Cuando me llego su peticion, Brakespeare acababa de morir. Fue el tercer cadaver que se encontro en las afueras de Oxford.

– ?Y el Campanero? -pregunto Corbett.

El rostro del rey Eduardo se tenso.

– Ah, si, el Campanero. -Los labios del rey se fruncieron como los de un perro enojado-. Todo un escritor, nuestro querido Campanero. Emite esas proclamas y cartas suyas desde Sparrow Hall invocando al fantasma de De Montfort. -Elevo su tono de voz, acallando asi el parloteo del fondo de la sala.

Corbett se alejo lentamente mientras el rey se recreaba en su propia pesadilla.

– ?De Montfort! ?De Montfort! -El puno del monarca aporreo con fuerza la mesa-. ?Siempre el maldito De Montfort! ?Pero si esta muerto! ?No pueden entenderlo? Le capture en Evesham, Hugo. Le corte el brazo en pedacitos. Le vi morir. -Al rey le brotaba espuma de la boca-. No quedo ni rastro de el. -Volvio sus ojos llenos de colera hacia Hugo-. Le mate, Corbett, a el y a toda su familia de traidores. Hice picadillo su cuerpo y se lo eche a los perros. Y ahora ese bastardo ha vuelto. -Se metio la mano en la toga, saco un rollo de pergamino y se lo paso a Corbett-. He amenazado a todo Sparrow Hall -anadio-, a pesar de que fuera fundado por mi buen amigo Braose. O ponen orden en esa casa o yo mismo la cerrare. Envie una carta a Copsale, el regente de la universidad, pero murio mientras dormia. Luego le hice llegar una peticion parecida a Ascham, el librero y archivista, y fue asesinado. ?Acabare por quemar ese maldito lugar! -juro el rey.

Corbett se entretenia jugando con el pergamino.

– No lo hagais, majestad -le aconsejo-. No castigueis sin motivo. Oxford tiene su propia forma de venganza. Creeran que estais asustado, que intentais ocultar algo. Ademas, a pesar de que el Campanero dice que habita en Sparrow Hall, vos no sabeis si es verdad.

El rey agarro la mano de Corbett.

– Volved a ese lugar, Hugo -le suplico-. Sois mi mejor perro de caza. Id alli y encontradle. Vengad la muerte de Brakespeare. Encontradme al Campanero.

– He abandonado los servicios reales.

El rey saco de su bolsillo los sellos secretos y el anillo de oficio y los coloco en la mano de Corbett.

– Ahora teneis una nueva mision. Hacedlo por mi, Hugo. Sere el padrino de vuestro proximo hijo.

Corbett sabia que no podia negarse. El rey habia dejado de actuar. Se lo estaba suplicando, y si se negaba, podia volverse vengativo. El tio Morgan, Maeve, Eleanor, Ranulfo y Maltote podrian ser objeto de toda su furia.

– Ire.

– Bien -se pronuncio el rey, y coloco su mano pesadamente sobre el hombro de Corbett-. Este es mi perro de caza, mi mastin avezado. Asi es como os llaman, Corbett. ?Lo sabiais? -La repentina alegria del rey Eduardo se tino de un tono malicioso-. Os llaman el perro del rey.

– Soy un subdito leal del rey -apunto Corbett.

El rey acerco su cara a la de el. Corbett pudo oler su aliento a vino.

– Lo se, Hugo. No hay nada de malo en ser un mastin entre un hatajo de perros callejeros. Eso fue lo que les dije. Dirigios a Oxford y descubrid quien mato a esos pobres mendigos. Recordad, quiero al Campanero. Quiero colgarlo con mis propias manos. -El rey se puso en pie-. Yo me marchare dentro de una hora, pero Simon se quedara. Ahora solo espero que el mal nacido de De Warranne no haya acabado de contar mi chiste. ?Lo conoceis, Hugo? El de la abadesa, el fraile y la caja de higos…

El rey se fue al cabo de una hora entre abrazos, besos y promesas de favores reales. El destacamento real monto a caballo y salio al galope levantando nubes de polvo mientras el rey gritaba que se alojaria en su palacio de Woodstock, «para estudiar de cerca algunos asuntos».

Corbett suspiro aliviado y abrazo a Maeve. Regresaron al salon y pudo romper su ayuno. Luego ordeno que despejaran la sala y se quedaran solo Maeve, Ranulfo y un Simon de mirada ansiosa.

