no queria decir que Meg lo hubiera superado. Tenia dias buenos y dias malos. Desde la muerte de su abuela los dias malos abundaban y aquello no era vida para Travis.

La luz de la luna y las sombras se derramaban por la colcha verde y los macizos postes de roble de la cama de Mick. Dejo caer la camiseta a los pies, y luego cruzo la habitacion. A veces le parecia que habia sido un error volver a Truly. Se sentia como si estuviera varado en aquel lugar, incapaz de avanzar y no sabia por que. Habia comprado otro bar y estaba pensando en montar un servicio de helicoptero con su amigo Steve. Tenia dinero y exito y se sentia de Truly junto con su familia, la unica familia que habia tenido. La unica familia que probablemente tendria, pero a veces… a veces no podia librarse de la sensacion de estar esperando algo.

El colchon se hundio cuando se sento en el borde para quitarse las botas y los calcetines. Meg creia que lo que Mick necesitaba era una mujer agradable que se convirtiera en una buena esposa, pero el no se veia casado. Ahora no. Habia tenido pocas relaciones buenas en su vida. Eran buenas hasta el momento en que dejaban de serlo. Ninguna habia durado mas de un ano o dos. En parte porque el pasaba mucho tiempo fuera, pero sobre todo porque no queria comprar un anillo y dirigirse al altar.

Se levanto y se quito los calzoncillos. Meg creia que a Mick le daba miedo el matrimonio porque el de sus padres habia sido tan desastroso, pero no era cierto. Lo cierto era que no se acordaba tanto de sus padres. Tenia apenas unos pocos y vagos recuerdos de las excursiones familiares al lago y de sus padres haciendose arrumacos en el sofa, de su madre llorando sentada a la mesa de la cocina, y de un viejo y pesado telefono arrojado contra la pantalla del televisor.

No, el problema no eran los recuerdos de la jodida relacion de sus padres. Nunca habia amado lo bastante a una mujer para querer pasar el resto de su vida con ella. Lo cual no consideraba que constituyera ningun problema.

Retiro la colcha y se tumbo sobre las frias sabanas. Por segunda vez en aquella noche, penso en Maddie Dupree, y se rio en la oscuridad. Se habia comportado como una listilla, pero el nunca tenia en cuenta esto a una mujer. De hecho, le encantaban las mujeres capaces de plantar cara a un hombre, de dar lo mejor de si mismas, sin necesitar un hombre que las cuidara, que no fueran dependientes, ni fueran lloronas, ni unas locas del carajo, las mujeres cuyo humor no oscilase como un pendulo.

Mick se volvio de costado y miro el reloj de la mesita de noche. Puso el despertador a las diez de la manana y se preparo para disfrutar de sus buenas siete horas de sueno. Pero por desgracia, no lo consiguio.

A la manana siguiente, el telefono lo desperto de un sueno profundo. Abrio los ojos y los entorno contra el sol matutino que se derramaba sobre su cama. Miro en la pantallita quien era y cogio el telefono inalambrico.

– Espero que sea realmente importante -dijo, y aparto las sabanas de su cuerpo desnudo-. Te dije que no me llamaras antes de las diez a menos que fuera una emergencia.

– Mama esta trabajando y necesito unos petardos -le informo su sobrino.

– ?A las ocho y media de la manana? -Se sento y se meso el cabello-. ?Esta la canguro contigo?

– Si. Manana es Cuatro de Julio y no tengo ningun petardo.

– ?Y ahora te das cuenta? -Pero aquel no era el fin de la historia; con Travis la historia nunca acababa ahi-. ?Por que no habeis ido a comprar petardos con tu madre? -Hubo una larga pausa y Mick anadio-: Puedes contarme la verdad porque se la voy a preguntar a Meg de todos modos.

– Dijo que soy un malhablado.

Mick se levanto y los pies se le hundieron en una gruesa alfombra beige mientras cruzaba la habitacion hacia la comoda. Casi no se atrevia a preguntar.

– ?Por que?

– Bueno… volvio a hacer pastel de carne. Sabe que odio el pastel de carne.

No le podia echar la culpa al nino. Las mujeres de la familia Hennessy eran famosas por cocinar un pastel de carne asqueroso.

– ?Y? -respondio tras abrir el segundo cajon de la comoda.

– Le dije que sabia a mierda. Le dije que tu pensabas lo mismo.

