vecinos entro por la pequena ventana situada encima del vater. Unas horas antes ese mismo dia, Louie y Lisa Allegrezza la habian invitado a su barbacoa, pero ni en sus mejores momentos era buena para conversar con personas a las que no conocia. Y en los ultimos tiempos, Maddie no estaba en sus mejores momentos. Encontrar los diarios habia sido una bendicion y tambien un tormento. Los diarios habian respondido a algunas preguntas importantes para ella. Preguntas que la mayoria de la gente sabe desde su nacimiento. Se habia enterado de que su padre era de Madrid y de que su madre se habia quedado embarazada de Maddie en verano, despues de graduarse de la escuela secundaria. Su padre estaba visitando a su familia en Estados Unidos y los dos se habian enamorado locamente. Al final del verano, Alejandro habia regresado a Espana. Alice le habia escrito varias cartas contandole que estaba embarazada, pero nunca obtuvo respuesta alguna. Segun parece, su amor habia sido unilateral.

Maddie se recogio el cabello hacia arriba y se lo sujeto con una pinza grande. Hacia tiempo que se habia hecho a la idea de que nunca conoceria a su padre, de que nunca sabria que cara tenia ni como sonaba su voz, de que nunca le ensenaria a montar en bicicleta ni a conducir un coche, pero como todo lo demas, leer los diarios le habia hecho aflorar todo aquello a la superficie, y se preguntaba si Alejando estaria vivo o muerto y que pensaria de ella. Tal vez nunca lo sabria.

Maddie derramo jabon de bano de burbujas de pastel de chocolate aleman en el agua corriente y dejo un tubo de exfoliante corporal con aroma a pastel de chocolate a un lado de la banera. Tal vez no le importase que su ropa interior combinase ni la marca de los zapatos, pero le encantaba la cosmetica para el bano. Las cremas y lociones perfumadas eran su pasion. Preferia mil veces una crema exfoliante y una hidratante corporal a la ropa de marca.

Entro en la banera y se hundio en el agua caliente y perfumada. «Aaah», suspiro y se metio bajo la espuma. Se reclino contra la fria porcelana y cerro los ojos. Tenia todos los perfumes habidos y por haber, desde rosas hasta manzanas, desde cafe hasta pastel, y hacia anos que se habia reconciliado consigo misma y habia aprendido a vivir con su hedonismo.

Hubo un tiempo en su vida en que se atiborraba de casi todo lo que le daba placer. Hombres, postres y cremas caras se encontraban en los primeros puestos de su lista. Como resultado de todo ese atiborramiento desarrollo una vision muy limitada de los hombres y un gran trasero. Un trasero muy suave y liso, pero un gran culo al fin. De nina habia sufrido sobrepeso y los horrores de tener que acarrear una pesada carga otra vez le habia obligado a cambiar de vida. Se dio cuenta de que necesitaba un cambio la manana de su trigesimo cumpleanos cuando se desperto con una resaca de pastel de queso y un tipo llamado Derrick. El pastel de queso era mediocre y Derrick un chasco total.

En el fondo seguia siendo una hedonista, pero no practicante. Aun se excedia con las cremas y los productos de bano, pero los necesitaba para relajarse, desestresarse y para combatir la piel seca y escamada.

Se hundio mas en el agua buscando un poco de paz. Su cuerpo sucumbio a las burbujas y al agua caliente, pero su mente no se aquietaba con tanta facilidad y continuo pasando revista a las ultimas semanas. Estaba haciendo grandes progresos con el calendario y las notas. Tenia una lista de gente que aparecia en el ultimo diario de su madre, los nuevos amigos que habia hecho en Truly y personas con las que habia trabajado. El juez de instruccion del condado que ejercia en 1978 habia muerto; sin embargo, el sheriff aun vivia en Truly. Estaba retirado, pero Maddie estaba segura de que podia proporcionarle informacion valiosa. Tenia articulos de periodico, informes de la policia, descubrimientos del juez de instruccion y toda la informacion sobre la familia Hennessy que habia podido recuperar. Ahora lo unico que le quedaba por hacer era hablar con alguien relacionado con la vida y la muerte de su madre.

Habia descubierto que dos mujeres con las que su madre habia trabajado aun vivian en la ciudad y planeaba empezar por ellas a la manana siguiente. Ya era hora de hablar con la gente de la ciudad y desenterrar informacion.

El agua caliente y las burbujas perfumadas se deslizaban por su vientre y los pezones erectos de sus pechos. Al leer aquellos diarios, casi podia oir la voz de su madre por primera vez en veintinueve anos. Alice escribia sobre su temor a encontrarse sola y embarazada y su emocion por el nacimiento de Maddie. Leer acerca de las esperanzas y los suenos que albergaba para ella y su bebe habia sido una experiencia desgarradora y agridulce, pero ademas de los descubrimientos desgarradores y agridulces, habia aprendido que su madre no era el angel rubio de ojos azules que habia creado en su mente y en su corazon infantil. Alice habia sido de ese tipo de mujer que necesita tener un hombre en su vida para no sentir que no vale nada. Habia sido una mujer dependiente, ingenua y una eterna optimista. Maddie nunca habia sido dependiente, no podia recordar un tiempo en el que hubiera sido ingenua o demasiado optimista sobre nada, ni siquiera de nina. Descubrir que no tenia nada en comun con la mujer que le habia dado el ser, nada que la uniera a su madre, le habia dejado un vacio interior.

