ACTA DE DECLARACION/ Se extiende en las Dependencias de la Brigada Regional de Policia Judicial, siendo las cuatro horas del dia 20 de septiembre de 1993, ante los inspectores del Cuerpo Nacional de Policia adscritos a la precitada Brigada, Grupo de Homicidios, titulares de los carnes profesionales numeros 13.240 y 14.141, que actuan, respectivamente, como instructor y secretario para la presente ACTA, se procede a oir en declaracion a D. Ramon Muguruza Obieta, mayor de edad, con Documento Nacional de Identidad numero 14.444.897, cuyos restantes datos de filiacion son: nacido en Bilbao, el 2 de septiembre de 1946, casado, tornero, con domicilio en Bilbao, calle Heliodoro de la Torre n? 5, quien libre y voluntariamente MANIFIESTA:

Que mas o menos a las doce de la noche cuando el iba caminando por el puente de Deusto para volver a su domicilio, por la acera que desemboca en la Universidad, si bien todavia muy cerca de la Alameda de Mazarredo, vio cerca del quiosco a un hombre de unos sesenta o setenta anos, no precisando mas ya que no es muy habil para distinguir las edades, que caminaba en direccion Bilbao.

Que antes de que la persona citada bajara hacia las escaleras que conducen al parque, se le acerco un muchacho joven, de unos veinticinco anos, moreno, de pelo largo, que se acerco y hablo con el.

Que aunque es dificil asegurarlo por la distancia, piensa que seguramente le pregunto la hora, por el gesto de muneca que hizo el hombre mayor, y que en ese momento el joven saco un instrumento afilado, cuchillo o navaja, que introdujo en el cuerpo del otro hombre, cayendose este al suelo.

Que antes de salir corriendo pudo observar como el joven registraba el cuerpo del caido, quitandole una cartera, el reloj y algun que otro objeto personal que no puede precisar.

Que lo ultimo que vio fue como el joven cruzaba corriendo Maximo Aguirre para meterse por Juan de Ajuriaguerra, perdiendole de vista.

Que cree que reconoceria al joven, ya que se considera buen fisonomista, pero no esta completamente seguro porque era de noche y habia una buena distancia.

Que no tiene mas que manifestar, firmandola en prueba de su conformidad, una vez leida esta su declaracion, en union del senor instructor, de todo lo que como secretario CERTIFICO.

DILIGENCIA/ Se extiende para hacer constar que habiendo sido examinados los archivos de esta Brigada por el testigo arriba epigrafiado, no reconoce ninguna de las fotografias que se le han mostrado como pertenecientes a la persona que mato a un hombre inidentificado en el Puente de Deusto. CONSTE Y CERTIFICO.

DILIGENCIA DE TERMINACION Y REMISION/ En este estado las presentes, y no habiendo otras de caracter urgente que practicar, se dan por concluidas a las cinco horas veinticuatro minutos de la fecha de su iniciacion, remitiendose las mismas al ilustrisimo senor magistrado-juez del Juzgado de Instruccion n? 3, remitiendose asimismo copia de lo actuado al Ministerio Fiscal. CONSTE Y CERTIFICO.

TRANSCRIPCION DE LA CONVERSACION TELEFONICA DEL DIA 3 DE OCTUBRE DE 1993 ENTRE EL INSPECTOR CON NUMERO DE CARNE PROFESIONAL 13.240 Y EL TENIENTE DE LA POLICIA DE BOISE (IDAHO) CLARK O'MALLEY

/ Se extiende por el inspector a que se refiere el titulo, para su union provisional a las diligencias hasta la recepcion oficial de la documentacion pertinente. La traduccion del idioma ingles en el que se ha realizado originalmente la conversacion, la ha efectuado el propio inspector.

– ?El senor Merino? ?Inspector Merino? Soy Clark O'Malley, de la policia de Boise.

– Encantado de saludarle. Ha llamado mas pronto de lo que esperaba.

– Es lo menos que podemos hacer entre companeros. Ademas ha habido suerte, porque creo que hemos conseguido lo que usted nos pedia. Hoy mismo les enviaremos copia de toda la documentacion que obra en nuestro poder, pero si lo prefiere le digo ahora, por telefono, los datos mas interesantes.

– Se lo agradeceria enormemente.

