– ?Me cree loco?

Contuve la lengua. La lluvia golpeaba la ventana a su espalda.

Tiro de la cadena acercando mi rostro al suyo. Su aliento resbalo sobre mi piel sudorosa.

– ?Le preocupa su hija?

– ?Que sabe de ella? -logre articular con dificultades.

– Lo se todo de usted, doctora Brennan.

De nuevo hablaba en tono bajo y almibarado, y parecia como si algo obsceno serpenteara en mi oido. Trague saliva entre mis dolores, con la necesidad de hablar, pero con el deseo de no provocarlo. Su talante oscilaba como una hamaca en un huracan.

– ?Sabe donde se encuentra?

– Tal vez.

Levanto de nuevo la cadena, en esta ocasion lentamente, obligandome a extender por completo la barbilla; luego paso el cuchillo por mi garganta en lento movimiento de reves.

Estallo un relampago que lo sobresalto.

– ?Esta bastante tenso? -inquirio.

– Por favor… -proferi dificultosamente.

Aflojo la cadena y me dejo bajar la barbilla, lo que aproveche para tragar saliva y aspirar profundamente. Sentia arder la garganta y tenia la nuca magullada e hinchada. Levante las manos para frotarmela, y el tiro de nuevo de la cadena que las sostenia. Volvio a exhibir otra mueca de roedor.

– ?No tiene nada que decir?

Me miro con sus ojos muy negros y de pupilas dilatadas. Sus parpados inferiores se estremecian al igual que sus labios.

Estaba aterrada. Me preguntaba que habrian hecho las otras. Que habia hecho Gabby.

Levanto la cadena sobre mi cabeza y comenzo a tensarla como una criatura que torturase a un cachorro. Un nino homicida. Recorde a Alma. Recorde las marcas en la carne de Gabby. ?Que habia dicho J. S.? ?Como podia utilizarlo?

– Por favor, me gustaria hablar con usted. ?Por que no vamos a algun lugar donde podamos tomar una copa y…?

– ?Puta!

Dio un brusco tiron, y la cadena se tenso salvajemente. Por mi cabeza y mi nuca irradiaron llamaradas. Alce las manos de modo reflejo, pero estaban frias e inutilizadas.

– La gran doctora Brennan no bebe, ?no es cierto? Todos lo saben.

Entre mis lagrimas vi que parpadeaba nervioso. Estaba llegando al limite. ?Que Dios me ayudase!

– Es como las otras. Me cree un imbecil, ?verdad?

Mi cerebro expedia dos mensajes: «?Escapate! ?Busca a Katy!»

Me sostuvo mientras el viento gemia y la lluvia azotaba las ventanas. A lo lejos distingui el sonido de una bocina. El olor de su transpiracion se mezclaba con la mia. Fijaba sus ojos en mi rostro con insana frialdad. El corazon me latia salvajemente.

De pronto un leve sonido interrumpio el silencio del dormitorio y provoco en el un leve parpadeo y una pausa momentanea. Birdie aparecio en la puerta y profirio un sonido ambiguo, mezcla de chillido y grunido. Fortier desvio su mirada hacia aquella sombra blanca, ocasion que aproveche.

Le propine una patada en la entrepierna concentrando en aquel impacto todo mi odio y mi terror. Mi espinilla choco con fuerza en sus ingles, lo que le provoco un chillido y lo obligo a encorvarse. Le arrebate las cadenas de las manos, di media vuelta y hui por el pasillo a impulsos del terror y la desesperacion. Sentia como si avanzara en camara lenta.

El hombre se recupero rapidamente, y su grito de dolor se convirtio en un rugido de ira.

– ?Puta! -vocifero.

Me habia precipitado por el angosto pasillo y avanzaba a trompicones sobre las cadenas que arrastraba.

– ?Puedes considerarte muerta, bruja!

Lo oia detras de mi, tambalearse por la oscuridad, jadear como un animal desesperado.

– ?Estas en mi poder! ?No escaparas!

Vacile al llegar a la esquina mientras retorcia las manos pugnando por soltar las cadenas que cenian mis munecas. La sangre latia en mis oidos. Era como un robot, gobernada por mi sistema nervioso simpatico.

– ?Puta!