Maddie se habia formado, a una temprana edad, una dura coraza alrededor de su alma. Aquella petrea fachada siempre habia sido una ventaja para hacer su trabajo, pero aquel dia no se sentia tan dura. Se sentia desprotegida y vulnerable. ?Vulnerable a que?, no lo sabia, pero odiaba esa sensacion. Habria resultado mucho mas facil tirar los diarios y escribir sobre el psicopata llamado Roddy Durban. Justo antes de encontrar los diarios habia estado escribiendo sobre el asqueroso bastardo que habia asesinado a mas de veintitres prostitutas. Escribir sobre Roddy habria sido jodidamente mas facil que escribir sobre su madre, pero la noche en que Maddie se llevo los diarios a casa y los leyo supo que no habia vuelta atras. Su carrera, aunque no siempre la habia planeado minuciosamente, no habia sido fruto del azar. Se habia convertido en una escritora sobre crimenes reales por un motivo, y mientras se enfrascaba en la lectura de aquella caligrafia tan femenina de su madre, sabia que habia llegado el momento de sentarse y escribir sobre como habia sido asesinada.

Cerro el grifo con el pie y cogio el exfoliante corporal de un lado de la banera. Se puso un espeso chorro en la mano y el aroma a pastel de chocolate le lleno la nariz. Con el llego el recuerdo espontaneo de estar de pie sobre una silla al lado de su madre y remover el pudin de chocolate en la cocina. No sabia cuantos anos tenia ni donde vivian. El recuerdo era tan tangible como una voluta de humo, pero basto para asestarle un punetazo en ese lugar solitario junto a su corazon.

Cuando se sento y levanto los pies por encima del borde de la banera, se le quedaron los pechos llenos de burbujas. Era obvio que no habia conseguido encontrar la calma y el consuelo que solia encontrar en el bano, y rapidamente se exfolio los brazos y las piernas. Cuando acabo, salio de la banera y se seco, luego se unto la piel con la crema del aroma a chocolate.

Arrojo las ropas al cesto y se dirigio al dormitorio. Sus tres mejores amigas vivian en Boise, y echaba en falta quedar con ellas para comer, cenar, o las improvisadas sesiones de comadreo. Sus amigas, Lucy, Clare y Adele eran lo mas parecido que tenia a una familia y las unicas personas a las que se plantearia donar un rinon o prestarles dinero. Estaba bastante segura de que le devolverian el favor.

El ano anterior, cuando su amiga Ciare descubrio a su novio con otro hombre, las otras tres amigas corrieron a su casa para evitar que hiciera una tonteria. De las cuatro mujeres, Clare era la que tenia mejor corazon y la mas sensible. Tambien era una escritora de novelas romanticas que seguia creyendo en el amor verdadero. Durante algun tiempo, despues de la traicion de su novio, perdio la fe en los finales felices, hasta que un reportero llamado Sebastian Vaughan entro en su vida y le devolvio la fe. Era su heroe romantico y se casaron en septiembre. Maddie habia tenido que ir hasta Boise unos dias para preparar el vestido de dama de honor.

Una vez mas permitia que una de sus amigas le enfundase un ridiculo vestido y la hiciera estar de pie en el altar. El ano antes habia sido dama de honor en la boda de Lucy. Lucy era una escritora de novelas de misterio y habia conocido a su marido, Quinn, cuando lo confundio con un asesino en serie. En resumen, paso de ser el blanco de sus sospechas a ocupar un lugar en el corazon de Lucy.

De sus cuatro amigas, solo ella y Adele estaban aun solteras. Maddie saco unas bragas de algodon y tiro la toalla encima de la cama. Adele escribia novelas fantasticas para ganarse la vida, y aunque habia tenido sus problemas con los hombres, Maddie imagino que lo mas probable era que Adele se casara antes que ella.

Maddie se coloco las grandes copas del sosten sobre los pechos y se lo abrocho a la espalda. En realidad, no se veia a si misma casada. Tenia tantas ganas de tener un nino como de tener un gato. El unico momento en que le resultaba practico tener un hombre a mano era cuando necesitaba levantar algo pesado o estar junto a un cuerpo desnudo y calido, pero poseia una robusta carretilla y al gran Carlos, y cuando necesitaba mover algo pesado o aliviar la tension sexual acudia a uno de los dos. Hay que admitir que el sucedaneo no era tan bueno como el original, pero la carretilla volvia al garaje cuando ya no la necesitaba, y el gran Carlos, al cajon de la mesita de noche. Ambos estaban a punto siempre y no le daban quebraderos de cabeza, no jugaban con su

Вы читаете Enredos y otros lios
Добавить отзыв
ВСЕ ОТЗЫВЫ О КНИГЕ В ИЗБРАННОЕ

0

Вы можете отметить интересные вам фрагменты текста, которые будут доступны по уникальной ссылке в адресной строке браузера.

Отметить Добавить цитату
×