Corbett brindo por su siervo en silencio con su jarra de cerveza.

– La teologia es importante, Ranulfo. Y la intervencion divina es una posibilidad, pero Dios tambien ayuda a aquellos que se ayudan a si mismos. Pensemos en la retahila de victimas. -Corbett dejo la jarra sobre la mesa-. Copsale murio mientras dormia, probablemente envenenado o asfixiado como Appleston.

– ?Y Ascham?

– Fue lo suficientemente insensato como para abrir las contraventanas: seguramente ni lo penso.

– ?Y Passerel?

– No se por que fue asesinado Passerel si no es por el hecho de que el y Ascham eran amigos y el Campanero debio de temer que el archivista compartiera sus sospechas con el.

– ?Y Langton?

– Fue muy facil. La gente estaba reunida en la biblioteca y las copas de vino estaban sobre la mesa; era un objetivo facil. Lo que no puedo entender es como la victima tenia en su poder una carta del Campanero dirigida a mi en su zurron -Corbett miro a un pollo que picoteaba sobre el suelo cubierto de barro.

– ?Y Appleston? -pregunto Ranulfo-. Tuvo que ser alguien fuerte para poder asfixiarle con el cojin. -Ranulfo llamo al tabernero para que volviera a llenar las jarras-. Pero ?quien, amo?

– Segun Aristoteles -contesto Corbett-, el hombre es bueno por naturaleza. Esto confundio a vuestro filosofo preferido: ?como es posible que el hombre, un ser creado por Dios y que por lo tanto se suponia que debia ser bueno, hiciera el mal?

– ?Y resolvio la duda? -pregunto Ranulfo.

– Si, san Agustin dijo que cuando un hombre peca, esta buscando un beneficio egoista. De hecho dice lo siguiente: mi mal es mi bien.

– ?Y eso es lo que esta haciendo el Campanero?

Corbett apuro su cerveza.

– Quiza. De todos modos, basta de teorias, Ranulfo. Dejame meditar un rato.

Corbett se levanto y se encamino hacia el patio que habia detras de la pequena taberna: se sento en un banco de tepe y se quedo contemplando el estanque ovalado de carpas con la mirada perdida en aquellos peces. Ranulfo le dejo en paz. Se tomo su cerveza, se acomodo en una esquina y echo una cabezadita. Se desperto al oir como Corbett golpeaba el suelo con su bota.

– Ya estoy listo.

Regresaron a Sparrow Hall, y Corbett fue en busca de Tripham.

– Profesor Alfred, os quedaria muy agradecido si vigilaseis de cerca a vuestro colega Churchley. Yo debo tener unas palabras con lady Mathilda.

Corbett, seguido por un Ranulfo que seguia sin entender, subio las escaleras. Un criado los condujo hasta la camara de lady Mathilda, al fondo de la galeria. Corbett llamo a la puerta.

– ?Adelante!

Lady Mathilda estaba sentada cerca de la chimenea, con un bordado sobre la falda y con la aguja en alto. En un taburete frente a ella estaba Moth; su rostro palido como el de un fantasma y sus ojos vigilantes le recordaron a Corbett a un perrito faldero obediente.

– Sir Hugo, ?como puedo ayudaros?

Lady Mathilda le indico que tomara asiento. Desprecio a Ranulfo con una mirada de soslayo.

– Lady Mathilda -Corbett senalo su escritorio-, necesito ver a sir Bullock urgentemente. Si pudierais prestarme pluma y papel, ?podria Moth llevar mi mensaje al castillo?

– Desde luego. ?Por que? ?Pasa algo?

– Sois la espia del rey en Sparrow Hall -replico Corbett sentandose en el escritorio-; por lo tanto, lo debeis saber antes que el resto. Creo que el profesor Churchley tiene mucho que contarnos, como quiza tambien su colega Barnett.

Corbett cogio una pluma, la hundio en el tintero y escribio una nota breve al baile diciendole que acudiera lo mas pronto posible. Cogio luego el papel, lo doblo y lo sello con cuidado con una gota de cera caliente. Lady Mathilda hizo una de esas extranas senas a Moth, que asintio solemnemente.

– Puede que el baile no se encuentre en el castillo -senalo lady Mathilda.

– Entonces decidle a Moth que le espere hasta que llegue. Lady Mathilda, tengo algunas preguntas que creo que vos me podriais contestar.

Corbett se quedo mirando a Moth, que cogio la carta, se arrodillo, beso la mano de lady Mathilda y a continuacion salio despacio de la estancia. Una vez que su siervo se hubo marchado, Corbett cerro con llave y atranco la puerta detras de el. Lady Mathilda le miro alarmada, dejando su labor sobre la mesita que tenia al lado. Ranulfo estaba fascinado.

