— Seguramente no es por eso — manifesto Mven Mas, cuyo fino oido habia captado desde lejos las palabras de Dar Veter —. Es la protesta natural del hombre contra la inexorabilidad del tiempo.

— ?Tristezas de otono? — pregunto Ren Boz con un dejo de ironia, sonriendo a su companero con los ojos.

— ?Ha notado usted que el otono de las latitudes templadas, con su melancolia, agrada precisamente a las personas mas energicas, llenas de vida y alegria y profundamente sensibles? — replico Mven Mas, dando al fisico unas carinosas palmadas en el hombro.

— ?Exacta observacion! — exclamo Veda con entusiasmo.

— Es muy antigua…

— ?Dar Veter! ?esta usted en el campo? ?Dar Veter! ?esta usted en el campo? — resono una voz que venia de la izquierda y de arriba —. Yuni Ant le llama al televisofono del edificio central. Yuni Ant le llama… al televisofono del edificio central…

Ren Boz se estremecio e irguio el cuerpo.

— ?Puedo ir con usted, Dar Veter?

— Vaya en mi lugar. Usted puede faltar al acto del despegue. A Yuni Ant le gusta mostrar, a la manera antigua, sus observaciones directas en vez de las grabaciones. En esto coincide con Mven Mas.

El cosmopuerto estaba dotado de un potente televisofono y de una gran pantalla hemisferica. Ren Boz entro en la estancia, redonda y en silencio. El operario de guardia movio, con un chasquido, la palanquilla del conmutador y senalo a la pantalla lateral de la derecha, donde habia aparecido Yuni Ant lleno de agitacion. Este examino atentamente al fisico y, comprendiendo la causa de la ausencia de Dar Veter, saludo a Ren Boz con una inclinacion de cabeza.

— Estamos efectuando, fuera de programa, la escucha-busqueda en la anterior direccion y con bandas de onda 62/77. Alce el embudo de la emision dirigida y orientelo hacia el Observatorio. Voy a lanzar el rayo-vector, a traves del Mediterraneo, directamente sobre El Homra — Yuni Ant miro a un lado y anadio —: ?Pronto!

Ren Boz, experto en manipulaciones de recepcion, hizo en dos minutos lo que le pedian. En el fondo de la pantalla hemisferica surgio la imagen de una gigantesca Galaxia. Los dos hombres de ciencia reconocieron, sin ningun genero de dudas, la Nebulosa de Andromeda o M-31, conocida desde tiempos remotos.

En su espira exterior mas proxima al espectador, casi en el centro del disco lentiforme — en perspectiva — de la inmensa Galaxia, encendiose una lucecilla. De alli partia un sistema estelar que parecia un minusculo hilillo de lana y era sin duda una rama colosal de cien parsecs de longitud. La lucecilla empezo a aumentar de tamano al mismo tiempo que el «hilillo», mientras la Galaxia desaparecia, desvaneciendose fuera del campo visual.

Un torrente de estrellas rojas y amarillas se expandio por la pantalla. La lucecilla se convirtio en un pequeno circulo luminoso que brillaba en el mas lejano extremo de la corriente estelar. De esta se separo una estrella anaranjada, de la clase espectral K, en torno a la cual empezaron a girar los puntos apenas perceptibles de sus planetas. El circulillo luminoso cubrio por completo uno de ellos. Y de pronto, todo aquello comenzo a girar en un torbellino rojo, de lineas sinuosas, del que saltaban chispas. Ren Boz cerro los ojos…

— Una ruptura — explico Yuni Ant desde la pantalla lateral —. Le he mostrado las observaciones del mes pasado en grabacion de maquinas mnemotecnicas. Voy a transmitirle ahora la recepcion directa.

Las chispas y las lineas rojo-oscuras continuaban girando en la pantalla.

— ?Extrano fenomeno! — exclamo el fisico —. ?Como se explica usted esa ruptura?

— Aguarde. Ahora se reanuda la transmision. Pero ?que le parece extrano?

— El espectro rojo de la ruptura. En el de la Nebulosa de Andromeda hay un desplazamiento violaceo, lo que indica que ella se aproxima hacia nosotros.

— La ruptura no tiene ninguna relacion con la Andromeda. Es un fenomeno local.

— ?Cree usted casual el que su estacion emisora este situada al extremo mismo de la Galaxia, en una zona todavia mas alejada de su centro que la zona del Sol lo esta del centro de nuestra Via Lactea?

Yuni Ant envolvio a Ren Boz en una esceptica mirada. — Usted esta dispuesto a discutir en cualquier momento, olvidando que la Nebulosa de Andromeda nos habla desde una distancia de cuatrocientos cincuenta mil parsecs.

