recibidor. Echo un vistazo al apartamento y se quito la chaqueta.

– Que agradable -comento, paseandose por el comedor-. Es mas grande de lo que me habia figurado. Pero no esperaba que tuviera que subir esa pila de escaleras. De verdad, tendriais que arreglar el ascensor.

– Si, lo se.

Doris se detuvo frente a la ventana.

– Pero la ciudad es preciosa, incluso con esta tormenta. Y es tan… bulliciosa. Ahora comprendo por que tanta gente quiere vivir aqui.

– ?Que haces aqui?

– He venido para charlar contigo.

– ?Sobre Lexie?

Doris no contesto rapidamente. En lugar de eso, suspiro, y luego se limito a decir con un tono calmoso:

– Entre otras cosas.

Cuando vio que Jeremy enarcaba las cejas con expresion perpleja, se encogio de hombros.

– No tendras un poco de te, ?verdad? El frio me ha calado los huesos.

– Pero…

– Mira muchacho, tenemos mucho de que hablar -lo interrumpio con voz tajante-. Se que debes de tener bastantes dudas, por lo que necesitaremos bastante tiempo; asi pues, ?que tal si preparas un poco de te?

Jeremy se dirigio a la diminuta cocina y calento una taza con agua en el microondas. Despues de anadir un sobre de te, llevo la taza al comedor, donde encontro a Doris sentada en el sofa. Le paso la taza, y ella tomo un sorbo inmediatamente.

– Siento no haber llamado para avisarte que venia. Supongo que deberia haberlo hecho. Pero es que queria hablar contigo cara a cara.

– ?Como has averiguado donde vivia?

– Hable con tu amigo Alvin. Y el me lo dijo.

– ?Has hablado con Alvin?

– Ayer. Le dio su numero de telefono a Rachel, asi que lo llame, y fue lo suficientemente amable como para darme tu direccion. Me hubiera encantado conocerle cuando estuvo en Boone Creek. Por telefono es todo un caballero.

Jeremy noto que Doris recurria a esa conversacion tan trivial para aplacar los nervios, y decidio no decir nada. Supuso que la mujer debia de estar intentando aclarar las ideas sobre lo que pensaba decirle. El timbre del interfono volvio a sonar, y ella desvio la vista hacia la puerta.

– Es la comida que he encargado -explico el, molesto por la distraccion-. Dame un minuto, ?vale?

Se levanto del asiento, pulso el boton del interfono y abrio la puerta; mientras esperaba, vio como Doris se alisaba la blusa. Un momento mas tarde, ella se revolvio nerviosa en el sofa, y por alguna razon, verla en ese estado logro apaciguar sus propios nervios. Tomo aire y respiro hondo antes de salir al pasillo a recibir al repartidor que acababa de asomar la cabeza por la escalera.

Jeremy regreso y, cuando estaba a punto de dejar la bolsa de comida en la encimera de la cocina, oyo la voz de Doris a su espalda.

– ?Que has pedido?

– Ternera con brecol, y arroz frito con cerdo asado.

– Huele muy bien.

Quiza fue la forma como lo dijo lo que provoco que Jeremy sonriera.

– ?Te apetece un poco?

– Oh, no, no quiero quitarte parte de tu almuerzo.

– No te preocupes. Las porciones son enormes -senalo el al tiempo que asia dos platos-. Y ademas, ?no me dijiste en una ocasion que te gusta charlar mientras saboreas una buena comida?

Cogio los cubiertos y llevo los platos hasta la mesa. Doris se sento a su lado.

De nuevo, decidio dejar que fuera ella la que iniciara la conversacion, y durante unos minutos se dedicaron a comer en silencio.

– Es delicioso -comento finalmente Doris-. No he desayunado, y supongo que no me habia dado cuenta de que tenia mucha hambre. Se necesitan bastantes horas para llegar hasta aqui. Me he ido antes de que amaneciera, y mi vuelo ha salido con retraso por culpa del mal tiempo. Por unos momentos he pensado que no nos permitirian despegar. Estaba muy nerviosa. Era la primera vez que subia a un avion.

– ?De veras?

– Si. Nunca tuve ningun motivo para montarme en un trasto de esos. Cuando Lexie vivia aqui, me pidio que viniera a verla, pero mi esposo no se encontraba demasiado bien de salud, por lo que decline la invitacion. Y luego ella regreso al pueblo, y no se movio de alli durante bastante tiempo. Se que probablemente pensaras que Lexie es fuerte como un roble, pero eso es solo la imagen que desea proyectar de si misma. En el fondo es como cualquier otro ser humano, y lo que le sucedio con Avery la dejo sumida en una gran depresion. -Doris dudo un instante-.

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