– Deberias estar mas contento de verme. Vengo a hacerte un favor.

Segundo no se movio. Mantenia la cabeza baja y miraba fija y bovinamente a un punto incierto del tablero.

– Vengo a decirte algo -insistio el hombre, haciendo una nueva y expectante pausa.

Un par de segundos cruzaron lentamente la mortecina cocina y se escurrieron tictaqueando por la ventana abajo, sin que nadie se moviera ni dijese palabra.

– Maximo se ha fugado.

De primeras no senti ninguna emocion. Quiza no comprendi en todo su alcance las palabras del comisario. 0 quiza yo ya lo intuia, yo ya lo sabia. Seguimos todos quietos. El hombre torcio el gesto, fastidiado quiza por la falta de efecto de la noticia.

– Suponemos que vendra por aqui. Y si viene, estoy seguro de que no dudareis en avisarnos, ?no es asi?

Silencio. Junto a mi codo percibi, sin mirar, la respiracion breve y agitada de Chico, como un animalito asustado y nervioso.

– No creo que dures mucho, cuando llegue -anadio el hombre con irritacion-. El vale bastante mas que tu.

– Ya es demasiado tarde -resono la voz de la enana, extranamente crispada y ronca-. Demasiado tarde para dona Barbara.

– Sois una familia encantadora -resoplo el policia-. No dejeis de invitarme a las fiestas de cumpleanos.

Segundo levanto la cabeza y nos miro con sus ojos turbios. Senti que el cuerpo del comisario se tensaba a mi lado, atento y a la espera. Segundo desplazo lentamente su mano derecha sobre la mesa y agarro un gran cuchillo de hoja brillante y puntiaguda, como la de una navaja. No era un movimiento agresivo ni subrepticio, sino el gesto perezoso y torpe de alguien que quiere juguetear con el objeto. Aun asi, el policia separo firmemente las piernas sobre el suelo, buscando un apoyo mejor para una emergencia. Durante un rato, Segundo no hizo sino mirarnos de manera embotada y dar vueltas al cuchillo entre sus dedos. Entonces lo levanto por encima de su cabeza muy despacio y lo coloco perpendicular sobre su mano izquierda, que seguia extendida sobre la mesa, con la palma hacia abajo, como muerta. Respire una vez y el cuchillo aun estaba ahi arriba, quieto en el aire, apuntando amenazadoramente hacia la mano. Respire otra vez y no se habia movido. Pero la tercera vez que llene mis pulmones vi bajar la hoja vertiginosamente, un relampago de acero dibujado en el aire. Se escucho un golpe seco y el cuchillo se enterro en el dorso de la mano hasta la empunadura. Alguien chillo; quiza fuera yo. El hierro era tan largo que tenia que haberse hincado en la mesa, cosiendo la carne a la madera. Segundo nos contemplo Placidamente, mientras los demas intentabamos recuperar la palabra y los latidos del corazon. Despues se puso a tirar del mango con la mano derecha y la hoja comenzo a salir centimetro a centimetro. Limpia y deslumbrante, sin gota de sangre. Salio el cuchillo del todo y el dorso de la mano estaba intacto, sin herida ninguna; Segundo apreto dulcemente la punta del punal con el dedo indice y el acero se replego sobre si mismo con un suave siseo de muelle bien engrasado: era uno de los cuchillos trucados de su numero de mago.

– Sabia que era mentira, sabia que no eras capaz -barboto la enana con voz iracunda.

Amanda se echo a llorar a mis espaldas; Segundo se recosto en el respaldo de la silla y brindo oscuramente hacia nosotros con la botella de conac antes de beberse un largo trago.

A menudo la desgracia llega a ti como una inundacion: un dia nos creemos asentados en la tierra firme de nuestra seguridad y al dia siguiente descubrimos que nuestros pies estan hundidos en un pantano. La certidumbre del mundo se desmorona a nuestro alrededor como las fichas de un domino, hasta producir, partiendo de una aparente menudencia, la devastacion total. Eso me dijo Rita, la de la tienda, solo que ella uso otras palabras:

– Tu ves caer a la gente a tu lado, a esa le meten el marido en la carcel, al otro le da un cancer, a la de mas alla se le muere un hijo, y siempre crees que te vas salvando de las balas, porque la vida, te lo digo yo que de esto se mucho, es como una guerra. Crees que te vas salvando, digo, y que son los otros los que se jeringan, hasta que un dia, zas, sangre en una pierna, ya te han dado. Y cuando la pena te hinca el diente, ya no te suelta. La desgracia te come desde los pies a la cabeza.

Estaba rellenando botellas irrellenables con ayuda de un ingenioso y complicado aparato, una especie de jeringuilla muy gruesa.