– Para ser rapido, ya que andamos con problemas presupuestarios y el telefono es caro, supongo que a ustedes les pasara lo mismo, querido amigo, tengo que admitir que fue bien facil, gracias a la etiqueta del gorro que llevaba. Nos personamos en la Basque House de nuestra ciudad y, aunque no era residente, le reconocieron en seguida. Su nombre era Tomas Zubia, aunque tenia nacionalidad norteamericana, y habia nacido en Bilbao el 4 de febrero de 1918. Estaba jubilado y habia trabajado como profesor de espanol en un colegio privado de Nueva York, donde residia. Si quiere mas datos se los puedo dar.

– No, gracias, por ahora no es necesario. Con esto es suficiente para empezar a trabajar. ?Cuando cree que nos llegara la documentacion?

– Supongo que esta misma semana.

– En ese caso solo me queda agradecerle sinceramente sus gestiones y ofrecerme por si necesita algo.

– No hay nada que agradecer, ya le he dicho que es lo menos que se puede hacer entre companeros. Hasta la proxima y, como dicen en Mexico, quede usted con Dios.

– Lo mismo le deseo y, de nuevo, gracias.

Cuando Rojas acabo de leer el expediente penso que el comisario era un autentico cabron. Una oportunidad de lucimiento, habia dicho. ?Valiente oportunidad! No habia nada que hacer. O efectivamente habia sido un navajero, un macarra de mierda, o si habia sido asesinado por motivos relacionados con su profesion, nunca conseguiria descubrirlo. Pero le habian ordenado encargarse del caso y obedeceria las ordenes, con paciencia y disciplina; sobre todo, con mucha disciplina.

17

Cuando abandono la Jefatura Superior de Policia de Bilbao, Frank Gomez, convertido de nuevo en James Goldsmith, regreso al caseron en el que habia establecido su base de operaciones. Habia grabado sus conversaciones con el comisario Manrique y el inspector Rojas y tenia prisa por volcarlas al ordenador. Una vez hecho esto las repaso con calma y observo, con satisfaccion, que sus nuevos colaboradores no sabian nada de nada. El comisario estaba dispuesto a comer en su mano, y el inspector, aunque tal vez fuera mas hostil y perspicaz, se veia maniatado por su superior. Tendria que controlarle, pero no era verosimil que le planteara muchos problemas. Todo lo contrario, se le veia lo suficientemente inteligente como para desbrozarle el camino. Luego, una vez cumplida su funcion, ya se encargaria el de reconducir, en caso de necesidad, la situacion.

Feliz y relajado con estos pensamientos volvio a sumergirse en el CD-Rom que le habia proporcionado Cameron DeFargo. Ahi debia de estar la solucion al asesinato de Tomas Zubia si, como sospechaba el viejo aristocrata sureno, su muerte no habia sido un simple accidente. A Goldsmith le hubiera gustado conocer que opinaria Rojas en caso de tener acceso a esa informacion, pero nunca sabria la respuesta. Esa era informacion confidencial a la que, por el momento, nadie mas que el tenia acceso. Si, ahi debia de estar la solucion y, sin embargo, tenia la sensacion de que faltaba algo, como si el viejo y zorruno dirigente de la CIA no le hubiera proporcionado todos los datos.

Introdujo de nuevo el disquete en su ordenador y busco la entrevista que Tomas Zubia habia tenido en Nueva York con el alto mando del ejercito y del espionaje de Estados Unidos en los momentos mas algidos de la guerra. Constituia un documento sonoro por el que mas de un periodista e investigador hubiera ofrecido media vida. El compact-disc reproducia con fidelidad absoluta y con un sonido mucho mas depurado la conversacion sostenida entre Tomas Zubia y varios representantes del Gobierno de Washington. Goldsmith reconocio la voz del general Eisenhower y asimismo escucho las del subsecretario de Estado Vernon Oaks, la de Glenn Connor, un oficial de inteligencia sin cargo especifico alguno, que era la conexion entre el poder politico y los servicios de informacion, la del doctor Randoll, un psicologo especialista en contrainteligencia y la del propio Cameron DeFargo, que al parecer se limito a presentar a Tomas Zubia a sus interlocutores y mantuvo posteriormente un absoluto silencio. Goldsmith lamentaba que no se hubiera filmado aquella entrevista porque estaba seguro de que los silencios de DeFargo habian sido mucho mas expresivos que las palabras de los asistentes.

Sumido en esos pensamientos conecto el audio y se puso a escuchar, por enesima vez, la cinta de aquella reunion, intentando comprender que tenia que ver la segunda guerra mundial con la muerte, a manos de un navajero, de su antiguo jefe.

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