– ?Te vas a marchar a Oxford? -pregunto Maeve con aspereza.

– Eso parece.

Simon sonrio con languidez.

– ?Oh! ?Gracias a Dios, sir Hugo! Si os hubierais negado, el rey habria montado en colera. Ayer se paso todo el dia sacando a los escribanos de sus casillas por la mas minima tonteria.

– Entonces ?has aceptado el sello y el anillo? -insistio Maeve-. ?Eso es lo que quieres? -Maeve apreto los labios en senal de preocupacion, pero acabo soltando una sonora carcajada-. No soy tonta, Hugo. Si desobedeces al rey en esta ocasion…

– ?Quieres que vaya? -Corbett se inclino sobre ella y le dio unas suaves palmaditas en el vientre.

– Si, quiero -replico Maeve. Asintio con la cabeza mirando a Ranulfo, que permanecia callado como un gato-. Para empezar, estaria bien ver una sonrisa en la cara de Ranulfo, y tu tambien estas aburrido, Hugo. Despues de todo, como dijo Ranulfo, una oveja siempre tiende a parecerse a otra.

Corbett le apreto la mano. Desenrollo el pergamino que el rey le habia dado. Lo desato con cuidado y estudio la caligrafia del escribano.

– Esta escrito con la caligrafia de la cancilleria -murmuro-, con lo que podria ser la pluma de cualquier escribano debidamente formado.

– Si se trata de un escribano real -replico Simon taciturnamente-, sera colgado, arrastrado y descuartizado. Leedlo, sir Hugo.

A la atencion del Senor Alcalde, burgueses, Canciller de la Universidad de Oxford y Regente de las Universidades. El Campanero envia sus saludos mas cordiales. Una vez mas elevo mi voz para denunciar los abusos de nuestro rey y de su consejo de nobles:

Punto 1: Deberia celebrarse un parlamento por lo menos una vez al ano, en el cual el rey tendria que escuchar las peticiones de sus buenos burgueses y ciudadanos.

Punto 2: La santa Iglesia no deberia fijar unos impuestos, ni sus beneficios deberian verse modificados sin el previo acuerdo de una convocacion del clero.

Punto 3: El rey ha derrochado toda su riqueza en una guerra absurda contra los escoceses, haciendo caso omiso de los multiples abusos que han tenido lugar entre los oficiales de su propia casa.

Punto 4: El rey debe confirmar las clausulas de Carta Magna y los privilegios de la universidad…

Las proclamas continuaban, enumerando toda una serie de abusos reales o supuestos, pero el final del parrafo fue lo que a Corbett le llamo la atencion.

Recordad en vuestras oraciones al santo Simon de Montfort, conde de Leicester, brutalmente asesinado por el propio rey. Las medidas del conde, publicadas en la ciudad de Oxford, habrian establecido un buen gobierno para este reino. Entregado en Sparrow Hall en la festividad de Santa Buenaventura el 15 de julio de 1503 con el fin de que sea divulgado por toda la ciudad y Universidad de Oxford, firmado,

El Campanero de Oxford

Corbett estudio el manuscrito de cerca. La vitela era de buena calidad y tenia los margenes cortados con gran precision; la tinta era de color malva, la caligrafia estaba bien trazada y las frases, bien ordenadas. No llevaba otra marca que la del signo de una campana en la parte superior, con un agujero que indicaba que el papel habia sido colgado con un clavo en la puerta de alguna iglesia.

Corbett paso el manuscrito a Maeve. Esta lo examino y luego se lo dio a Ranulfo.

– ?Que significa todo esto? -pregunto Maeve.

– Hace casi cuarenta anos -empezo a decir Corbett-, Simon de Montfort, conde de Leicester, lidero una rebelion contra el actual rey y su padre. De Montfort era un lider muy inteligente y carismatico. Le traia sin cuidado la nobleza, pero no los burgueses ni los habitantes de ciudades como Oxford y Londres. Consiguio ganarse su apoyo, asi como el de gran parte del clero que se sentaba en su propio parlamento llamado Convocacion. De Montfort fue el primero en exponer su teoria sobre un parlamento donde los comunes y los nobles pudieran reunirse en sesiones separadas para presentar sus peticiones al rey, asi como para alcanzar un acuerdo antes de que fueran impuestas.

Maeve se encogio de hombros.

– Pero eso es justo -exclamo levantando la mirada-. ?No dijo uno de los jueces del rey Eduardo que lo que

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