La punta choco con un hueso, resbalo ligeramente y por fin se hundio en una masa blanda. Su primer grito no pudo compararse con el que surgio despues de su garganta. Mientras se precipitaba hacia atras dejo caer la mano izquierda y la diestra cruzo ante mi garganta. El extremo de la cadena resbalo hasta el suelo liberando su letal presion.

Senti un sordo dolor en la garganta y luego una sensacion mojada. No importaba. Solo deseaba poder respirar. Aspire con avidez esforzandome por desprenderme de los eslabones que aun me cenian y notando que estaban impregnados en mi propia sangre.

Detras de mi sono otro grito espantoso, primitivo, como el lamento mortal de un animal salvaje. Me volvi a mirar, jadeando y sin dejar de apoyarme en el mostrador.

El hombre habia retrocedido tambaleandose hacia atras por la cocina con una mano en el rostro y la otra extendida en un intento de mantener el equilibro. Horribles sonidos surgian de su boca abierta mientras chocaba contra la pared de enfrente y se deslizaba lentamente hasta el suelo. La mano extendida dejo un negro reguero en el yeso. Por un momento cabeceo y luego profirio un tenue gemido. Dejo caer las manos e inclino la barbilla con la mirada fija en el suelo.

Permaneci como petrificada en repentina inmovilidad, distinguiendo unicamente el sonido de mi respiracion entrecortada y de sus apagados gemidos. Entre el dolor que sentia comence a distinguir cuanto me rodeaba. El fregadero, el horno, el refrigerador mortalmente silencioso. Adverti que algo resbalaba bajo mis pies.

Contemple el bulto inerte en el suelo de la cocina con las piernas extendidas hacia adelante, la barbilla apoyada en el pecho y la espalda recostada en la pared. Entre la penumbra distingui un negro reguero que descendia por su pecho hacia su mano izquierda.

El estallido de un relampago ilumino mi obra por un instante como la luz de un soldador.

El cuerpo se veia brillante, cubierto por una membrana lisa de color azul. Llevaba un gorro azulgrana que le aplastaba los cabellos y convertia su cabeza en un ovalo sin rasgos distintivos.

La empunadura del cuchillo surgia de su ojo izquierdo como un banderin en un campo de golf. La sangre se le deslizaba por el rostro y garganta y oscurecia el tejido que le cubria el pecho. Habia dejado de gemir.

Senti nauseas y reaparecieron ante mi campo visual una sucesion de manchas flotantes. Las rodillas se me doblaban mientras trataba de apoyarme en el mostrador.

Para respirar mejor me lleve las manos a la garganta a fin de quitarme la cadena, y senti una humedad calida y resbaladiza. Me mire la mano y adverti que estaba cubierta de sangre.

Fui hacia la puerta pensando en Katy y en conseguir ayuda, cuando un repentino sonido me dejo como petrificada. ?Era la cadena metalica que arrastraba por el suelo! La habitacion se volvio blanca y luego negra.

Demasiado exhausta para correr, me volvi. Una oscura silueta avanzaba hacia mi en silencio.

Oi mi propia voz y luego vi miles de manchas y una negra nube que lo cubrio todo.

En la distancia sonaban sirenas. Se oian voces. Sentia opresion en la garganta.

Abri los ojos y me encontre con luz y movimiento. Alguien se inclinaba sobre mi, oprimia algo en mi cuello.

?Que? ?Quien? Estabamos en el salon de mi casa. Recorde con panico lo sucedido y me esforce por incorporarme.

– Attention, attention. Elle se leve.

Unas manos me inmovilizaron suavemente.

Luego oi una voz familiar, inesperada y fuera de contexto.

– No se mueva: ha perdido mucha sangre. Esta en camino una ambulancia.

Era Claudel.

– ?Donde…?

– Esta usted a salvo. Lo tenemos en nuestro poder.

– Lo que queda de el -dijo Charbonneau

– ?Y Katy?

– Permanezca tendida. Tiene una herida en la garganta y en la parte derecha del cuello y ha perdido mucha sangre. Queremos contener la hemorragia.

– ?Donde esta mi hija?

Sus rostros flotaban sobre mi. Destello un relampago que proyecto su blanca luz sobre ellos entre la iluminacion amarilla.

– ?Y Katy?

El corazon me latia con fuerza. No podia respirar.

– Esta perfectamente, con ganas de verla. Se halla en compania de amigos.

– Tabernac! -exclamo Claudel apartandose del sofa-. Ou est cette ambulance?

Salio al vestibulo, contemplo algo que se encontraba en el suelo de la cocina y luego me miro con extrana expresion.

El ulular de una sirena se aproximaba, llenaba la callejuela. Luego llego otra. Tras las puertas ventanas distingui sus intermitentes luces azulgranas.

– Tranquilicese -dijo Charbonneau-. Ya esta aqui. Cuidaremos de que su hija este debidamente atendida. Todo ha concluido.

Capitulo 42

Aun subsiste un espacio vacio en el registro de mi memoria. Existen los dos dias siguientes, pero confusos y no sincronizados, un incoherente collage de imagenes y sensaciones que van y vienen, aunque sin pautas racionales.

Un reloj con numeros siempre diferentes. Dolor. Manos que tiraban, tanteaban, me levantaban los parpados. Voces. Una ventana iluminada, otra oscura.

Rostros: Claudel en chillona fluorescencia; la silueta de Jewel Tambeaux recortandose contra un sol al rojo vivo; Ryan a la luz de la lampara amarilla pasando paginas lentamente; Charbonneau dormitando y con un televisor azul destellando sobre su rostro.

Me suministraron sedantes para inmovilizar a un ejercito, por lo que me resulta dificil distinguir los suenos de la realidad. Suenos y recuerdos se revuelven y confunden vertiginosamente como un ciclon que gira en torno a su ojo. Por mucho que me esfuerce en reconstruir lo sucedido aquellos dias no logro ordenar las imagenes.

El viernes recobre la coherencia.

Al abrir los ojos me saludo la brillante luz del sol, vi a una enfermera que preparaba un suero por via intravenosa y comprendi donde me encontraba. A mi derecha alguien producia suaves sonidos. Volvi la cabeza, y me inundo una oleada de dolor. Un sordo latido en el cuello me hizo comprender que no era aconsejable realizar movimientos.

Ryan estaba sentado en una silla haciendo anotaciones en una agenda de bolsillo.

– ?Vivire? -le pregunte con voz confusa.

– Mon Dieu! -repuso sonriente.

Trague saliva y repeti la pregunta. Tenia los labios entumecidos e hinchados.

La enfermera me cogio la mano y me tomo el pulso mientras consultaba su reloj.

– Eso dicen -repuso Ryan.

Guardo la agenda en el bolsillo de su camisa, se levanto y se acerco al lecho.

– Conmocion, desgarro en la zona derecha del cuello y en la zona de la garganta, con importante perdida de sangre. Treinta y siete puntos aplicados por un experto en cirugia plastica. Pronostico: vivira.

La enfermera le dirigio una mirada de desaprobacion.

– Diez minutos -le dijo.

Y se marcho.

Un repentino recuerdo disparo el temor entre las capas de drogas.

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