– No te creas que estas botellas son para mi, no, no, no. En mi tienda me gusta cuidar la calidad. Esto es para Mariano, el del bar de la fuente. Me pidio que le metiera un alcohol mas barato en las botellas y yo se lo hago porque puedo y porque se. Si se vende a copitas, en un bar, te sacas asi un buen pellizco. Yo, como vendo normalmente botellas enteras Y pues no sale lo mismo. No merece la pena, porque luego encima los clientes se cabrean.

Amanda me habia mandado a comprar unas latitas de atun para la cena y yo siempre que podia me quedaba remoloneando un poco por la tienda, porque Rita me trataba como si yo fuera una persona mayor y contaba siempre cosas interesantes.

– Y a veces la desgracia te pilla antes y a veces despues, pero te pilla. Fijate en Amanda, por ejemplo. Una chica de buena familia. Y con educacion, no como yo. Pero se le murio el padre, y la madre no pudo hacer carrera de ella. Ella no me lo ha contado asi, pero yo se que tuvo que ser asi. Y la muy boba se torcio. Bien jovencita que era cuando se lio con ese desgraciado de tu tio. Y no digo mas porque no quiero. Bien tonta que fue. Tiene buena planta, no digo yo que no. Pero enseguida se le ve que es un malaje. Y ademas un inutil. Nunca supo hacer las cosas a derecho: le falta la sustancia. Tu padre, en cambio, es lo que se dice un hombre. Y ademas un senor.

Para no delatar mi interes, pase un dedo por el reborde del mostrador de madera, fingiendo estar muy concentrada en arrancar las cascarillas de la vieja pintura verde que lo recubria; porque habia comprobado que bastaba que mostraras interes en un tema para que los adultos lo abandonaran inmediatamente. Al cabo de un ratito levante los ojos y vi que Rita habia hecho un alto en su trabajo y me miraba con atencion. Suspiro:

– Y no digo mas porque no quiero.

Volvio a coger la jeringuilla y continuo con sus tejemanejes. Sobre su cabeza zumbaba el hilo incandescente de una lampara azulada matamoscas.

– Claro que ella porque se deja. A buena hora me iba a poner ese a mi la mano encima. Mi Juan es muy bruto, pero nunca me ha tocado.

Se inclino hacia delante, se apoyo en el mostrador y me guino un ojo:

– Ademas le puedo -susurro, y se echo a reir agitando su poderoso pecho y sus brazos descomunales.

Tuve envidia de su fuerza y de su arrojo, y me escocieron en la espalda, como si alguien hubiera pasado un dedo por las marcas, los ultimos correazos que Segundo me habia dado. Me mire las manos, pequenas y debiles, y las compare con las gruesas manos de Rita, enrojecidas y cuadradas y con las unas blanquecinas de tan espesas.

– Pues yo voy a aprender karate -dije.

– ?Karate?

– Si, eso que hacen en la tele, en las peliculas; que dan una patada y rompen una puerta. Y no tienes que ser grande, y ni siquiera fuerte; vi en una pelicula que habia un nino que les ganaba a todos.

– Ah, pues muy bien. Tu aprende a dar patadas, hija, que hay que defenderse. Pero mejor aun que saber dar patadas es tener cabeza. Y pensarse las cosas, y cuidarte las espaldas, y no andarse con pejiguerias romanticas. Mira, como norma: si te gusta mucho un hombre es que no te conviene, eso es cosa fija. Y te lo digo yo que se mucho de esto. Pero, claro, una nunca aprende por la experiencia ajena. Te tienes que haber roto el corazon dos o tres veces para que te entre el seso. Las chicas jovenes estan como locas. Encendidas. Yo tambien lo estuve. Y lo pague.

Habia terminado de trasvasar el whisky barato a las botellas de marca y enjuago la jeringa y la guardo.

– Y no digo mas porque no quiero. Saco un trapo y se puso a secar el mostrador. Frotaba y frotaba con la bayeta en el mismo lugar, pensando en otra cosa.

– Como lo del hijo del Portugues. Menudo desalmado. Porque hay desgracias y desgracias. Y luego hay ruinas grandes, completas, de esas de las que no te puedes librar para nunca jamas. Asi estaba la mujer del Portugues, claro. Lo mismo que un fantasma. Yo nunca he visto a nadie con peor aspecto. Como loca, cuando la detuvieron. Con los ojos asi, y con unas grenas… Claro que no me extrana, despues de lo que paso. Son peores que animales. Hasta un perro cuida con mas carino de sus crias.

Вы читаете Bella y oscura
Добавить отзыв
ВСЕ ОТЗЫВЫ О КНИГЕ В ИЗБРАННОЕ

0

Вы можете отметить интересные вам фрагменты текста, которые будут доступны по уникальной ссылке в адресной строке браузера.

Отметить Добавить цитату
×