Presione el rostro contra el brazo de Jean.

– ?A todos?

Jean me abrazo con mas fuerza. Levante la mirada y el asintio.

– Debes sentirte orgullosa de ellos, Simone -me aseguro-. Murieron como santos. Se arrodillaron y se cogieron de las manos. Los alemanes los fusilaron.

– Maman!

La sangre me martilleaba en los oidos. Me aprete los punos contra la cabeza. A pesar del peligro al que habia expuesto a mi familia y amigos, nunca pense ni por un momento que les pasaria nada malo. Mientras la batalla en Paris arreciaba, me sentia reconfortada al pensar que ellos vivian en una zona lejana del pais. Apenas pude oir a Jean cuando me conto que el primer soldado aleman al que le ordenaron realizar la ejecucion no tuvo arrestos para dispararle a madame Meyer, asi que su superior lo mato a el y realizo la ejecucion el mismo. Me sentia demasiado horrorizada como para asimilar nada mas.

– Ire contigo andando hasta la aldea -me dijo Jean-. Puedes quedarte con Odile. Tiene a tus perros y a una de tus gatas. No pudimos encontrar a la otra.

– No -repuse, limpiandome la cara polvorienta, marcada por las lagrimas-. Ella espero aqui mismo a que yo regresara.

No regrese con Jean a la aldea. Le dije que queria pasar la noche en la cocina de mi tia. No discutio, solo me dijo que volveria al dia siguiente. Antes de que Jean se marchara, le pedi que me mostrara donde habian fusilado a mi familia, a Minot y a su madre, y a madame Ibert. Me senalo un lugar cerca de la puerta de la destileria. Bajo la luz moteada de la tarde, no pude ver ninguna marca en la madera, similar a los agujeros que la gente contaba que se veian en los arboles del Bois de Boulogne.

_ Les dispararon desde atras -me explico Jean-. En la nuca.

Jean me dejo a solas despues de darme un beso en cada mejilla, pero yo apenas los senti. Me sente sobre una piedra, contemplando el lugar en el que habian muerto mi familia y amigos. Kira se froto contra mis piernas antes de acomodarse junto a mi. Era dificil imaginar que ningun tipo de acto violento hubiera podido acontecer en aquel lugar. Cuando empezo a desaparecer el sol, una brisa corrio entre los arboles y todo se quedo en calma. Recorde la primera cosecha de lavanda. Escuche a mi padre cantando, vi a mi madre secandose el sudor de la frente con el dorso de la mano, a tia Yvette estirandose las mangas para protegerse del sol abrasador…

Alguien se echo a reir y me volvi antes de darme cuenta de que me habia imaginado aquel sonido. Minot brindando conmigo, alzando su copa de champan tras mi primera actuacion en el Adriana. «Felicidades por el magnifico espectaculo.» Pense en su madre, acariciando a Kira mientras esperaba a que partiera su tren en Paris. Despues recorde a madame Ibert, extendiendo la arena con una pala en el atico de nuestro edificio en Paris.

No podia creer que todo hubiera terminado, que nunca mas volveria a ver sus rostros, a los que tanto queria. Cuando finalmente el sol desaparecio y cayo la noche, el entumecimiento que sentia dio paso a una oleada de profundo dolor. «?Algun dia podreis perdonarme?», gemi al silencio de la noche.

Jean me habia contado que los aldeanos habian enterrado a mi familia y amigos en el cementerio, pero cuando llego el alba me di cuenta de que todavia tendria que dejar pasar un tiempo hasta que lograra encontrar el valor de visitar sus tumbas. Me quede atrapada en un sueno, aprisionada entre una realidad que no queria afrontar y los recuerdos felices de la vida en la finca. No tenia intencion de volver a Paris.

Habia verdura en el jardin y el agua del pozo estaba intacta. Lave la cocina y prepare un dormitorio en la habitacion principal, aunque habia un agujero en el tejado. Fregue los suelos y las paredes con agua de lavanda, luchando por acabar con el hedor a humo. Me entretuve ocupandome de Kira, la alimente con huevos, anchoas, sardinas y carne enlatada, con la esperanza de que lograria engordarla. Pero un dia dejo de comer. Cuando me desperte a la manana siguiente, no estaba dormida junto a mi. Busque por la casa y el patio. No era tipico de ella deambular mas alla, pero no consegui encontrarla por ninguna parte. Corri por los campos, aterrorizada pensando que un aguila podria haberla cogido facilmente como presa. Camine entre la lavanda y la vi tumbada sobre un costado. Estaba jadeando. Cuando la mire a los ojos, supe que no veria despuntar el dia.

