DE: EL CAPITAN

A: ANONIMO

En respuesta a su comunicacion sin fecha indicada, no tengo objecion alguna en discutir las cuestiones que propone, sea a traves de EMISORA DE LA NAVE, o de manera formal en el Consejo de la Nave.

De hecho, tenia objeciones muy fuertes; habia pasado casi la mitad de su vida adulta entrenandose para la imponente responsabilidad de trasplantar a un millon de seres humanos a traves de ciento veinticinco anos luz de espacio. Esa era su mision: si la palabra «sagrado» hubiera significado algo para el, la habria utilizado. Nada que no fuera un dano catastrofico sufrido por la nave, o el improbable descubrimiento de que el sol de Sagan Dos estaba a punto de convertirse en nova, hubiera podido hacerle desistir de ese objetivo.

Mientras tanto, habia una linea de accion obvia. Quiza —?como los hombres de Bligh! — la tripulacion se desmoralizaba, o al menos flaqueaba. Las reparaciones de la planta congeladora tras los escasos danos ocasionados por el tsunami habian necesitado doble tiempo del esperado, y eso era tipico. Todo el ritmo de la nave se retrasaba; si, era el momento de volver a hacer restallar el latigo.

— Joan — le dijo a su secretaria, que estaba treinta mil kilometros mas abajo, — pasame el ultimo informe de la construccion del escudo. Y dile al comandante Malina que quiero discutir con el el programa de izado.

No sabia si podrian elevar mas de un copo de nieve por dia. Pero podian intentarlo.

35. Convalecencia

El teniente Horton era un companero divertido, pero Loren se alegro de librarse de el tan pronto como las corrientes de electrofusion soldaron sus huesos rotos. Como Loren habia descubierto a traves de detalles algo plumbeos, el joven ingeniero habia trabado amistad con una pandilla de jovenes melenudos de la Isla Norte, cuyo segundo interes principal en la vida parecia ser deslizarse sobre olas verticales en tablas de surf con micropropulsores. Horton habia descubierto, por las malas, que esto era aun mas peligroso de lo que parecia ser.

— Estoy muy sorprendido — habia intervenido Loren en un momento dado de una narracion bastante sordida—. Habria jurado que era heterosexual en un noventa por ciento.

— En un noventa y dos, segun mi curriculum — dijo Horton despreocupadamente—, pero me gusta poner a prueba de vez en cuando el concepto que tengo de mi mismo.

El teniente solo bromeaba en parte. En algun sitio habia oido decir que los que presentaban un cien por cien eran tan raros, que eran clasificados como casos patologicos. No es que el se lo creyera del todo; pero le preocupaba un poco en las escasas ocasiones en que se paraba a pensar en ello.

Ahora Loren era el unico paciente, y habia convencido a la enfermera thalassana de que su continua presencia era totalmente innecesaria… al menos cuando Mirissa le hacia su visita diaria. La comandante medico Newton que, como la mayor parte de los medicos, podia ser inquietantemente sincera, le habia dicho sin rodeos:

— Todavia te queda una semana para recuperarte. Si tienes que hacer el amor, deja que sea ella la que haga todo el trabajo.

Tenia otras muchas visitas, desde luego. La mayoria eran bienvenidas, con dos excepciones.

La alcaldesa Waldron podia intimidar a su querida enfermera para que la dejara entrar a cualquier hora; afortunadamente, sus visitas nunca habian coincidido con las de Mirissa. La primera vez que llego la alcaldesa, Loren se las ingenio para parecer casi moribundo, pero esta tactica resulto ser desastrosa, porque le fue imposible evitar algunas humedas caricias. En la segunda visita (por suerte, le avisaron diez minutos antes), estaba totalmente consciente y apuntalado a base de almohadas. Sin embargo, por una extrana coincidencia se estaba llevando a cabo una prueba de la funcion respiratoria, y el tubo para respirar insertado en la boca de Loren hizo imposible la conversacion. La prueba finalizo unos treinta segundos despues de que se marchara la alcaldesa.

La visita de cortesia de Brant Falconer resulto algo tensa para ambos. Con gran formalidad, hablaron de los escorpios, de los progresos en la planta congeladora de Bahia Mangle, de la politica en la Isla Norte. De hecho, hablaron de todo menos de Mirissa. Loren notaba que Brant estaba preocupado, incluso incomodo, pero lo ultimo que esperaba era una disculpa. Su visitante se las arreglo para desahogarse justo antes de marcharse.

— Ya sabes, Loren — dijo con reluctancia—, que no podia haber hecho ninguna otra cosa con aquella ola. Si hubiera mantenido el rumbo nos habriamos estrellado contra el arrecife. Fue una desgracia que el Calypso no pudiera llegar a tiempo a alta mar.

— Estoy totalmente seguro de que nadie lo podria haber hecho mejor — dijo Loren con absoluta sinceridad.

— Eh… me alegra que lo entiendas.

Era obvio que Brant se sentia aliviado, y Loren sintio un arrebato de simpatia, incluso de compasion, por el. Tal vez habia habido algunas criticas de su comportamiento al timon; para cualquiera que estuviera tan orgulloso de sus conocimientos como Brant, eso habia tenido que ser intolerable.

— Tengo entendido que se ha recuperado el trineo.

— Si… Pronto estara reparado y lo dejaran como nuevo.

— Como a mi.

En la breve camaraderia de sus carcajadas simultaneas, a Loren se le ocurrio una idea repentina e ironica.

Se pregunto si Brant deseo, en algun momento, que Kumar hubiera sido un poco menos valiente.

36. Kilimanjaro

?Por que habia sonado con el Kilimanjaro?

Era una palabra extrana; un nombre, de eso estaba seguro… pero, ?de que?

Moses Kaldor yacia bajo la luz gris del amanecer thalassano, despertando lentamente a los sonidos de Tarna. No es que no hubiera muchos a esa hora; un trineo de arena zumbaba en alguna parte, en direccion a la playa, probablemente para recoger a un pescador que regresaba.

Kilimanjaro.

Kaldor no era un hombre jactancioso, pero dudaba que existiera otro ser humano que hubiera leido tantos libros antiguos sobre una variedad de temas tan amplia. Tambien le habian sido implantados varios terabytes de memoria, y aunque la informacion asi almacenada no era realmente conocimiento, se podia acceder a ella si se recordaban los codigos de acceso.

Era un poco pronto para hacer ese esfuerzo, y tenia sus dudas de que la cuestion fuera particularmente importante. Sin embargo, habia aprendido a no subestimar los suenos; el viejo Sigmund Freud habia hecho algunas puntualizaciones validas dos mil anos atras. Y, de todos modos, ya no podria volver a quedarse dormido…

Cerro los ojos, conecto el mando BUSQUEDA y espero. Aunque era pura fantasia, porque el proceso tenia lugar a nivel totalmente subconsciente, podia imaginarse miriadas de Ks parpadeando en algun lugar de las profundidades de su cerebro.

Algo les sucedia a los fosfenos que bailan formando dibujos al azar eternamente en la retina del ojo fuertemente cerrado. Una ventana oscura habia aparecido, por arte de magia, en el caos apenas luminiscente; se estaban dibujando letras… y ahi estaba:

KILIMANJARO:

Montana Volcanica, Africa. Alt.: 5,9 km. Emplazamiento del primer Terminal del Elevador Espacial de la Tierra.

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