darme una pista. En fin, ese tipo de cosas.
– Pues se ha equivocado. No sabemos nada de nada, ni queremos saberlo -apostillo, siempre con gesto hosco y agresivo.
– ?Usted tampoco puede decirme nada, senora? -pregunto Artetxe a la mujer, pero fue el marido quien contesto de nuevo.
– Ella tampoco sabe nada, acabo de decirselo.
– De acuerdo, de acuerdo, pero por lo menos quiza tengan alguna sospecha sobre el motivo de su desaparicion.
– Por que va a ser, por lo que se van hoy en dia todos los jovenes de sus casas, porque son unos golfos y unos desagradecidos. Mucho vicio es lo que hay, eso es lo que pasa. La senorita Begona, con todos los respetos, es una golfa. Es lo que le ocurre a toda esta gente de dinero, que no sabe que hacer y se dedica a la golferia. Si tuvieran que trabajar para ganarse la vida seguramente actuarian de otro modo, o quiza no, esta juventud lleva la maldad en la sangre. Antes habia un respeto por los padres, pero ahora todo se ha perdido. La gente joven quiere vivir sin trabajar, estar todo el dia de juerga y asi esta Espana, que nos estamos yendo a la mierda. Eso es lo que pasa.
Artetxe, viendo que no iba a sacar nada en limpio, intento aplacar el chaparron verbal que le estaba viniendo encima. Le faltaba entrevistar a la cocinera, pero al no hallarse en ese momento en la residencia opto por despedirse. Sorprendentemente cuando ya se iba hablo la mujer.
– Nosotros tambien tenemos una hija que desaparecio -dijo con una voz increiblemente dulce-, pero nunca hemos tenido el dinero suficiente para contratar a un detective.
13
Esa misma tarde, en su domicilio, Artetxe tuvo la oportunidad de entrevistarse con el miembro que quedaba del servicio domestico de Gonzalez Caballer. Fue la propia cocinera quien le llamo por telefono para concertar la cita, que fue fijada para las siete de la tarde.
Doce minutos antes de la hora acordada, una senora de unos setenta anos de edad, baja y encorvada, con el pelo recogido en un mono, vistiendo un abrigo marron desgastado por el uso y apretando un gran bolso negro contra su pecho, toco el timbre de la puerta. Artetxe la hizo pasar a la sala, donde tomaron asiento. La visitante no perdio el tiempo y antes de que Artetxe le hiciera alguna pregunta empezo a hablar.
– Me llamo Karmele Ugarte y trabajo como cocinera en la residencia de don Jaime Gonzalez Caballer. Me ha dicho el senor que queria usted hablar conmigo. Bueno, pues aqui estoy, aunque no entiendo que es lo que usted desea de mi.
– Supongo que ya se lo habran dicho: estoy buscando a Begona. Me gustaria saber si puede ayudarme a encontrarla.
La senora Ugarte no contesto directamente a Artetxe, sino que se lo quedo mirando fijamente durante unos cuantos segundos hasta que, de modo brusco, rompio su silencio.
– ?Por que esta buscando a Begona?
– Porque me han contratado para que la encuentre.
– ?Quien le ha contratado?
– El novio de Begona, Carlos Arroniz.
– ?Y don Jaime que participacion tiene? ?Tambien le ha contratado?
– No, el senor Gonzalez Caballer no me ha contratado, yo solo tengo un cliente: el senor Arroniz. Es verdad que su jefe me ha ofrecido ayuda y dinero, pero solo he aceptado lo primero, no lo segundo. Por cierto, creo que se estan invirtiendo nuestros papeles, es a mi a quien corresponde hacer las preguntas -anadio sonriendo, con la intencion de distender el ambiente.
– ?Como puedo estar segura de que usted trabaja para el senor Arroniz y no para don Jaime? -dijo Karmele Ugarte con el tono de quien no se deja convencer facilmente.
– Si usted conoce lo que sucede en casa de su patron sabra seguramente que una joven que fue alli por indicacion mia para averiguar si Begona aun vivia en el chalet fue golpeada brutalmente por orden del senor Gonzalez Caballer.
– Algo de eso he oido, si.