– ?Es realmente necesario, sir Hugo? -espeto lady Mathilda.

– Oh, eso creo -replico Corbett-. No quiero que regrese Moth, lady Mathilda, pues nunca he visto a nadie que demuestre tanta devocion por el alma de otro. -Se sento en una silla frente a la dama y tiro del dobladillo de su tunica-. En cualquier otra ocasion, lady Mathilda, habria regresado a mi camara, escrito mis conclusiones y reflexionado sobre lo que deberia hacer. Pero no puedo hacer eso aqui; con vos, el tiempo es muy peligroso.

El rostro de lady Mathilda se mantuvo inexpresivo.

– Nadie sospecha de vos -continuo Corbett-, una mujer mayor y venerable, que anda con la ayuda de un baston. ?Como podria lady Mathilda salir y asaltar a nadie en una callejuela o disparar el cuadrillo de una ballesta al pecho de un hombre? ?Como podria coger un cojin y asfixiar con el a Appleston y luego volver a dejarlo en su sitio?

– ?Eso es ridiculo! -protesto lady Mathilda.

– No, no lo es -replico Corbett-, teniendo en cuenta que teneis a alguien como Moth dispuesto a hacer cualquier cosa por vos…

– ?Es una locura! -grito lady Mathilda-. ?Algo falla en vuestro cerebro!

– Ah, mea Passericula, mi pequeno gorrion. ?No era asi como os llamaba hace muchos anos vuestro hermano, lady Mathilda, cuando vos y el luchasteis al lado del rey contra De Montfort? Vos, por propia voluntad, os ofrecisteis a ser la espia real en Londres, donde coleccionasteis los folletos y panfletos de los seguidores de De Montfort y se los enviasteis a vuestro hermano. Per manus P.P. - Corbett observo los ojos de la mujer, negros como guijarros-. Me di cuenta de que en varios folletos que habia en el libro que encontre en la camara de Appleston aparecia esta inscripcion, «De la mano de su Parva Passera», su pequeno gorrion, tal y como os llamaba vuestro hermano. -Corbett continuo-. Y tambien se dio cuenta Ascham. Pero aunque intentasteis llevaros todas las cartas que os delataban con aquel diminutivo que os dio vuestro hermano, su pequeno gorrion, os olvidasteis de un sitio. -Corbett hizo una pausa-. El tenia un libro, la Vida de santos, que Ranulfo quiso consultar para saber algo de santa Monica, la madre de san Agustin. El primer santo que aparecia con la letra M era Mathilda, y al lado de vuestro nombre vuestro hermano habia escrito Soror mea, Passericula mea, «mi hermana, mi pequeno gorrion». Ascham lo sabia, ?verdad? Y cuando estaba a punto de morir y le temblaba el pulso, intento escribir la palabra en un trozo de pergamino.

– Sir Hugo -lady Mathilda recogio su labor. Cogio la aguja como si fuera una daga-, ?me estais acusando de ser el Campanero? ?O intentais destruir la obra que hizo mi hermano? ?Estais diciendo que yo, tan debil que necesito un baston para caminar, mate a mis colegas aqui en Sparrow Hall?

– Es exactamente lo que os estoy diciendo, lady Mathilda. Por eso le pedi a Moth que se marchara. En la nota que le he escrito a Bullock le digo que entretenga a Moth y que se tome su tiempo antes de venir. Moth es mas peligroso de lo que parece: es un asesino silencioso. Ni siquiera hubierais necesitado hacerle senas; el habria sabido con solo mirar vuestro rostro que estabais en peligro y habria actuado en consecuencia. Cuando vuelva con nuestro buen baile ya habre acabado y vos, lady Mathilda, estareis bajo arresto por alta traicion y asesinato.

– ?Todo eso es absurdo! -protesto lady Mathilda-. Soy una buena amiga del rey. Su subdito mas leal.

– Erais la mejor amiga del rey y su subdito mas leal -declaro Corbett-. Pero ahora, lady Mathilda, vuestra alma esta llena de maldad. Deseais venganza, vengaros del rey, vengaros de aquellos de Sparrow Hall que, cuando murais, y en efecto morireis, no tardaran en olvidar la memoria de vuestro hermano, cambiaran el nombre de vuestro precioso Sparrow Hall y obtendran la confirmacion real para cambiar los estatutos y regulaciones. En cierto modo, la maldicion de la loca anacoreta se ha cumplido.

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