Estaba frente a mi bloqueando la puerta de la casa y obligandome a desviarme por la cocina. Un pensamiento se perfilo con claridad en mi mente: ?tenia que llegar a las puertas ventanas!

Habia logrado liberar una mano de la cadena.

– ?Estas en mi poder, puta!

Avance dos pasos en la cocina cuando la oleada de dolor me sacudio de nuevo y crei que me habia fracturado el cuello. Mi brazo izquierdo se levanto en el aire y la cabeza fue impulsada hacia atras. Habia conseguido apoderarse de la cadena que colgaba de mi cuello. Senti una oleada de nauseas y, una sensacion de asfixia al faltarme de nuevo el aire.

Con la mano libre intente liberar mi garganta; pero, cuanto mas me esforzaba, mas la tensaba el. Aunque me retorci y tire solo consegui que el metal se me hundiera mas en la carne.

Lentamente enrollo la cadena atrayendome hacia el. Distinguia el olor que despedia, sentia temblar su cuerpo por la agitacion de la cadena. Poco a poco fue acortando el trecho. Comence a sentirme mareada y crei que iba a desmayarme.

– ?Lo pagaras caro, bruja! -siseo.

Me hormigueaban el rostro y las puntas de los dedos por la falta de oxigeno y sentia un intenso zumbido en los oidos. La habitacion comenzo a ondular a mi alrededor, se formo una serie de puntos en el centro de mi campo de vision que se fundieron y luego se extendieron como un negro cumulo. A traves de la creciente nube vi levantarse hacia mi el embaldosado como en camara lenta y senti que me sumergia en el vacio arrastrando a mi parasita carga.

Mientras nos precipitabamos hacia adelante, me golpee contra una esquina del mostrador y mi cabeza choco con un armario que estaba en lo alto. Al hombre se le habia soltado la cadena, pero me empujo con fuerza por detras.

Abrio las piernas y acoplo su cuerpo al mio apretandome contra el mostrador. El borde del lavavajillas se me clavaba dolorosamente en la parte izquierda de la pelvis, pero podia respirar.

El jadeaba y todas sus fibras corporeas estaban en tension, como un tirachinas a punto a disparar. Con un giro de muneca recupero la cadena y me obligo a doblar la cabeza formando un arco hacia atras. Luego coloco la punta del cuchillo bajo el angulo de mi cuello formado por la mandibula. Note el frio acero en la carotida y senti su aliento en mi mejilla izquierda.

Me mantuvo en aquella posicion durante una eternidad, la cabeza hacia atras, las manos hacia arriba e inutiles como un cadaver que pendiera de un gancho. Me parecia estar viendome a mi misma al otro lado de un abismo, espectadora horrorizada pero incapaz de actuar.

Consegui apoyar la diestra en el mostrador y trate de empujar para levantarme y aflojar la cadena, y entonces tropece con unos objetos que estaban sobre el: el contenedor del zumo de naranja y el cuchillo.

Asi el arma en silencio, gemi y trate de sollozar, de distraer su atencion.

– ?Callate, bruja! Ahora vamos a seguir un juego. Te gusta jugar, ?no es cierto?

Volvi cuidadosamente el cuchillo con sonoros gorgoteos para cubrir el menor sonido.

Me temblaba la mano, vacilaba.

Entonces volvi a ver mentalmente a aquellas mujeres, lo que habia hecho con ellas. Senti su terror y comprendi su desesperacion final.

?Tenia que hacerlo!

La adrenalina se extendio por mi pecho y mis miembros como lava que se remontara de las entranas de una montana. Si tenia que morir, no seria como rata en un agujero. Lo haria cargando contra el enemigo, disparando contra el. Mi mente se centro de nuevo y me converti en activa participante de mi propio sino. Asi el cuchillo con la hoja hacia arriba y calcule el angulo apropiado. Luego impulse el arma sobre mi hombro izquierdo con todas las fuerzas que me inspiraron el terror, la desesperacion y la venganza.

Вы читаете Testigos del silencio
Добавить отзыв
ВСЕ ОТЗЫВЫ О КНИГЕ В ИЗБРАННОЕ

0

Вы можете отметить интересные вам фрагменты текста, которые будут доступны по уникальной ссылке в адресной строке браузера.

Отметить Добавить цитату
×