Mick se detuvo en el acto de sacar una camiseta blanca y miro su reflejo encima de la comoda.

– ?Dijiste eso con todas las letras?

– Aja, y mama dijo que me quedaria sin petardos, pero tu siempre dices esa maldita palabra.

Aquello era cierto. Se colgo la camiseta al hombro y se inclino hacia delante para mirarse los ojos enrojecidos.

– Ya estuvimos hablando sobre que palabras puedo decir yo y que palabras puedes decir tu.

– Lo se, pero se me escapo.

– Pues cuidado con lo que se te escapa.

Travis suspiro.

– Lo se. Dije que lo sentia, aunque no era verdad. Como tu dices que debo decir a las ninas, incluso a las estupidas. Aunque yo tenga razon y ellas esten equivocadas.

Aquello no era exactamente lo que el habia dicho.

– No le contarias a Meg que yo habia dicho eso. -Saco unos tejanos del cajon y anadio-: ?Verdad?

– Si.

Mick no podia contradecir la orden de su hermana, pero al mismo tiempo no se podia castigar a un nino por decir la verdad.

– No puedo comprarte petardos si tu madre dice que no, pero veremos si podemos hacer algo.

Al cabo de una hora, Mick arrojaba una bolsa de petardos sobre el asiento trasero de la camioneta. Habia comprado un pequeno paquete variado y tambien unas pocas bengalas y correcaminos del puesto Safe and Sane del aparcamiento de la ferreteria Handy Man. No los habia comprado para Travis, los habia comprado para llevar a la barbacoa del Cuatro de Julio de Louie Allegrezza. Si alguien le preguntaba, ese era el cuento, pero dudaba que alguien le creyera. Como el resto de los residentes de la ciudad obsesionada por la pirotecnia, tenia una gran caja de fuegos artificiales ilegales esperando para ser encendidos sobre el lago. Los adultos no compraban en Safe and Sane a menos que tuvieran ninos. Los fuegos artificiales legales era una especie de iniciacion.

Pete, el hijo de Louie Allegrezza, y Travis eran companeros de clase y, dias atras, Meg le habia dado permiso para ir a la barbacoa con Mick si se portaba bien. La barbacoa era al dia siguiente y Mick creia que Travis seria capaz de controlar su comportamiento un dia mas. Mick cerro la puerta de la camioneta y el y Travis cruzaron el aparcamiento hacia la ferreteria.

– Si te portas bien, tal vez te deje prender una bengala.

– Tio… -Travis lloriqueo-. Las bengalas son para los ninos pequenos.

– Con tu historial, tendras suerte si no acabas en la cama antes de que se haga de noche. -La luz del sol centelleo en el corto cabello negro de su sobrino y en los hombros de su camiseta roja de Spiderman-. Ultimamente parece que te cuesta mucho controlarte.

Abrio la puerta y saludo al propietario, que estaba detras del contador.

– Meg aun esta bastante enfadada con nosotros, pero tengo un plan.

Meg llevaba meses quejandose de que la tuberia de debajo del fregadero de la cocina, goteaba. Si el y Travis le arreglaban el desague para que no tuviera que vaciar el agua con cacerolas, estaria de un humor mas propenso a perdonarles, aunque con Meg, nunca se sabia… No siempre era la persona mas dada al perdon.

Las suelas de las zapatillas deportivas de Travis dejaron marcas en el suelo al lado de las botas de Mick mientras caminaban por la seccion de fontaneria. La tienda estaba en silencio, salvo por una pareja que miraba mangueras de jardin y la senora Vaughn, su profesora de primer grado, que hurgaba en una caja de pomos de cajon. Siempre le sorprendia ver a Laverne Vaughn aun vivita y coleando. Debia de ser mas vieja que Matusalen.

Mientras Mick cogia una tuberia de PVC y unas arandelas de plastico, su sobrino cogio una pistola de silicona y apunto hacia un comedero de pajaros, que estaba al final del pasillo, como si fuera una Magnum 45.

– No necesitamos eso -le dijo Mick mientras cogia cinta de teflon.

Travis disparo unas cuantas balas y dejo el arma en la estanteria.

– Voy a mirar el ciervo -dijo, y desaparecio por la esquina del pasillo.

Handy Man tenia una gran seleccion de animales de plastico para que la gente los pusiera en su jardin. Aunque a Mick se le escapaba por que iba alguien a querer poner un animal de plastico cuando lo mas probable era que uno de verdad se paseara por el.

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