– Gracias, amiga mia -le susurre, tumbandome junto a ella y acariciandole el pelaje-. Has esperado por mi, ?verdad? No querias que descubriera lo que habia sucedido aqui yo sola.

Kira alargo la patita y me toco la barbilla, como le gustaba hacer cada manana.

Enterre a Kira junto a las tumbas de Olly, Chocolat y Bonbon. Durante toda mi vida, la gente se habia reido de mi por el carino que sentia por mis mascotas, pero despues de sobrevivir a una guerra habia acabado por preferir los animales a la gente.

Por la tarde, camine hasta la aldea. Jean estaba hablando con Odile y Jules Fournier junto a la fuente. Odile fue la primera que me vio aproximandome y corrio hacia mi. Notaba la garganta tan llena de lagrimas que no logre pronunciar palabra. Me envolvio entre sus brazos. Odile era una mujer menuda, mucho mas baja que yo, y aun asi senti la fuerza de su abrazo. En realidad me estaba sosteniendo, pues la pena habia consumido mis fuerzas.

– Tengo aqui a tus animales -me dijo-. ?Te gustaria verlos?

Bruno, Princesse, Charlot y Cherie estaban tomando el sol en el patio del bar como estrellas de cine en la Riviera. Se pusieron de pie de un salto en cuanto me vieron y comenzaron a competir por mi atencion. Los acaricie, les frote el pelaje y les hice carantonas a todos ellos, aunque no podia dejar de pensar en Kira.

– Les he ido cogiendo carino -comento Odile-. Son una buena compania.

– ?Te importaria cuidar de ellos un poco mas? -le pregunte, cogiendo en brazos a Cherie.

Apenas me sentia capaz de cuidar de mi misma, por no mencionar a los animales.

Odile le acaricio la cabeza a Cherie y a mi, la mejilla.

– Ven a buscarlos cuando estes preparada.

Me pidio que me sentara a la mesa y me trajo un vaso de pastis, aunque en nuestra aldea no era una bebida que solieran consumir las mujeres. Era tan fuerte que logro relajar el potente latido de mi corazon. Jean entro en compania de Jules. Agradeci que ninguno de ellos me hiciera hablar. Les escuche charlando sobre el cambio de temporada y los nuevos cultivos. Ninguno de nosotros queria hablar de la guerra, pero resultaba imposible evitarlo. Lo habia cambiado todo. Yo no era la unica persona que habia sufrido. Diez familias de nuestra minuscula aldea habian perdido un padre, un hijo o una hija.

– Al menos aqui no ha habido colaboracionistas, como en otras aldeas -declaro Jean con orgullo-. Aqui todos hemos luchado por una misma causa.

– Los colaboracionistas se estan librando del castigo con mucha facilidad -se quejo Jules-. Incluso han conmutado la pena de muerte de Petain por una cadena perpetua.

– Depende de cuanto dinero tengas -comento Odile, frotandose los dedos de una mano-. Si eres rico y famoso o te necesitan de alguna otra manera, seguro que te perdonaran. Pero ten cuidado si eres pobre. Te fusilaran para que «sirvas de ejemplo a otros».

– No -repuso monsieur Poulet desde la barra-, De Gaulle ha convertido Francia en toda una nacion de miembros de la Resistencia. Es la imagen que quiere proyectar ante el mundo para poder llevar la cabeza bien alta cuando se codea con otros lideres aliados.

Pense amargamente en De Gaulle, recordando como lo habia

Вы читаете
Добавить отзыв
ВСЕ ОТЗЫВЫ О КНИГЕ В ИЗБРАННОЕ

0

Вы можете отметить интересные вам фрагменты текста, которые будут доступны по уникальной ссылке в адресной строке браузера.

Отметить Добавить цитату
×