— ?Es verdad! — repuso turbado Ren Boz —. Y mejor seria decir que desde una distancia de un millon y medio de anos-luz. El mensaje fue lanzado hace quince mil siglos.

— ?Y nosotros estamos viendo ahora lo que fue enviado mucho antes de la epoca glaciar y de la aparicion del hombre en la Tierra! — agrego Yuni Ant, ya bastante mas suave.

Las lineas rojas aminoraron su girar, la pantalla se apago y volvio a encenderse de pronto. A la palida luz, se columbraba apenas una llanura en penumbra. Diseminadas por ella, habia unas construcciones extranas, de forma de hongo. Cerca del limite anterior de la parte visible, brillaba con frios fulgores un circulo azul gigantesco, en consonancia con la llanura, cuya superficie sin duda era metalica. Exactamente sobre el centro del circulo pendian, uno sobre otro, dos grandes discos biconvexos. No, no pendian, se elevaban lentamente a una altura cada vez mayor. La llanura desaparecio y en la pantalla quedo solamente uno de los discos, mas convexo por abajo que por arriba, con gruesas espirales en ambas caras.

— ?Son ellos!.. ?Ellos mismos!.. — gritaron los dos cientificos, a cual mas fuerte, al comprobar la semejanza de aquella imagen con las fotografias y disenos del espirodisco hallado por la 37a expedicion en el planeta de la estrella de hierro.

Un nuevo torbellino de lineas rojas, y la pantalla se apago. Ren Boz esperaba, temeroso de apartar de alli, ni un segundo, la mirada… ?La primera mirada humana que se posaba en la vida y el pensamiento de otra galaxia! Pero la pantalla no volvio a iluminarse. En un panel lateral del televisofono resono la voz de Yuni Ant:

— La comunicacion se ha cortado. No es posible seguir gastando energia terrestre en espera de la continuacion. ?Todo el planeta se conmovera! Hay que pedir al Consejo de Economia que se duplique la frecuencia de las recepciones fuera de programa; pero esto, despues del envio del Cisne, no sera posible antes de un ano. Ahora sabemos que la astronave de la estrella de hierro procede de alli. Sin el hallazgo de Erg Noor, no habriamos comprendido nada de lo visto.

— ?Y ese disco vino de alla? ?Cuanto tiempo estaria volando? — pregunto Ren Boz, como si hablase consigo mismo.

— Despues de la muerte de su tripulacion, estuvo vagan do cerca de dos millones de anos por el espacio que separa a las dos galaxias — repuso severo Yuni Ant — hasta que encontro refugio en el planeta de la estrella T. Por lo visto, estas astronaves estan construidas de manera que pueden tomar tierra automaticamente, aunque ningun ser viviente haya tocado sus mandos desde milenios antes. — Tal vez ellos vivan mucho tiempo…

— Pero no millones de anos. Eso es contrario a las leyes de la termodinamica — replico friamente Yuni Ant —. Ademas, pese a sus colosales dimensiones, el espirodisco no podia llevar en sus entranas todo un mundo de personas… de seres pensantes… No, por el momento, nuestras galaxias no pueden llegar la una a la otra ni intercambiar comunicaciones.

— Pero podran — dijo con firmeza Ren Boz. Y luego de despedirse de Yuni Ant, volvio al campo del cosmopuerto.

Dar Veter y Veda, Chara y Mven Mas permanecian un poco aparte del gentio, alineado en dos largas filas, que habia acudido a despedir a los viajeros. Todas las cabezas estaban vueltas hacia el edificio central. Una ancha plataforma con los veintidos tripulantes del Cisne paso rauda frente a la multitud que agitaba las manos y aclamaba con gritos a los que marchaban, cosa que la gente solo se permitia hacer en publico en casos muy excepcionales.

La plataforma llego a la astronave. Ante el alto ascensor transportable esperaban unos hombres, enfundados en monos blancos y palidos de cansancio: eran los veinte miembros de la comision de partida, compuesta principalmente de ingenieros-obreros del cosmopuerto. Durante las ultimas veinticuatro horas habian comprobado, con ayuda de maquinas de control, todo el equipamiento de la expedicion, asi como el buen estado de la nave, por medio de aparatos tensoriales.

Segun el reglamento, que databa de los albores de la astronautica, el jefe de la comision dio el parte a Erg Noor, reelegido comandante de la astronave y jefe de la expedicion a Achernar. Los demas miembros de la comision marcaron sus iniciales en una placa de bronce, con sus retratos y nombres, que entregaron a Erg Noor, y, tras de despedirse de el, se retiraron. Entonces, la multitud avanzo hacia la nave y se alineo ante los viajeros, dejando a los intimos de estos acceso a la pequena explanada que quedaba libre en el ascensor. Los operadores de cine fijaban cada gesto o ademan, de los que partian: postrer recuerdo de los que abandonaban el planeta

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