amores siempre dejan huella.

El lugar que les habia indicado Angelito era la primera planta de un edificio semiderruido de Bilbao la Vieja. La puerta estaba entornada y De Dios la abrio sin llamar, con la confianza que da el estar habituado a esos ambientes. Cuando Rojas le insinuo la conveniencia de llamar con antelacion, para cumplir lo previsto en las leyes, se echo a reir y le comento que alli posiblemente ni siquiera funcionara el timbre.

Segun entraron vieron a una viejuca que posiblemente habia sobrevivido a la primera guerra mundial, sentada en un desvencijado sofa de color desconocido viendo una enorme television en blanco y negro.

– Venimos en busca del Gabacho -dijo De Dios en el tono seco y cortante de quien hace eso todos los dias del ano.

– La segunda habitacion a la izquierda, segun entran por el pasillo -contesto la contemporanea, de Matusalen con un hilo de voz que parecia salir de ultratumba, pero sin mostrar sorpresa alguna, acostumbrada como estaba a tratar con maderos mas duros que el propio De Dios.

Cuando los policias entraron en la habitacion, el Gabacho se encontraba en plena faena, si consideramos que lo que tenia en la boca no era un polo de fresa precisamente. Al honrado ciudadano que estaba disfrutando de las habilidades bucales del Gabacho se le corto la ereccion al momento e incluso se quedo mudo, ya que ambos policias pudieron observar el extrano efecto de una boca que se abria y cerraba espasmodicamente, como afectada por un tic, pero sin articular palabra ninguna.

– Senor inspector, que alegria verle por aqui -dijo el Gabacho, mas acostumbrado a estas escenas que su cliente.

– ?Son ustedes policias? -balbuceo mas que dijo el honrado ciudadano-. No me detendran por esto, ?verdad? Es la primera vez que hago algo asi, ?saben? Estoy casado y tengo tres hijos, por favor, el escandalo… Es el estres, los nervios, no se por que lo he hecho.

– Corte el rollo y larguese cuanto antes, que por nosotros como si se la mete a un burro. Venga, fuera, largo, antes de que nos arrepintamos.

– De eso nada, senor inspector. No se puede ir asi como asi, todavia no me ha pagado -dijo chillando el Gabacho.

– De acuerdo, hombre, de acuerdo. ?Cuanto te debe?

– Diez mil puas.

– ?Diez mil? Tu no has visto juntas en tu vida nunca ni siquiera cinco mil. Bueno, dele quince mil -dijo mirando al cliente- y asunto zanjado.

– ?Esta usted loco? ?Asi nos protege la policia de los delincuentes? -se indigno el cliente, asumiendo la pose de ciudadano intachable de clase media-. ?Como es posible que un policia me obligue a dar dinero a un delincuente? Es vergonzoso. Si se enteraran sus jefes se meteria usted en un buen lio.

– No me cabe duda, y si se enteran su mujer y sus hijos usted no lo iba a pasar muy bien, asi que dejese de chorradas y pague. Su companero ha cumplido, ?no? Pues ahora cumpla usted, y rapido, que no tenemos tiempo que perder.

El honrado ciudadano comprendio que una vez perdidos los principios en el terreno sexual no era tan grave perderlos tambien en el economico, por lo que con gran dolor de corazon saco tres billetes de su cartera y le dio al Gabacho su salario.

– Gracias, jefe, vuelva cuando quiera. El proximo mes voy a estar de oferta, dos por el precio de uno, como en las rebajas de enero.

– Bueno, Gabacho, ya has cobrado, asi que podemos empezar a hablar.

– De lo que usted quiera, inspector; tendria que contratarle, me ha salido divino el negocio y se lo debo a usted. Si no supiera que no es usted propenso a las efusiones, le daria un beso. Pero pregunte lo que quiera, ya sabe que siempre le he tenido carino -dijo en tono zalamero.

– Andoni Ferrer. ?Te suena este nombre?

– Para nada, inspector.

– Nunca has sabido fingir, Gabacho. ?Como puedes decir que no sabes nada de el? ?Acaso has perdido facultades? Te refrescare la memoria. Es un periodista que aparecio muerto por sobredosis en su casa, no hara todavia ni un mes. Es imposible que no sepas nada. No me mientas, Gabacho; no me mientas o lo pasaras mal.

– Se lo juro por los hijos que nunca parire, inspector.