– Y tal vez sepa que Andres Ramirez, el chofer que golpeo a mi colaboradora, fue pagado con la misma moneda.
– Si, tambien lo se.
– Bueno, pues yo fui quien le endoso ese cheque al portador. He aceptado la colaboracion del senor Gonzalez Caballer porque conviene a mis intereses, pero no olvido lo que ha hecho; no ha conseguido ganarse mi simpatia. Por otra parte, si es ese su deseo, puede llamar al senor Arroniz y le confirmara que trabajo para el.
– No sera necesario, le creo -dijo Karmele Ugarte con el tono de quien hace algo a disgusto, pero sabe que no tiene mas remedio que hacerlo-. Sobre la desaparicion de Begona lamento decirle que no se donde se encuentra en este momento, pero si se el motivo de su huida.
– Eso podria ser importante.
– ?Sabe usted como hizo su fortuna don Jaime?
– Me temo que lo desconozco por completo.
– Pues es fundamental en esta historia; si tiene tiempo se lo contare.
– En estos momentos tengo todo el tiempo del mundo.
– La historia empieza unos anos despues de acabar la guerra civil. Don Jaime no participo en la guerra porque era un nino, pero algunos familiares suyos habian luchado junto a Franco, por eso consiguieron ciertos privilegios, y cuando su pariente se hizo mayor le hicieron entrar en las filas de la policia. Una vez dentro, don Jaime consiguio relacionarse con gente influyente y fue adquiriendo cada vez mas poder. En realidad estuvo trabajando muy poco tiempo como policia porque en seguida paso a tener un alto cargo en lo que entonces era la Falange, que luego se llamo el Movimiento, creo recordar, el partido de Franco, para que me entienda. Usted es muy joven y no conocio aquello, pero fue una epoca muy dura. Yo nunca he entendido de negocios, pero si me entere de lo suficiente para saber que los de la familia Larrabide, a cuyo servicio yo estaba tambien en aquellos tiempos, iban muy mal, se encontraban al borde de la ruina. Por esos dias don Jaime estaba destinado en Bilbao, como ayudante del jefe provincial del Movimiento, aunque se decia que era el quien tenia el mando efectivo. Y vio su oportunidad. El podia lograr que desaparecieran todas las dificultades con las que se encontraban los negocios de la familia Larrabide e incluso con sus influencias obtener sustanciosas ventajas, pero impuso dos condiciones. La primera fue el participar al cincuenta por ciento en todas las empresas familiares. Era una condicion muy dura, pero no aceptar significaba la quiebra, asi que el difunto senor Larrabide acepto. La segunda condicion fue todavia peor. Don Jaime pidio la mano de Begona Larrabide, la hija de mi jefe, a la que yo habia visto nacer y que era casi veinte anos mas joven que el. Aunque el senor Larrabide se resistia a admitir esa condicion no tuvo mas remedio que aceptarla tambien, y don Jaime y la madre de la senorita Begona se casaron. Fue una boda por todo lo alto, aunque no hizo feliz a casi nadie.
– Es una historia interesante y conmovedora, lo reconozco, pero me gustaria saber que relacion tiene con la desaparicion de Begona.
– Dejeme continuar, por favor. Begona Larrabide no estaba enamorada de don Jaime, sino de otro hombre. Su marido lo sabia y con falsos pretextos lo mando arrestar ya que seguia teniendo influjo y mando en la policia. Luego nos enteramos de que murio en prision.
– ?Adonde quiere llegar contandome todo esto?
– La madre de Begona murio al nacer su hija. No tenia voluntad de vivir. Yo la queria muchisimo, senor Artetxe, y el amor que tenia por la madre lo volque en la hija, por eso no quiero que le pase nada malo y tampoco quiero que si la encuentra se lo comunique a don Jaime, porque el… -titubeo durante unos breves instantes antes de proseguir- porque el no es su padre, senor Artetxe.
Al oir estas ultimas palabras, Inaki Artetxe no pudo evitar hacer esa pregunta estupida que siempre se hace cuando se ha entendido bien, pero se pretende ganar tiempo para reordenar las ideas.
– ?Que significa eso?