Supongo que te habra hablado de el.

– Si.

– Lexie sufrio en silencio, se mantuvo fuerte delante de todos, pero yo sabia que estaba fatal; sin embargo, no pude hacer nada para ayudarla. Lo supero sola, manteniendose todo el tiempo ocupada, corriendo de un lado para otro, charlando con todo el mundo e intentando que todos tuvieran la impresion de que se encontraba bien. No puedes ni imaginar lo desalentador que fue para mi ver que no dejaba que la ayudasen.

– ?Por que me cuentas todo esto?

– Porque ahora ella esta actuando del mismo modo.

Jeremy removio la comida con el tenedor.

– No fui yo quien corto la relacion.

– Lo se.

– Entonces, ?por que quieres hablar conmigo?

– Porque Lexie no me escuchara.

A pesar de la tension, Jeremy solto una carcajada.

– No se por que, pero tengo la sensacion de que consideras que soy un tipo facil de convencer.

– No -replico ella-. Pero espero que no seas tan cabezota como mi nieta.

– Mira, Doris, aunque ardiera en deseos de volverlo a intentar, no conseguiria nada. Todo depende de ella.

Doris lo observo fijamente.

– ?De verdad crees eso?

– Intente hablar con ella. Le dije que queria hacer todo lo posible para que lo nuestro funcionara.

En lugar de responder a su comentario, Doris pregunto:

– Estuviste casado, ?no es cierto?

– Si, hace mucho tiempo. ?Te lo ha contado Lexie?

– No -respondio ella-. Lo supe la primera vez que hable contigo.

– ?De nuevo tus dones de vidente?

– No, hombre; no tiene nada que ver con eso. Es por el modo en que tratas a las mujeres. Te comportas con una confianza abrumadora que a muchas mujeres incomoda. Pero al mismo tiempo, tuve la impresion de que comprendes lo que quieren las mujeres, aunque por alguna razon te niegas a entregarte completamente.

– ?Y eso que tiene que ver con mi relacion con Lexie?

– Las mujeres anhelan un cuento de hadas. No todas las mujeres, por supuesto, pero la mayoria ha crecido sonando con la clase de hombre que lo arriesgaria todo por ellas, aun sabiendo que podrian salir escaldados en la intentona. -Realizo una pausa-. Mas o menos como lo que tu hiciste al ir a buscar a Lexie en la playa. Por eso se enamoro de ti.

– No esta enamorada de mi.

– Si que lo esta.

Jeremy abrio la boca para negarlo, pero no pudo. En lugar de eso, sacudio la cabeza energicamente.

– De todos modos, ya no importa. Se va a casar con Rodney.

Doris lo miro fijamente.

– No es cierto. Pero antes de que pienses que te solto esa excusa para hacerte dano, deberias saber que solo lo dijo para que te marcharas, para evitar pasarse las noches despierta, sonando en que un dia volverias a buscarla. -Se callo unos instantes, como si intentara darle tiempo a Jeremy a digerir lo que le acababa de contar-. Y ademas, tu no te lo creiste, ?verdad?

Fue la forma en que Doris lo dijo lo que le hizo recordar su respuesta inicial cuando Lexie le comunico su compromiso con Rodney. De repente se dio cuenta de que en ese momento no dio credito a sus palabras.

Doris extendio el brazo por encima de la mesa y le cogio la mano.

– Jeremy eres un buen chico. Y merecias saber la verdad. Por eso he venido a verte.

Acto seguido la mujer se levanto de la silla.

– Ahora tengo que marcharme. No quiero perder el avion. Y si no estoy de vuelta esta noche, Lexie pensara que pasa algo raro. Preferiria que jamas se enterara de que he venido a verte.

– Pues no es un viaje corto, que digamos. Podrias haberme llamado, simplemente.

– Lo se. Pero queria ver tu cara.

– ?Por que?

– Queria averiguar si tambien estabas enamorado de ella. -Le dio una palmadita en el hombro antes de dirigirse al recibidor, donde recogio su bolso.

– ?Doris! -la llamo Jeremy desde el comedor.

Ella se dio la vuelta.

– ?Si?

– ?Y has encontrado la respuesta que buscabas?

Doris sonrio.

– Lo que verdaderamente importa es si tu la has encontrado.

Capitulo 22

Jeremy deambulo por el comedor, arriba y abajo, con el pulso acelerado. Necesitaba reflexionar, pensar en las opciones, para estar seguro de lo que debia hacer.

Se paso la mano por el pelo antes de sacudir la cabeza. No habia tiempo para vacilaciones; no ahora, sabiendo lo que sabia. Tenia que volver. Se subiria al primer avion que pudiera e iria a verla. Hablaria con ella, intentaria convencerla de que jamas habia estado mas seguro de algo como cuando le habia declarado que la queria. Le diria que no podia imaginar la vida sin ella. Le diria que estaba dispuesto a hacer cualquier cosa con tal de estar juntos.

Antes de que Doris hubiera tenido tiempo de parar un taxi en la puerta de su edificio, el ya estaba llamando por telefono al aeropuerto.

Lo dejaron en espera durante un rato que le parecio eterno; cada segundo que pasaba, podia notar como se acrecentaba la ira y la crispacion que sentia, hasta que finalmente lo atendio una operadora.

El ultimo vuelo a Raleigh partia al cabo de noventa minutos. Con buen tiempo, el trayecto en taxi hasta el aeropuerto podia realizarse mas o menos en tres cuartos de hora, pero con mal tiempo… Sin embargo, la alternativa no le parecia convincente: o se arriesgaba, o tendria que esperar hasta el dia siguiente.

Necesitaba actuar con la maxima celeridad. Agarro una bolsa de mano del armario y lanzo un par de vaqueros, un par de camisas, calcetines y calzoncillos dentro. Luego se puso la chaqueta y se guardo el movil en el bolsillo. Cogio el cargador, que estaba encima de la mesa. ?Y el portatil? No, no lo necesitaria. ?Que mas?

Ah, si, claro. Se dirigio rapidamente al lavabo y reviso el contenido de su neceser. Faltaban la maquinilla de afeitar y el cepillo de dientes; los agarro atropelladamente y los guardo en el neceser. Apago las luces, el ordenador, y asio el billetero. Echo un rapido vistazo a su interior y se cercioro de que disponia de suficiente dinero en efectivo para pagar el taxi que lo llevaria hasta el aeropuerto -por el momento eso era todo lo que necesitaba-. Con el rabillo del ojo vio el diario de Owen Gherkin medio enterrado entre una pila de papeles. Lo cogio y lo echo dentro de la bolsa de mano, a continuacion hizo un rapido repaso mental por si necesitaba algo mas, y se dijo que no. No habia tiempo que perder. Agarro las llaves de la consola del recibidor, echo un ultimo vistazo a su alrededor, y cerro la puerta con llave antes de volar escaleras abajo.

Tomo un taxi, le indico al taxista que tenia muchisima prisa, y se desplomo en el asiento al tiempo que lanzaba un suspiro y entornaba los ojos, con la esperanza de llegar a tiempo. Doris tenia razon: a causa de la nieve, el trafico era infernal. Cuando se pararon ante una senal de stop en el puente que cruzaba el East River, no pudo contenerse y solto un bufido y una maldicion en voz baja.

Para ganar tiempo en la zona de control de seguridad del aeropuerto, se quito el cinturon con la trabilla metalica y lo guardo en la bolsa de mano, junto con las llaves. El taxista lo observo a traves del retrovisor.

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