– ?De que tienes miedo, Gabacho?

– Ni siquiera se eso, inspector.

– ?Hay algun grupo nuevo distribuyendo droga por esta zona?

– Asi es, pero no se quienes son.

– Me la quieres meter doblada, Gabacho. ?De verdad piensas que me voy a tragar que no sabes nada? Resulta que hay una nueva gente introduciendo mercancia por Bilbao y aledanos y tu no sabes nada ni ningun otro camello con los que te tratas. Hace ya mucho tiempo que hice la primera comunion, Gabacho. Me parece que vamos a dejar de ser colegas.

– Tiene que creerme, inspector, porque le estoy diciendo la verdad. Nadie sabe quienes son ni ha intentado averiguarlo. Son totalmente desconocidos, actuan clandestinamente. Mire, le contare todo lo que se, pero tiene que creerme aunque lo que le cuente parezca rarisimo.

– Desembucha, y cuando acabes sabremos a que atenernos.

– Es cierto que algo nuevo se esta moviendo. Hara unos tres anos empezaron a pasar cosas muy raras. Unos cuantos camellos fueron secuestrados por desconocidos que no se dejaban ver. Les ofrecieron droga para vender y les dijeron que se pondrian en contacto con ellos del mismo modo para recoger su parte y proporcionarles mas mercancia. Algunos intentaron jugarsela y sufrieron las consecuencias. No mataron a ninguno, se ve que no querian armar mucho ruido, pero despues de las represalias que los desconocidos tomaron nadie se salio del buen camino. El modo de actuar es el que ya le he dicho. Se presentan de improviso, nunca con los mismos coches ni el mismo aspecto, cobran su parte y si no la llevas encima te acompanan a por el dinero. Siempre saben cuando y donde lo tienes, no hay escapatoria posible. Son un misterio para todo el mundo, pero funcionan, y muy bien.

– ?No hay ningun modo de ponerse en contacto con ellos?

– Imposible, inspector. Aparecen solo cuando ellos mismos lo desean, nadie sabe donde encontrarlos.

– ?Y si algun camello se queda sin mercancia? No parece logico ese modo de operar.

– Si alguien se queda sin mercancia se jode. Las condiciones son tan buenas y el miedo tan grande que nadie se atreve a dejar de trabajar para ellos. Ademas, es raro que ocurra; solo paso eso los primeros meses. Luego se ve que aprendieron a calcular cuanto le duraba a cada uno el material proporcionado y siempre se adelantan antes de que se les acabe. Parece un cuento de hadas, lo se, pero tiene que creerme, inspector. Es un sistema bastante extrano, lo admito, y es la primera vez que yo conozca que se ha utilizado, pero funciona, y muy bien ademas.

– Te creo, Gabacho, ahora si te creo, lo malo es que a excepcion mia y quiza de mi companero -anadio senalando a Rojas, que habia estado mudo hasta ese momento- nadie mas se lo va a creer en Jefatura. Asi que de verdad existe un nuevo y misterioso grupo distribuidor. Tiene que haber un medio de intentar llegar hasta ellos.

– Imposible, inspector. Los que lo han intentado nunca mas repetiran el intento. Y esto es todo lo que se. Por mucho que insista no le puedo decir nada mas.

– Todavia no hemos hablado de Andoni Ferrer, el periodista muerto por sobredosis. Tomo un caballo tan puro que le mato en el acto. Cuentame lo que sepas y sabre agradecertelo.

– Es muy poco lo que se. Durante un tiempo algunos colegas hablaban de un tipo raro, un periodista, que estaba incordiandolos para que le introdujeran en el ambiente. Cuando murio se comento que quiza se habia introducido demasiado, pero a nadie le preocupo que un julai que no sabia de la misa la mitad la palmara.

– A nosotros si nos preocupa, Gabacho. ?Pudo haber llegado a contactar con el grupo misterioso?

– Eso es lo que se comentaba, inspector, pero nadie sabe nada concreto. No le puedo decir mas, porque no se mas.

– De acuerdo, Gabacho; por el momento te dejare en paz, pero si me entero de que sabes algo mas y no vienes a contarmelo, te arrancare la piel a tiras de tal modo que nunca mas te volveran a contratar para posar en revistas pornograficas.

– ?Ha visto las fotos, inspector? -pregunto su interlocutor, mas relajado, con un mohin de labios que pretendia

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